Una feria comercial binacional de productos médico-farmaceúticos abrió esta semana en esta capital un capítulo sin precedentes en los últimos 40 años de constante conflicto entre Cuba y Estados Unidos.
Por primera vez desde octubre de 1959, año de la llegada al poder del presidente Fidel Castro, 280 representantes de 97 firmas estadounidenses coinciden en la isla, desde el lunes 24 hasta este sábado, con el fin de explorar oportunidades y también hacer negocios.
Entre los participantes, la mayoría de los cuales han expresado sus deseos de encontrar socios en la isla, se destaca como auspiciadora la compañía Archer Daniels Midland, la mayor productora del mundo de vitamina E, que cerró 1999 con ingresos de más de 14.000 millones de dólares.
El propósito es "promover la venta en Cuba de los productos para el cuidado de la salud fabricados y distribuidos por compañías con sede en Estados Unidos", dijo Peter W. Nathan, presidente de PWN Exhibicon International, firma radicada en Connecticut.
Tras dos años de gestiones, Nathan obtuvo el permiso de los departamentos de Estado (cancillería) y del Tesoro de los Estados Unidos para la realización de una muestra médico-farmacéutica que excluyera productos usados en biotecnología.
La Oficina de Administración de Exportaciones, en Washington, autorizó a los expositores a almacenar su productos una vez terminada la feria en la Zona Franca del Wajay, en las afueras de La Habana, con vistas a futuras ventas a entidades cubanas seleccionadas.
De todos modos, cada transacción necesitará de una licencia específica del Departamento del Tesoro y deberá efectuarse a través de un tercer país, pues, de acuerdo con las reglas del bloqueo comercial impuesto por Washington a la isla, los bancos estadounidenses no pueden recibir directamente dinero de la isla.
Aunque habrá que salvar un buen número de obstáculos antes de concretar alguna venta, tanto organizadores como participantes coinciden en ver en la feria un primer paso hacia el levantamiento parcial de las sanciones económicas contra la isla.
Lo más importante es "el cambio en la mentalidad de los productores y el empresariado estadounidense y el interés por vencer obstáculos artificiales" en sus negocios con la isla, dijo el presidente de la Cámara de Comercio de Cuba, Héctor Pérez Paéz.
Pérez Paéz aseguró a la prensa en La Habana que podían esperarse algunos acuerdos entre empresas de ambos países y que la parte cubana tenía mucho interés en los intercambios entre el empresariado estadounidense y centros de investigación de la isla.
Cuba contempla la posibilidad de lograr un negocio similar al concertado con la sucursal inglesa de la firma estadounidense Smithline Beecham para la comercialización de la vacuna cubana contra la hepatitis B.
Pero, como norma, los funcionarios locales no se muestran muy optimistas en cuanto a la posibilidad de llevar a término operaciones comerciales mientras se mantengan vigentes las leyes estadounidenses Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996).
Sobre la flexibilización anunciada el año pasado por el presidente estadounidense, Bill Clinton, a la venta de medicamentos a la isla, Pérez Páez aseguró que "hasta ahora Cuba no ha podido comprar en Estados Unidos ni una sola aspirina".
Las regulaciones, consideradas excesivas por las autoridades cubanas, incluyen que el vendedor debe seguir el producto hasta su destino final para impedir que sea utilizado en actos de tortura, abusos de los derechos humanos, biotecnología o reexportación.
La posibilidad real de concertar un negocio choca contra la inexistencia de vuelos regulares entre ambos países y la prohibición de atracar en puerto estadounidense en un período de seis meses a todo barco que toque costas cubanas.
Sin embargo, un diplomático estadounidense negó el lunes que el embargo económico de casi cuatro décadas a la isla obstaculice la venta de medicamentos y equipos médicos.
Sólo en el primer semestre del pasado año se entregaron licencias para exportar a la isla productos médico-farmacéuticos por 26 millones de dólares, aseguró la fuente. En 1998 las licencias habían alcanzado los 11 millones, añadió.
Las autoridades cubanas, empero, aseguran que hasta ahora ninguna transacción comercial ha logrado llevarse a término.
Nathan, quien organizó también la primera feria comercial estadounidense en China, considera que la exposición abierta en La Habana permitirá a las empresas de Estados Unidos tener clara la "relación costo-beneficio de un aumento de sus ventas a Cuba".
Un estudio de la Universidad John Hopkins, con sede en Washington, estimó que, tras el levantamiento de las sanciones comerciales contra Cuba, Estados Unidos podría vender a la isla productos médicos por 90 millones de dólares en un solo año.
Fuentes oficiales cubanas estiman que la imposibilidad de acudir al mercado estadounidense para la compra de medicamentos, insumos y equipos para el sector de la salud les obligaron a gastar 550 millones de dólares de más.
En 1959, Cuba adquiría en Estados Unidos más de 80 por ciento de las medicinas, reactivos, material gastable, instrumental médico y materias primas farmaceúticas, según una demanda por daños económicos presentada este mes ante tribunales cubanos contra Washington.
Treinta años después, en 1989, la isla importaba más de 400 tipos de medicamentos, la mayoría de sus antiguos socios del bloque socialista.
Según el presidente de la Cámara de Comercio de Cuba las importaciones de medicamentos se deterioraron sensiblemente al pasar de 200 millones de dólares en los años 80 a 30 millones el pasado año.
Pérez Páez afirmó que la tendencia apunta a un crecimiento paulatino de las importaciones, pero, al mismo tiempo, aseguró que el impacto del levantamiento del embargo sobre la venta de medicinas no solucionaría de inmediato los problemas en la isla.
"No hay varitas mágicas, ni soluciones mágicas", dijo el funcionario cubano. (FIN/IPS/da/mj/ip if/00