Los países de América Latina y el Caribe lograron reducir la mortalidad infantil casi 50 por ciento en la última década, pero Unicef advirtió que los desafíos del futuro son enormes y será necesario renovar el compromiso político con los niños y niñas.
"Debe consolidarse una nueva ética", planteó a IPS el director de Unicef (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) para América Latina y el Caribe, Per Engeback, quien espera que ese compromiso sea asumido en la próxima Cumbre Iberoamericana, convocada para noviembre en Panamá.
Los jefes de Estado y de gobierno de la región deberán revisar allí el cumplimiento de las metas trazadas en 1990, cuando se aprobó la Convención sobre los Derechos del Mundo, considerada el tratado internacional de derechos humanos más ratificado en el mundo.
Engeback comentó que se cumplieron aproximadamente las dos terceras partes de las metas en favor de los niños latinoamericanos y caribeños, aunque queda mucho camino por recorrer en estos primeros años del siglo XXI.
"Espero que la cumbre produzca una declaración y un compromiso político a favor de la infancia y la adolescencia, que permitan impulsar políticas sociales en la región", dijo el director regional de Unicef, organismo invitado a participar en las reuniones preparatorias para la reunión iberoamericana.
Engeback, quien visitó Venezuela esta semana para asistir a la entrada en vigor de una nueva ley de protección a la infancia y la adolescencia, entiende que la región deberá seguir teniendo como inspiración central el garantizar el desarrollo y la supervivencia de los niños, pese a los avances visibles.
La mortalidad infantil llegó en 1998 a 39 por mil menores de cinco años nacidos vivos, lo cual representa casi la mitad que 10 años antes. Explicó que esto implica cada año la muerte de algo menos de 500.000 menores de cinco años por enfermedades prevenibles.
También dijo que hubo avances en cobertura de educación, ya que la matrícula de la enseñanza primaria subió en 10 años de 72 a 93 por ciento de los niños en edad de cursar, mientras 74 por ciento de la población de la región logró completar el cuarto grado, frente a 52 por ciento que conseguía esa meta en 1990.
Pero Engeback comentó que más allá de este avance en materia educacional, debe reconocerse que "la calidad de la enseñanza es un desafío" y que, si bien la cobertura ha aumentado, la exclusión de casi 10 por ciento de los niños de la enseñanza primaria sigue siendo alta.
Respecto de los desafíos para el futuro, Engeback planteó que además de profundizar la reducción de la mortalidad infantil, deberán lograrse resultados concretos en el campo de la mortalidad materna, pues prácticamente no cambió en 10 años, y registra unos 25.000 decesos anuales.
"La reducción de la mortalidad materna visiblemente era una meta más compleja de lo que se pensaba hace una década", comentó. Lo ideal es bajarla 50 por ciento, pero reconoció que eso "toma tiempo".
Otro tema clave para el futuro es el de "concentrar más esfuerzos en la primera infancia", que abarca a los niños de 0 a 3 años. "Paradójicamente, en esa edad es donde se invierte menos", dijo Per Engeback, quien considera esa etapa "determinante para el resto de la vida".
"No hay inversión más rentable que la hecha en la primera infancia", advirtió. "Toda la formación y el desarrollo social y cognitivo se lleva a cabo en gran parte en este período".
Engeback añadió que otro desafío que ha cobrado una renovada importancia en los años 90 es el del ambiente en el cual se desarrollan los niños. "La cultura de la violencia en América Latina y el Caribe se manifiesta de diversas maneras", afirmó.
Según cifras manejadas por Unicef, en la región hay seis millones de niños que cada año son víctimas de la violencia intrafamiliar, y 80.000 de ellos mueren por ese motivo.
Los niños que crecen en un ambiente inadecuado pueden manifestar conductas antisociales, y ese problema "debe tomarse muy en serio", precisó Engeback.
El embarazo de adolescentes es otro de los fenómenos presentes en la región, y afecta a 2,5 millones de niñas cada año.
En este escenario, el director regional de Unicef consideró que una de las metas para la próxima década deberá ser la de generar en toda la región el marco jurídico adecuado para respaldar los derechos humanos de los niños y adolescentes latinoamericanos y caribeños.
Engeback señaló que tras la entrada en vigencia de la ley venezolana, ya son 12 las naciones de la región que cuentan con algún tipo de código para garantizar estos derechos, lo cual implica adaptar la legislación a los postulados de la Convención de 1990.
México, Argentina, Chile, Panamá, El Salvador, Guatemala y casi todo el Caribe aún tienen pendiente la aprobación de este tipo de legislación, pero Engeback comentó que en muchos de estos países el proceso está avanzado y probablemente en pocos años ese marco jurídico existirá en toda la región.
Entonces, los países confrontarán aún nuevos retos, pues "la ley por sí sola no cambia mucho, pues es apenas un instrumento que debe servir para generar nuevas políticas sociales integrales.
La ley debe venir acompañada por una modernización en la gestión del Estado, por un compromiso presupuestario por parte del sector público y por la difusión de su contenido entre la población, con la finalidad de que la gente pueda invocarla. (FIN/IPS/lc/dm/hd/00