La violencia contra periodistas está en crecimiento en todo el mundo, afirmó el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), con sede en Nueva York, en su último informe anual.
El año pasado, 34 periodistas fueron asesinados en el cumplimiento de sus tareas, y esto marca un "inquietante aumento" sobre el año anterior, cuando se produjeron 24 asesinatos, señala el informe publicado el miércoles en Nueva York.
En todas las regiones del mundo se asesinan periodistas, incluso Africa, Asia, Europa y América Latina.
Diez de los 34 reporteros fueron asesinados en Sierra Leona, en su mayoría por rebeldes que procuraban silenciar las denuncias sobre atrocidades contra civiles. Otros seis fueron muertos en Yugoslavia y cinco en Colombia.
El resto de los periodistas asesinados está conformado por uno de Argentina, dos de Indonesia, uno de Líbano, tres de Nigeria, tres de Rusia, dos de Sri Lanka y uno de Turquía.
El informe anual, titulado "Ataques a la Prensa en 1999", ofrece detalles de más de 500 casos de periodistas que fueron multados, atacados, encarcelados o asesinados por causa de su trabajo.
Asia permanece hostil a una prensa libre e independiente pese al creciente acuerdo sobre que la estabilidad política y económica del continente depende en gran medida de la disposición de los gobiernos a aumentar la transparencia y levantar los restricciones a los medios, señaló el CPJ.
Por otra parte, los gobiernos de varios países de América Latina tomaron medidas para poner sus leyes de acuerdo con las normas internacionales, pero la prensa es vulnerable a un nuevo tipo de persecución: las campañas de difamación.
Mientras, en Africa, las guerras son todavía la mayor amenaza para los periodistas y la libertad de prensa en general.
Gobiernos y grupos rebeldes utilizan como excusa los conflictos civiles y transfronterizos para perseguir, intimidar y censurar a la prensa, con frecuencia en nombre de la "seguridad nacional", y en algunos casos para asesinar periodistas inpunemente.
"Algunos déspotas están adoptando métodos más sutiles para silenciar a la prensa", porque "entienden que los gobiernos pueden pagar un alto precio internacional por encarcelar rutinariamente a periodistas", sostuvo Ann Cooper, directora ejecutiva del CPJ.
"Por lo tanto, excluyen a los medios independientes mediante nuevos impuestos, multas devastadoras o impidiendo su acceso a las imprentas controladas por el Estado", explicó.
Los gobiernos de Argelia y Pakistán son algunos de los que utilizan esas tácticas, pero el empleo de éstas creció de forma alarmante el año pasado en la ex Yugoslavia, Ucrania, Belarús y otros países de Europa central y oriental.
De todos los periodistas muertos en 1999, algunos quedaron atrapados en fuego cruzado mientras cubrían alguno de los conflictos locales o regionales que proliferaron desde el fin de la guerra fría, en 1989, pero la mayoría fueron asesinados por facciones que deseaban silenciarlos.
"Los asesinatos de periodistas constituyen el barómetro más dramático del estado de la libertad de prensa, pero la prisión es otra poderosa herramienta utilizada por los enemigos de los medios", dice el informe.
China fue descrita como el principal país encarcelador de periodistas, con 19 presos a fines de 1999, casi un cuarto del total mundial.
En Turquía, 18 periodistas estaban en la cárcel a fin de año, frente a 27 un año antes, en lo que el CPJ calificó como "una mejora bienvenida en un país que encabezó la lista de periodistas presos por varios años".
A nivel mundial, 87 periodistas estaban tras las rejas a fines de 1999 por causa de su trabajo, en comparación con 118 en 1998.
"Esta caída representa una mejora notable", destacó el Comité, y señaló que decenas más fueron detenidos durante 1999 pero liberados antes de fin de año.
Estas advertencias "de corto plazo", sin embargo, tienen un efecto muy perjudicial en el periodismo independiente.
Por ejemplo, en los dos años y medio de gobierno de Laurent Kabila en la República Democrática de Congo (ex Zaire), al menos 60 periodistas fueron detenidos.
Aunque la mayoría nunca fueron acusados ni juzgados, el uso de la cárcel para silenciar a los periodistas críticos le valieron a Kabila su inclusión entre los Diez Peores Enemigos de la Prensa en 1999, señaló el CPJ.
El informe también documenta otros abusos, desde la tortura de periodistas en Zimbabwe y el secuestro de otros en la república separatista rusa de Chechenia hasta el creciente uso de la "persecución burocrática" para clausurar periódicos y otros medios que critican a presidentes de hecho o de derecho.
En Zimbabwe, donde los medios independientes obtuvieron en los últimos tiempos cierta libertad bajo el régimen totalitario de Robert Mugabe, los militares detuvieron y torturaron a dos periodistas en enero, denunció Cooper.
Mugabe negó los cargos de tortura, pero declaró que no puede condenar a su ejército si los periodistas lo "provocan".
Las leyes sobre difamación siguen siendo una de las principales armas utilizadas contra los medios independientes, señaló Cooper.
Decenas de países mantienen castigos penales por difamación, y el CPJ se opone a esas leyes. "Creemos que las penas civiles son un castigo adecuado en los casos de verdadera difamación, y que la amenaza de la cárcel tiene un efecto congelante sobre el periodismo independiente e investigador", observó.
"Esto es especialmente notorio en países donde el Poder Judicial no tiene independencia del gobierno", agregó Cooper. (FIN/IPS/tra-en/td/da/mlm/cr-hd/00