Ambientalistas protestarán durante la reunión de primavera (boreal) del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), a fines de este mes, contra la financiación de explotaciones de petróleo, gas y minas.
En una declaración que circula para ser firmada por organizaciones no gubernamentales (ONG) internacionales, se afirma que esas fuentes de energía corresponden a un modelo de desarrollo no sustentable, que defraudó a los pobres del mundo en el siglo XX y no debe ser financiado en el siglo XXI.
Funcionarios del Banco Mundial y el FMI se reunirán en Washington desde este miércoles hasta el día 17, y varias organizaciones de activistas están organizando grandes protestas.
Muchos observadores piensan que esas protestas pueden ser mayores que las realizadas contra la globalización económica durante la fallida III Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio, que se llevó a cabo a fines del año pasado en la ciudad noroccidental estadounidense de Seattle.
La filial estadounidense de la ONG ambientalista Amigos de la Tierra encabeza la presión para que el Grupo del Banco Mundial, que incluye a la Corporación Financiera Internacional (IFC), deje de financiar al sector extractivo.
En 1999, casi 40 por ciento del financiamiento proporcionado por el Grupo se destinó a explotaciones de petróleo, gas y minas.
"Un enfoque ambientalista y socialmente sustentable debe incluir la inversión en tecnologías limpias, protección del ambiente, creación de empleo y educación", se afirmó en el proyecto de declaración divulgado por las ONG.
"El Grupo del Banco Mundial debería prohibir sin demora nuevas explotaciones en ecosistemas vírgenes", se añadió. Esa prohibición fue reclamada por más de 200 ONG de 52 países en la Conferencia de Cambio Climático realizada en diciembre de 1997 en la ciudad sudoccidental japonesa de Kioto.
Las ONG afirmaron que las actividades extractivas a menudo perjudican a comunidades indígenas, personas pobres y mujeres, además de destruir selvas, disminuir la biodiversidad y causar contaminación tóxica, en beneficio de las grandes corporaciones y de gobiernos corruptos, incluyendo a dictaduras.
Desde los bosques siberianos hasta los manglares de Africa Central y las selvas tropicales amazónicas, los proyectos de explotación de petróleo, gas y minería amenazan preciosas áreas forestales y causan daños irreversibles a los ecosistemas y la biodiversidad, aseguraron.
Explotaciones mineras amenazan en la actualidad a más de la mitad de las áreas boscosas fronterizas en América del Sur y Rusia, según la ONG Instituto de Recursos Mundiales, y la explotación de carbón en el este de India pone en peligro los últimos habitáculos del tigre de Bengala.
Las industrias extractivas son un riesgo creciente de desastre ecológico en países industrializados, y en naciones pobres con normas ambientales más débiles la posibilidad de derrames petroleros, emisiones tóxicas y contaminación aumenta, sin que gobiernos y comunidades tengan medios para evitarlo.
Entre 1982 y 1992, la subsidiaria de la firma petrolera Shell en Nigeria fue responsable del derrame de más de 60.000 toneladas de petróleo en el Delta del Níger, en su mayor parte a causa de oleoductos averiados, señalaron las ONG.
El gran poder económico de las industrias mineras a menudo impone desplazamientos forzosas de comunidades y es responsable de represalias, incluso mortales, contra quienes piden compensaciones justas o limpieza de su ambiente.
"Demasiado a menudo esos proyectos se asocian con violaciones de los derechos humanos, y las compañías hacen alianzas con gobiernos autoritarios para proteger sus intereses", afirmó Andrea Durbin, de la filial estadounidense de Amigos de la Tierra.
"Lo importante es que la sociedad civil establezca las prioridades de desarrollo en cada país, y que no sean los banqueros de Washington quienes decidan", agregó.
La larga lucha de la etnia ogoni, que habita junto a yacimientos petroleros en Nigeria, es una de las más notorias batallas de gente que reclama indemnización y limpieza de su ambiente.
La etnia amungme de Irian Jaya, en Indonesia, también pide compensaciones por parte de Freeport McMoran Copper and Gold Mine, una de las mayores compañías mineras de cobre y oro del mundo.
El mes pasado el IFC anunció que miles de puestos de trabajo serían salvados en Zambia al revitalizar la minería de cobre, una industria clave de ese país, mediante un crédito de 30 millones de dólares para la firma Konkola Copper Mines Limited.
James Bond, director del departamento minero del IFC, informó que esa inversión fue la primera de una nueva línea de trabajo del Banco Mundial para la minería, y opinó que ese proyecto asegura altos niveles de protección ambiental y puede servir de ejemplo al sector minero de Zambia.
El Banco Mundial no contestó al pedido de cesar el financiamiento a las industrias extractivas.
Los activistas critican desde años el impacto ambiental causado por los ajustes estructurales y otras políticas económicas que impulsa el FMI, señaló Amigos de la Tierra.
"Esas políticas consideran a los recursos naturales una mercancía más, que se exporta a bajo precio a mercados con consumo excesivo de los países industrializados. La exportación de recursos naturales aumentó en forma asombrosa en países que aplican ajustes recomendados por el FMI, sin que se tuviera en cuenta la sustentabilidad de ese modelo", añadió.
Desde mediados de los años 80, Guyana implementó políticas para aumentar la actividad en gran escala de firmas mineras extranjeras, en el marco de un ajuste estructural impulsado por el FMI. Los críticos apuntan que eso causó contaminación de los ríos, reducción de la población de peces y deforestación.
En la actualidad operan en Guyana 32 compañías mineras extranjeras, y se han concedido permisos de explotación en gran escala para 10 por ciento de la superficie de ese país. El FMI alienta al gobierno para que transforme la minería y la industria petrolera en los principales sectores de la economía.
Voces influyentes como la del economista Jeffrey Sachs, de la Universidad de Harvard, se han unido a la condena de las industrias extractivas.
Sachs opinó que la economía de Nigeria no debe depender de la explotación de petróleo, y que el desarrollo económico de ese país depende de que se invierta más en salud y educación y se estimulen la producción agrícola y las manufacturas, para diversificar las exportaciones.
El economista apuntó durante la Cumbre Económica sobre Nigeria, realizada en Lagos, que "si se divide el número de barriles de crudo que Nigeria produce cada día entre su población, de 120 millones de personas, se descubre que el país es muy pobre". (FIN/IPS/tra-eng/gm/da/ego/mp/en if/00