La cooperación para el desarrollo está llamada a jugar un papel de primer orden en el desafío de poner fin a la pobreza, un objetivo considerado posible por expertos y dirigentes políticos que se reunieron en la capital de Italia.
La ayuda oficial al desarrollo -el dinero destinado por el conjunto de los países más ricos en favor de los del Sur- alcanzó en 1998 a 51.500 millones de dólares, 29 por ciento de los flujos financieros dirigidos a esas naciones en desarrollo.
Pero si la ayuda se incrementó 8,9 por ciento entre 1997 y 1998, en los cinco años precedentes había bajado sensiblemente. Mientras en 1994 era equivalente a 0,33 por ciento del producto interno bruto (PIB) de los países donantes, en 1997 se redujo a 0,22 por ciento.
Según estos datos, Luciano Andrea, director científico del Grupo CERFE, organismo que representa a tres institutos de investigación y formación, aseguró el marts que "los recursos financieros destinados a la lucha contra la pobreza son absolutamente insuficientes".
Attilio Massimo Iannucci, director general para la Cooperación al Desarrollo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia, destacó que este organismo lleva adelante un "Programa Especial de Lucha contra la Pobreza", que prevé una serie de prioridades.
Estas prioridades no son sólo territoriales (Africa, los países del Mediterráneo y algunos de América Central), indicó, sino también temáticas, como la lucha contra el sida, la promoción de la pequeña y mediana empresa, la protección del ambiente, la mujer y la infancia.
Se trata de dar una respuesta específica al problema de la pobreza y, en particular, a la "feminización de la pobreza", que a su juicio se presenta como el gran desafío del nuevo milenio.
El presidente de la Cámara de Diputados de Italia, Luciano Violante, coincidió en que la pobreza tiene "cara de mujer", aunque "los datos estadísticos generales no ayudan a distinguir entre hombres y mujeres".
Se encuentra en desarrollo un proceso de "feminización de la pobreza", indicó. En los países pobres, cerca de 550 millones de mujeres -más de la mitad de la población rural del mundo- vive por debajo del nivel de pobreza.
Violante subrayó que frente a un creciente desarrollo económico global, con un aumento de 10 veces del PIB mundial en los últimos 50 años, se asiste al mismo tiempo a un incremento de la brecha entre los países ricos y los pobres.
En apoyo de esto citó el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), según el cual más de 80 países tienen un ingreso por habitante más bajo que hace una década.
En particular, a partir de 1990, sólo 40 países han obtenido un crecimiento medio de su ingreso por habitante de más de tres por ciento anual, mientras se han empobrecido 55 países, sobre todo del Africa subsahariana, pero también de Europa oriental y de la Comunidad de Estados Independientes.
El desarrollo de los países pobres, señaló Violante, debe constituir un vínculo para las políticas económicas de los países ricos, poniendo termino, por ejemplo, a las barreras del comercio internacional, para que puedan sacar provecho también de la globalización económica.
"Si esos países no logran entrar con sus productos en nuestros mercados y nuestros productos entran sin alguna limitación en sus mercados, será difícil pensar en que logren un verdadero desarrollo", sentenció.
Guido Barbera, quien asistió como delegado de las organizaciones no gubernamentales (ONG) italianas, sostuvo que se debe buscar la forma de movilizar los recursos de los países ricos para luchar contra la creciente pobreza, que contribuye al incremento del racismo y de la violencia.
Tratándose de países en desarrollo, afirmó, las medidas de lucha contra la pobreza no deben ser sólo una prioridad de la política de cooperación, sino de las relaciones exteriores en general. (FIN/IPS/jp/ag/dv ip/00
