La proyectada instalación de una filial del Disneylandia en Hong Kong recibe en China muestras de beneplácito en un público hambriento de diversión, así como algunas críticas de los puristas de la cultura nacional.
En estos días, ni siquiera los censores del gobernante Partido Comunista chino objetan el carácter occidental de Blancanieves y Tarzán, ante el fracaso de sus propios intentos de crear personajes de dibujos animados exitosos.
"Me encantaría ir a Disneylandia cuando se instale en Hong Kong", dijo en Beijing Chen Jian, de siete años, que se jacta de conocer todos los personajes creados por el dibujante y empresario estadounidense Walt Disney (1901-1966) y sus sucesores por la televisión y las revistas.
Su madre tambien quiere viajar a Hong Kong, considerado la puerta de entrada de Occidente a China, que en 1997 pasó del dominio británico a constituirse en una región autónoma del país más poblado del mundo.
"Gasté mucho dinero llevando a mi hijo a todos los parques de diversiones de Beijing. De manera que si quiere viajar a Hong Kong en las vacaciones de verano, lo llevaremos. Como cada familia tiene solo un hijo, hacemos todo para darle los gustos", dijo.
El portavoz de la Asociación China de Parques de Diversiones y Atracciones, Chen Shouwei, no tiene dudas de que el proyecto será un éxito.
"El mercado del entretenimiento está creciendo con rapidez. En pocos años, cuando funcione el parque, más chinos pagarán los gastos. Fíjense solamente como está aumentando el turismo interno", sostuvo.
Ju Ruijin, del Estudio Fílmico de Animación de Shanghai, el principal realizador de dibujos animados en el país, estuvo de acuerdo. "Mucha gente querrá ir a Hong Kong por Disneylandia. Los continentales se están haciendo cada vez más ricos y pueden permitirse pagar 300 dólares de Hong Kong", dijo.
Ju Ruijin observó que "los padres gastan mucho en las diversiones de sus hijos". Eso se debe, en parte, a uno de los principios de la política demográfica de China: la prohibición de tener más de un hijo por pareja.
Nadie parece preocupado de que la llegada de Disneylandia constituya una invasión cultural de Occidente que amenace destruir la tradición china. Eso no era así hace pocos años, cuando Beijing temía que personajes occidentales como el Ratón Mickey y el Pato Donald conquistaran el afectos infantil.
Alarmados por el avance de la cultura popular estadounidense, las autoridades culturales chinas fundaron en 1996 cinco editoriales para que publicaran 15 revistas periódicas de historietas y cinco tiras cómicas para niños.
La intención era desafiar con héroes chinos la hegemonía de las cohortes de Mickey. El proyecto recibió el apoyo personal del presidente Jiang Zemin, quien incluso pidió al Estudio Fílmico de Animación de Shanghai para que creara "bellas obras con saludable contenido ideológico".
Si bien no se conocen cifras oficiales sobre la suerte del proyecto, los dibujos chinos parecen estar perdiendo la batalla contra el Reino Mágico de Walt Disney.
Un sondeo de la Academia China de Ciencias Sociales comprobó que 67 por ciento de los dibujos animados que miran los niños de Beijing son extranjeros, la mitad de ellos producciones de la compañía Disney.
"¿Cuando será que nuestra industria de animación se animará realmente?", ironizó el Diario Económico al publicar los resultados de la encuesta.
Sin embargo, ni siquiera los entendidos en historietas ven la llegada de Disney al Hong Kong, considerado el umbral de China, como una amenaza a la cultura tradicional. "Es bueno que haya competencia. Nos obligará a mejorar", dijo Ju, del Estudio Fílmico de Animación de Shanghai.
Mao Yong, realizador de dibujos animados, calificó de "irracional" la preocupación por una invasión cultural. "Hemos construido muchos palacios pero nada para promover la cultura tradicional china", dijo.
Los suburbios de Beijing y Shanghai albergan muchos parques de diversiones, la mayoría deficitarios. "No están bien manejados. Los administradores no conocen el negocio y solo buscan ganancias rápidas", explicó Mao.
Sin embargo, Zhang Meini, profesora de literatura infantil en la Universidad Normal de Beijing, cree que existe otra razón para el fracaso de los parques en el continente.
"Los encuentro groseros y vulgares. Las figuras y construcciones no dan una sensación de belleza. Los juegos son más o menos los mismos en todos ellos y los niños pierden el interés después de la primera visita", apuntó.
Los personajes de las tiras cómicas occidentales son más interesantes y humorísticos que los chinos, dijo Zhang. "La industria china tiene una historia corta. Tenemos algunos personajes agradables como el Rey Mono y el Cerdo Monstruo, pero no es suficiente", dijo.
Zhang arguyó que todas las historias que Disney dibujó han sido parte de la cultura china por más de un siglo y no tuvieron efectos negativos en la sociedad.
En el renacimiento literario de los años 20, tras el colapso de la China imperial, muchos escritores comenzaron a traducir y publicar clásicos occidentales, incluyendo fábulas.
Durante generaciones la mayoría de los niños chinos han crecido con cuentos clásicos como los de Hans Christian Andersen o las fábulas de los hermanos Grimm.
"No se trata de una invasión. Los personajes de Disney pertenecen al buen patrimonio cultural de toda la humanidad. Debemos absorber todo ese legado", dijo el profesor Zhang. (FIN/IPS/tra-eng/ab/ral/ego/mj/cr/00