La hermandad entre los pueblos de Argentina y Chile, proclamada reiteradamente por los gobernantes de los dos países en la última década, no resiste la prueba del chovinismo que aflora en el deporte, como lo muestran los últimos incidentes en la Copa Davis de tenis.
Los directivos de la Federación de Tenis de Chile comparecerán el jueves en Londres ante las autoridades mundiales de este deporte con el propósito de conseguir "el menor castigo" tras los bochornosos hechos ocurridos el viernes último, dijo este lunes su presidente, José Ramón de Camino.
La serie de cotejos entre los equipos de tenis de Argentina y Chile, clasificatorios para la serie A de la Copa Davis, debía jugarse el viernes y sábado en el moderno estadio cerrado del Parque O'Higgins de Santiago, inaugurado para la ocasión, pero ni siquiera se completó la primera jornada.
El árbitro dominicano Toni Hernández suspendió el segundo partido del viernes, entre el argentino Mariano Zabaleta y el chileno Nicolás Massú, por falta de garantías, mientras espectadores enardecidos lanzaban sillas y otros objetos contundentes desde las tribunas a la cancha.
Algunos culpan por los incidentes al árbitro, que castigó con dos puntos a Massú por la mala conducta del público local. Otros dicen que Zabaleta molestó a los espectadores con actitudes matonescas que culminaron con una agresión a un pasador de pelotas.
No faltan los que responsabilizan al tenista chileno, ya que Massú demoró deliberadamente sus servicios tras las decisiones arbitrales y no hizo esfuerzos por calmar al público, al contrario del número uno del equipo chileno, Marcelo Ríos, que llamó a la cordura y al respeto.
Los argentinos se negaron a reanudar el partido el sábado, pese a que se dispuso que se jugara sin público, y el árbitro los declaró perdedores, no obstante lo cual anticipó que su informe a la Federación Mundial sería condenatorio para los organizadores chilenos.
Los 12.000 espectadores que colmaron el estadio techado de Parque O'Higgins, en el área centro sur de Santiago, representaban el viernes el mayor esfuerzo institucional de masificación del tenis como espectáculo, popularizado en Chile gracias a la exitosa carrera internacional de Ríos.
Los daños provocados al recinto deportivo, los menores ingresos por derechos de televisación, el retiro de auspiciadores, la devolución de entradas ya adquiridas para el sábado y la suspensión del partido dejan a la Federación Chilena de Tenis con un déficit de 200.000 dólares.
La pérdida podría multiplicarse con varios ceros más a la izquierda si es que la Federación Mundial de Tenis prohibe a Chile jugar como local en la Copa Davis durante un periodo que podría ser de tres años a cinco años o si lo suspende de la competencia por un lapso similar.
Mientras se aguarda con inquietud la reunión en Londres, en Santiago y Buenos Aires continúan las repercusiones de los bochornosos incidentes, con evaluaciones en que se cruzan argumentos deportivos y extradeportivos, policiales, políticos y hasta sociológicos.
El general Manuel Ugarte, director de la policía de Carabineros, defendió la acción de sus subordinados durante los incidentes, ante las críticas de que debieron aplicar la ley de violencia en los estadios y desalojar a tiempo las tribunas.
Los carabineros detuvieron sólo a cuatro personas, número exiguo para la magnitud de los incidentes, reflejada en las imágenes grabadas por la televisión que dejaron testimonio de agresiones a los espectadores argentinos.
El padre de Zabaleta, por ejemplo, debió soportar 10 puntos de sutura por un corte en la cabeza.
Más allá de las imputaciones a la policía o a los encargados de la seguridad en el estadio, no faltaron quienes vieron en los bochornosos incidentes un fracaso de los propósitos de popularizar el tenis, como se hizo en esta oportunidad, con boletos más baratos para el ingreso a las graderías.
La posibilidad de que las agresiones tuvieran su origen en un público de elementos marginales, prototípicos de las "barras bravas" del fútbol, fue descartada por quienes advirtieron que en las graderías no había sillas móviles y que éstas fueron lanzadas a la cancha desde las tribunas.
La reacción anti-argentina fue generalizada, desde el así llamado "público del tenis", con un perfil de altos ingresos, hasta los modestos espectadores que hasta ahora se habían tenido que conformar con seguir a su ídolo, el "Chino" Ríos, por las transmisiones de televisión.
Los comentarios de prensa y del público son condenatorios para la actitud de los espectadores, pero no faltan quienes insisten en culpar como instigadores a los tenistas argentinos por supuestas actitudes prepotentes.
Aún más, comentaristas deportivos, como Pedro Carcuro, de la Televisión Nacional (estatal), suscriben la tesis de que los jugadores argentinos argumentaron daños psíquicos y se negaron a seguir los partidos, aun sin público, para no exponerse a una derrota.
Desde otros ángulos se lucubra que los espectadores llegaron al estadio con la expectativa de "lavar la afrenta" que una semana antes había sufrido la selección chilena de fútbol al caer derrotada cuatro a uno por la argentina en Buenos Aires, en el primer partido de las eliminatorias mundialistas.
Estos últimos incidentes no son una novedad en los enfrentamientos deportivos de Argentina y Chile, pese a haber sido los más graves, y abren desde ya un margen de preocupación sobre lo qué podría ocurrir cuando se juegue el partido de vuelta en Santiago entre las selecciones de fútbol.
Los desbordes chovinistas que afloran de la mano de las competencias y espectáculos deportivos están significando un traspié para uno de los procesos de integración bilateral más dinámicos en América del Sur durante la década del 90.
Los ex presidentes Carlos Menem, de Argentina, y Eduardo Frei, de Chile, terminaron satisfechos sus mandatos por haber completado una agenda económica, política y militar de construcción de hermandad entre los dos países.
Pero dejaron pendiente la asignatura deportiva, que difícilmente será completada por los actuales presidentes Fernando de la Rúa y Ricardo Lagos mientras el nacionalismo exacerbado siga instalándose en las tribunas de los estadios. (FIN/IPS/ggr/mj/ip cr/00


