La desnacionalización de la economía de Brasil, un fenómeno antes atacado sólo por la oposición izquierdista, pasó a preocupar ahora a parte del oficialismo, así como a empresarios y banqueros.
La alarma sonó con la compra del Banco Meridional, de fuerte presencia en el sur del país, por el español Santander en enero y la posibilidad de que también pase a dueños extranjeros el Banco del Estado de Sao Paulo (Banespa), a privatizarse el 16 de mayo.
El capital foráneo ya controla 40 por ciento de los activos de los bancos privados brasileños, según consultores especializados. Pueden alcanzar la mitad con el Banespa, estratégico por su tamaño y su concentración en Sao Paulo, el corazón de la economía nacional.
Además, pondría un banco extranjero entre los tres mayores privados del país, disputando el liderazgo con Bradesco e Itaú.
Con la banca desnacionalizada, el país tendrá más dificultades para afrontar crisis financieras internacionales como las originadas en Asia y Rusia en 1997 y 1998, advirtió Fernao Bracher, ex presidente del Banco Central, hoy banquero asociado al austríaco Creditanstalt.
En la devaluación de enero de 1999, por ejemplo, el gobierno no habría logrado refinanciar su deuda interna junto a bancos comandados por centros de decisión externos, explicó. Las consecuencias serían dramáticas.
En la privatización del Banespa, triunfó la posición del Banco Central de abrir la disputa a extranjeros, permitiéndoles adquirir 100 por ciento del capital. El objetivo es obtener el mejor precio posible en su venta.
Pero tal decisión generó crecientes divisiones dentro del gobierno, informó el domingo el diario Folha de Sao Paulo, que reveló, además, la existencia de presiones por un apoyo financiero oficial para favorecer a los bancos nacionales en la subasta.
El presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, Andrea Calabi, ya bautizó "neonacionalismo" su nueva orientación, consistente en financiar preferencialmente a las empresas nacionales.
Esa poderosa institución de fomento, que ofrece 20.000 millones de dólares anuales en créditos de largo plazo, trata de redimirse ante duras críticas que recibió de empresarios nacionales por financiar a grupos extranjeros en la adquisición de empresas brasileñas privatizadas.
La última gota fue su decisión de ofrecer créditos a extranjeros en la privatización de centrales hidroelétricas del estado de Sao Paulo, en noviembre, por temer el fracaso de la subasta. Eso favoreció a la estadounidense AES, en desmedro de un consorcio nacional.
La ola nacionalista dentro del gobierno se acentuó con un artículo del ex ministro de Administración y de Ciencia y Tecnología, Luiz Carlos Bresser Pereira, quien calificó de "locura" la entrega del Banespa al capital foraneo.
Bresser es un influyente dirigente del cogobernanete Partido Socialdemócrata, al que pertenece el presidente Fernando Henrique Cardoso, de quien es amigo.
La penetración del capital extranjero crece, en especial entre los socialdemócratas. Las razones son menos ideológicas que las de los izquierdistas.
El capital extranjero ya domina las telecomunicaciones del país y conquistó casi todas las empresas de energía privatizadas.
Como sus inversiones se destinan principalmente al sector de servicios, y no a la producción de bienes, poco contribuyen al aumento de las exportaciones e incrementan las remesas de utilidades, que ya alcanzan cerca de 7.000 millones de dólares al año, argumentan.
El déficit en las cuentas externas es el gran factor que amenaza la estabilidad económica y limita las posibilidades de crecimiento del país, según los opositores y los "neonacionalistas" del gobierno.
Pero también representantes la corriente más conservadora de la coalición gubernamental, el Partido Progresista Brasileño, manifiestan temores ante la desnacionalización que pesa negativamente en la balanza de pagos y no aporta empleos ni tecnología al país.
Entre esas voces figuran las del ministro del Trabajo, Francisco Dornelles, y el diputado Delfim Netto, ex ministro de Planificación y de Hacienda de gobiernos militares (1964-1985).
Contra la "excesiva" apertura del sector financiero a los extranjeros se alzó también Roberto Setúbal, presidente de la Federación Brasileña de Bancos y del Itaú, segundo banco privado brasileño.
La competencia es desigual, ya que el costo del capital es muy elevado en Brasil y los extranjeros pueden obtener financiación abundante y más barata en el exterior, argumentan todos. (FIN/IPS/mo/mj/ip if/00