La décima reunión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) comienza hoy hoy en Tailandia y muchos esperan que permita avanzar en el diálogo entre países pobres y ricos.
El secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricupero, dijo que la reunión debería acercar las posiciones del Sur en desarrollo y el Norte industrializado tras el fracaso de la III Conferencia Interministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), realizada a fines de noviembre y comienzos de diciembre.
En esa conferencia, que se llevó a cabo en la ciudad noroccidental estadounidense de Seattle, se intentó encerrar a los países en desarrollo en una agenda de libre comercio impulsada por el Norte, cuyos representantes dominan esa organización, y las sesiones terminaron sin ningún acuerdo.
Las esperanzas de muchos activistas, economistas y funcionarios gubernamentales sobre la reunión de cinco días de la UNCTAD, en la cual participan representantes de 180 países, quizás sean demasiado optimistas.
La UNCTAD no es un foro de negociación sobre convenios comerciales como la OMC, aunque durante décadas actuó como portavoz de los países en desarrollo y provocó la ira de Washington, que pidió su abolición.
Además el organismo de las Naciones Unidas, creado hace 35 años y con sede en Ginebra, dista mucho de ser monolítico, y se ha visto afectado por numerosos conflictos, incluso entre naciones en desarrollo.
La forma en que la UNCTAD maneje las deliberaciones y su capacidad para ganar peso en el debate mundial sobre un modelo apropiado de desarrollo, tras la crisis financiera asiática, pueden determinar el futuro del organismo.
"La UNCTAD, muy influyente en los años 70 y 80, puede reafirmarse moral y analíticamente, y también como candidata a ser una autoridad negociadora" en las áreas de comercio mundial, finanzas, inversiones y desarrollo, dijo Walden Bello, de la organización no gubernamental (ONG) Foco sobre el Sur Global, con sede en Bangkok.
Bello se preguntó si la UNCTAD aprovechará la oportunidad y la ventaja que le brinda unu legitimidad "que los miles de millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la OMC no pueden comprar".
La UNCTAD no puede ni debería reemplazar a la OMC, pero su tarea es "mediar en la búsqueda de un sistema más democrático de gobernabilidad económica mundial", escribieron esta semana Bello y Nicola Bullard, también integrante de Foco sobre el Sur Global.
Otros no son tan optimistas. "Creo que es una ilusión que UNCTAD pueda ser un foro de negociación. No creo que el 'realismo político' permita que eso ocurra", apuntó Yash Tandon, de la ONG Red Grupal del Sur, con sede en Zimbabwe.
Tandon señaló que los países industrializados de Occidente han trabajado durante décadas para establecer normas mundiales de libre mercado que sirvan a sus intereses económicos y comerciales, y que no van a ceder sin luchar.
Pese a todo, la reunión de UNCTAD brinda a economistas, funcionarios y representantes de la sociedad civil la posibilidad de aprender las lecciones de Seattle y adoptar otra perspectiva para discutir el régimen de comercio mundial y la cuestión más amplia de administrar la globalización económica.
Es previsible que la reunión se desarrolle entre reclamos de que la liberalización económica sea manejada para mejorar la calidad de vida y no para sumar pobreza y ampliar la brecha entre pobres y ricos, una retórica ya empleada el mes pasado por los representantes de grandes potencias en el Foro de Economía Mundial de Davos, Suiza.
Esto es una victoria para los activistas que han presionado por la adopción de tal enfoque durante muchos años, y ocurre mientras las instituciones mundiales para el gobierno económico, como la OMC y el Fondo Monetario Internacional, padecen una severa crisis que afecta su relevancia en el debate mundial.
La reunión de Seattle fracasó entre quejas del Sur por el sesgo imprimido por Estados Unidos a la agenda de la OMC y la falta de transparencia en la negociación. Por su parte, el FMI está siendo objeto de más revisiones y críticas que nunca, por sus recetas para enfrentar la crisis financiera asiática.
La confluencia de esos factores significa que hay más espacio para quienes cuestionan un modelo económico que, según sus críticos, ha sido elaborado a la medida de los intereses del Norte y de los grandes intereses corporativos.
Una UNCTAD cuya opinión tuviera mayor peso en los países ricos contribuiría a crear "un régimen económico mundial más pluralista" que el propiciado por organizaciones como la OMC, que están "sentadas en la cumbre del mundo y someten todo a la prioridad del comercio", comentó Bello.
En un documento de cinco páginas que será presentado en la reunión, más de 200 representantes de ONG que se reunieron en Bangkok esta semana afirmaron que "las investigaciones y análisis de la UNCTAD jugaron un papel clave para exponer los efectos negativos de la globalización y sugerir políticas alternativas para corregirlos".
Los activistas pidieron al organismo de la ONU que trabaje más sobre sus objetivos vinculados con el desarrollo, y que escuche propuestas para actuar en asuntos tan diversos como el problema de la deuda externa, las cuestiones ambientales y laborales, y la seguridad alimentaria.
"La UNCTAD debe verse a sí misma como una representante de los marginados del Norte y del Sur", alegaron. Sin embargo, los representantes de ONG admitieron que la UNCTAD y su reunión en Bangkok no podrán dar respuestas inmediatas a todos los males.
Algunos expresaron su desilusión tras una reunión con Ricupero en la cual éste dijo que la UNCTAD no tiene poder de negociación, e interpretaron esas palabras como una señal de derrota de los esfuerzos por desafiar el dominio de la OMC.
"Trataremos las mismas cuestiones (que en Seattle), pero no para lograr acuerdos sino para preparar nuevas negociaciones y dar a esas cuestiones una perspectiva vinculada con el desarrollo", declaró Ricupero.
Bello piensa que el mayor problema es que los paísesrrollo no están unidos.
"En Seattle esos países se opusieron juntos a la estructura del poder decisional, pero en el fondo había divergencia de opiniones", explicó.
Incluso en el Sudeste de Asia, tras la crisis, países como Tailandia y Filipinas siguen impulsando el modelo de desarrollo basado en el libre comercio y la liberalización económica, afirmó.
De todos modos, los críticos coincidieron en que la UNCTAD debería por lo menos trabajar para que los más pobres tengan mayor espacio y flexibilidad en los nuevos esquemas del comercio mundial.
Las normas del Acuerdo General de Tarifas y Aranceles, predecesor de la OMC, al menos sdaban a los países en desarrollo "un tratamiento especial y diferenciado" por su debilidad en el terreno comercial, pero la OMC estableció reglas uniformes para todos, sólo con diferencia de cronogramas para aplicarlas.
Los críticos de la OMC señalaron que hay un creciente resentimiento en el Sur porque el Norte exige que se abran los mercados al libre comercio, pero subsidia sus propias exportaciones y bloquea las más competitivas de los países en desarrollo, en los rubros agrícolas y textiles.
Ricupero dijo que veía signos saludables de "compromiso" después de Seattle, pero las ONG advirtieron que las tensiones entre países ricos y pobres se agudizarán si el modelo dominante de libre comercio no cambia.
Se prevé que los debates de Bangkok se rpofundizarán en la primera cumbre del Grupo de los 77, de países en desarrollo, que se llevará a cabo en abril en Cuba. (FIN/IPS/js/ego/mp/dv ip/00)