La historietista argentina Maitena Burundarena ocupa hoy en el diario español El País con su tira cómica semanal, pródiga en ironías sobre la vida cotidiana de las mujeres, el espacio que tenía Quino, el autor de Mafalda.
A los 38 años, Burundarena, que vive de la historieta hace 20, señaló que todavía es raro que una mujer publique sus trabajos en la página de humor de un diario, lugar básicamente ocupado por hombres, aunque carezcan del talento de muchas artistas que no llegan a ese espacio.
Maitena, como firma sus tiras, logró acceder en 1999 al centenario diario La Nación, de Buenos Aires, y poco después la llamaron de la revista dominical de El País, de Madrid, en que publica hace cinco meses.
Ahora negocia con editoriales de Italia e India, donde parece haber quienes se pueden divertir con su sarcasmo.
Comenzó creando historietas eróticas, y solo en 1993 comenzó a publicar en forma regular en la revista femenina Para Tí viñetas que describen distintas escenas de la vida cotidiana de mujeres adultas. También publica en Paula, suplemento femenino del diario El País de Montevideo.
"Mis historias no eran para mujeres, pero empezaron a leerlas las mujeres. No me interesa ser graciosa, me interesa trabajar sobre determinados temas, pero no causar gracia, porque lo mío funciona más por identificación, y eso lleva su tiempo", explicó la historietista.
En sus historias, la suegra se entromete, los hijos dudan del equilibrio mental de sus padres apenas con un gesto, las mujeres sufren por perder la tonicidad muscular, por estar solas, por la tecnología que no manejan, y también por la angustia, los celos, la autodesvalorización, el fracaso y la culpa.
Así, los clásicos consejos "de mujer a mujer" se transforman con ella en desopilantes cuadros en los cuales, por ejemplo, recomienda a dónde "no ir" con los hijos de vacaciones, de acuerdo con la edad que tengan los pequeños. Si son bebés, lo ideal es evitar la playa, pero ella no lo dice de ese modo.
"Andá tranquilo vos", dice la madre agotada, con el bebé en brazos. "Yo le doy de comer, le cambio los pañales, lo duermo, y después de la siesta, cuando caiga el sol, si no hay mucho viento, vamos un ratito", le dice a su esposo, que asiente entre confundido y resignado.
Las peleas de la familia por el perro o el gato que todos, menos la mujer, quisieron tener y que ninguno quiere alimentar, vacunar, bañar o sacar a pasear una vez pasado el entusiasmo del primer mes, es otra clásica muestra de los asuntos domésticos que "recaen" sobre las mujeres.
Los divorcios, el sexo, el rechazo por las huellas que el tiempo va dejando en el cuerpo y las nuevas parejas con hijos de distintos matrimonios tampoco están ajenos, por supuesto, al mundo de Burundarena, que tuvo dos hijos antes de cumplir 20 y una tercera a los 38.
"En mi vida hubo tres cosas que me apuntalaron y sin las cuales no podía haber hecho nada: mis hijos, mi vocación y la mucama", admitió esta mujer que, en coincidencia con Quino, tampoco tuvo una vida grata y feliz.
"¿A dónde hay que firmar para no volver a la infancia ?", se ríe Burundarena, que prefiere no narrar su vida privada porque la considera una "telenovela venezolana".
Cuando la artista aconseja a las madres "cómo convertir a su hijo en un hombre machista", obliga a pensar en las actitudes de muchas mujeres que, pese a padecer la discriminación y la sobrecarga de tareas, reproducen estas diferencias al asignar tareas y celebrar comentarios.
Pero todo está tratado de una manera tan irónica que suele arrancar una carcajada identificatoria. Los dibujos y gestos de las mujeres, los rostros —por lo general— desconcertados de los hombres y la preocupación de los niños que parecen cargar con sus padres son todos reales.
Así, las viñetas del semanario Para Tí se transformaron en cuatro libros sucesivos titulados "Mujeres Alteradas", que vendieron siempre más de 100.000 ejemplares. Fue por esas recopilaciones, difundidas en España, que los editores de El País creyeron que era tiempo de cambiar.
La Mafalda de Quino, aquella niña inconformista de los años 70 que con su visión del mundo adulto se transformó junto con su grupo de amigos en una embajadora del mundo, parece de alguna manera estar presente en estas mujeres de Maitena, en estado casi de crisis permanente.
"Mujeres Alteradas" reproduce "unas Mafaldas creciditas con problemas de peso y algo histéricas, que escupen su neurosis por la boca", según una reseña crítica publicada en El País madrileño.
Las historias de Maitena "son latigazos sobre lo cotidiano", agregó el crítico.
Para adaptarse al público español, Maitena tuvo que conocer la escasa difusión que en esa sociedad tiene el psicoanálisis, que, en cambio, invadió la vida cotidiana y el discurso de mujeres y hombres de la clase media argentina.
Además, las mujeres separadas de más de 30 años, en general, no tienen hijos en España.
Pero sí, en cambio, ambos mundos femeninos tienen en común el estrés y la angustia que les depara a las que se separan que su "ex" se relacione con una mujer más joven, el deterioro del cuerpo, las canas y el atolondramiento por el consumo, sobre todo de ropa que luego no siempre se usa "pero está barata".
Maitena, que sabe que reina en un espacio ocupado mayoritariamente por hombres, consiguió que las mujeres se adscriban a la historieta. "La mujer no es lectora de historieta, porque siempre tendemos a leer cosas que hablen de nosotras, de lo nuestro", observó.
Quizás en ese espacio vacío que ella descubrió sin querer el día que buscó hacer algo que le resultara fácil para ganarse la vida esté el secreto de su éxito. (FIN/IPS/mv/mj/cr/00


