Vietnam se destaca en el sudeste asiático por las rápidas conquistas en la educación, aunque no dejan de ocultar la brecha que existe entre los medios urbano y rural.
El país sigue siendo uno de los más pobres del mundo, con un ingreso anual por persona de alrededor de 300 dólares, pero el crecimiento económico que tuvo en los últimos años llevó al Estado a incrementar sus gastos.
El presupuesto destinado a la educación aumentó de 8,9 por ciento en 1991 a 14,1 por ciento el año pasado, según un nuevo informe gubernamental preparado para una conferencia que se realiza en Bangkok esta semana.
La meta para este año es llegar a 15 por ciento y destinar un tercio de ese total a la educación primaria, que para el gobierno es el componente más importante de la iniciativa Educación Para Todos, que insta a los países a cumplir con ciertas metas.
Vietnam tiene motivos de orgullo en el área de la educación. En los últimos 50 años, hizo grandes esfuerzos para aumentar el porcentaje de alfabetizados. En 1945, cerca de 90 por ciento de la población era analfabeta, pero a fines de la década del 80, el porcentaje se redujo a 12.
El Ministerio de Educación y Formación calculó en 1997 que ocho por ciento de los mayores de 15 años seguían siendo analfabetos.
Ese mismo año, el Banco Mundial estimó que los iletrados eran sólo seis por ciento de la población, lo cual correspondía a la meta fijada en la Conferencia Mundial de Educación para Todos, celebrada en 1990 en Jomtien, Tailandia.
La conferencia de Bangkok se hará para supervisar los progresos obtenidos desde la de Jomtien.
También se registraron progresos considerables en el número de estudiantes que terminan su educación primaria, que pasó de 54,5 por ciento en 1993-94, a 75,5 por ciento en 1998-99.
A pesar de esos logros, muchos vietnamitas se quejan de que la calidad de la educación es inferior a la demanda.
El Comité Nacional de Supervisión de Educación Para Todos anunció que la iniciativa de universalizar la educación primaria redujo la proporción de maestros con la capacitación debida, de 96,3 por ciento en 1990-91 a 92,8 por ciento en 1998-99.
El crecimiento de población, que se mantuvo en 1,58 por ciento el año pasado, significó también una gran presión para el sistema educativo, y la consecuencia fue que se contrataron maestros con escasa formación.
El Ministerio de Cultura sostiene que el país necesita 106.000 maestros nuevos en todos los niveles de educación.
Las zonas rurales y montañosas, habitadas sobre todo por grupos étnicos minoritarios, son las que más sufren la escasez de infraestructura y de personal docente con buena formación.
La etapa más abandonada en esas zonas es la preescolar. El diario del Partido Comunista Nhan Dan informó en octubre que cerca de la mitad de los 140.000 maestros preescolares de las zonas alejadas de las ciudades no tienen salario ni seguridad social.
Esos maestros dependen de lo que pagan los padres de los niños, lo cual se reduce a veces a cerca de cinco dólares por mes. Algunos distritos son tan pobres que los maestros reciben su paga en especie, con arroz, maíz y maní.
Muchas escuelas de esas regiones son de bambú y no tienen biblioteca, ni laboratorios, ni teléfonos, y a veces ni siquiera cuentan con luz eléctrica. No es de sorprender que los maestros no quieran trabajar en esas condiciones.
Muchos se quedan en ciudades como Hanoi después de formarse. Allí pueden recibir salarios estatales de más de 10 dólares mensuales, además de las contribuciones de las familias de los estudiantes, y prefieren arriesgarse a quedar desempleados que aceptar un puesto en zonas remotas del país.
Las diferencias de inversión entre las ciudades y las zonas rurales pobres se ven reflejada en las estadísticas de educación primaria.
El porcentaje de alumnos que terminaron el ciclo de educación primaria en Hanoi aumentó de 54 por ciento en 1993-94 a 96 por ciento en 1997-98, pero en la provincia de Gai Lai, del centro del país, la cifra sólo subió de 36,3 a 37,4.
La brecha de género en cuanto a la educación tampoco desapareció a nivel nacional, pero en las zonas más remotas, sobre todo en aquellas donde viven minorías étnicas, la diferencia es mucho mayor.
Casi 60 por ciento de los analfabetos de Gai Lai eran mujeres en 1998, y en otras provincias sureñas, de mayoría kinh o vietnamita, la mitad de los iletrados eran mujeres.
"El desafío para el futuro es llegar a las minorías étnicas, a las zonas de difícil acceso y a las niñas", comentó un experto en educación de la Organización de las Naciones Unidas.
Los programas de estudio son criticados porque no cubren las necesidades del estudiante ni cumplen con la aspiración de modernización y crecimiento económico del país.
El gobierno prometió acelerar las reformas para acceder al libre mercado y aumentar la competitividad, además de insuflar vida a la economía, pero los observadores creen que la escasez de mano de obra calificada podría constituir un obstáculo.
"La calidad de la educación vietnamita es muy baja en comparación con la de otros países de la región", se lamentó el profesor Nguyen Van Dao, de la Universidad Nacional de Hanoi, en un seminario sobre educación.
"Los métodos de formación hacen hincapié en la teoría. Los estudiantes no tienen herramientas científicas ni lógicas de pensamiento. A todos les falta ambición científica", agregó.
El viceministro de Educación, Nguyen Tan Phat, admitió en una entrevista del diario Vietnam News, en diciembre, que los programas de estudio son poco prácticos, aplican mucha presión sobre los alumnos y se apoyan en material didáctico antiguo.
"La actual metodología de enseñanza se caracteriza por la presentación de los maestros y una actitud pasiva de los estudiantes. Eso perjudicó los esfuerzos para mejorar la calidad de la educación", indicó Phat.
"Aunque el presupuesto estatal para la educación se incrementó en los últimos años, no satisface las necesidades, ya que aumentaron el número de estudiantes, la demanda de salarios para el personal docente y el gasto en instalaciones y material escolar", recalcó.
Algunos expertos en educación sugirieron que habría que cambiar el modo de distribución de los subsidios estatales.
"Vietnam podría reducir los subsidios a la educación secundaria y terciaria y utilizarlos para la sección primaria", proponen.
"Eso serviría para acabar con discrepancias regionales e incrementar la carga horaria, que actualmente es una de las más bajas del mundo, de cuatro a cinco horas por día", indicó un analista extranjero. (FIN/IPS/tra-en/nnp/js/ceb/aq/ed/00