El Movimiento de Furiosos Ciclistas (MFC), una "organización inorgánica" de la capital de Chile, recibió el premio al Mejor Acto Ambiental 1999, en reconocimiento a su tesonera labor en pro de un transporte limpio y una ciudad más humana.
El premio que discierne cada año el Instituto de Ecología Política (IEP) le fue entregado al MFC el día 11 en un acto realizado en la Plaza de la Constitución, frente al palacio presidencial de La Moneda, como una forma de llamar la atención de las autoridades.
Creado en los años 80 y reconstituido en 1995, el MFC se presenta en su página web (www.geocities.com/Yosemite/7584) como "una organización inorgánica chilena que pretende impulsar el reemplazo del automóvil por la bicicleta en los desplazamientos urbanos".
"Este grupo está fuera de la lógica del mercado, del consenso político y de la racionalización del trabajo", se advierte en la portada de la página, en consonancia con el estilo transgresor y a la vez humorístico de esta agrupación ciudadana.
Por lo menos una vez al mes, son cientos los adherentes del MFC que pedalean sobre sus máquinas en masivas bicicletadas por la Alameda Bernardo O'Higgins, la principal avenida de Santiago, o por otras calles de alta densidad de circulación de automotores.
En los fundamentos del premio se subrayaron las múltiples actividades de estos "furiosos" cultores de las dos ruedas, que organizan excursiones en los alrededores de Santiago y reparan gratuitamente las bicicletas de quienes se acercan a ellos.
El MFC "apuesta a un aumento en un modo de transporte sano, económicamente alcanzable para todos y no contaminante, además de recreativo. En poco tiempo ha logrado que los ciclistas tengan su propio portavoz, con una gran importancia ambiental", dijo el IEP.
La creación de este movimiento fue una respuesta desde la comunidad a las graves dimensiones que adquirió la crisis ambiental de Santiago en las últimas décadas y que mantiene a esta urbe entre las más contaminadas de América Latina.
Los cinco millones de santiaguinos sufren, sobre todo en otoño e invierno, las consecuencias de un aire enrarecido a diario por un parque automotor en constante crecimiento, tanto en términos de ómnibuses como de automóviles particulares.
Es por ello que el MFC caracteriza como su enemigo al "Imperio Motorizado Sin Freno" (Imosfre), en función de cuyos intereses se planifican en Santiago autopistas y otras grandes obras viales y se expiden leyes que lo favorecen.
Los adherentes al MFC se definen como "bicicletudos" para diferenciarse de los ciclistas, aquellos que pedalean solo los fines de semana y participan en el Imosfre, "secta popularísima, proclive al hedonismo pasivo y contaminante".
El bicicletudo, en cambio, ve a su máquina como un medio de locomoción a usar cotidianamente, para ir al trabajo, al lugar de estudio o a cualquier parte, ya sea usándola en exclusividad o en combinación con un servicio de transporte público.
La tolerancia es otra de las banderas del movimiento, y es por ello, según explican, que pese a declararse bicicletudes, en el nombre de su grupo aparece el término ciclistas.
Para el MFC, la bicicleta debe incluirse en la solución de los problemas del transporte urbano, y en tal sentido corresponde crear las condiciones tanto en la infraestructura vial de la ciudad como en la legislación del tránsito.
En la Ley de Tránsito vigente en Chile los artículos referidos a vehículos de dos ruedas, y sobre todo a las bicicletas, marcan el acento en regulaciones y prohibiciones, más que en derechos de los ciclistas a respetar por los conductores de automóviles.
La discriminación de la bicicleta se advierte en el virtual fracaso de los municipios de Santiago que trazan en algunas calles ciclovías, las cuales no son respetadas por los vehículos motorizados que circulan por ellas o las usan para estacionarse.
Es por ello que el MFC postula en su plataforma de lucha un diseño urbano para establecer y proteger legalmente las ciclovías, en una estrategia de transporte intermodal: Bici-Metro, Bici-Bus, Bici-Trenes Suburbanos y Bici-Auto.
Esta propuesta debe complementarse con una adecuada infraestructura de estacionamientos públicos para bicicletas, las cuales deberán contar, a su vez, con dispositivos e identificaciones reguladas por ley para protegerlas de robos.
Por último, la plataforma plantea la obligación de organismos públicos, municipios, organizaciones empresariales y sociales de "promover en la comunidad el uso de la bicicleta como medio amistoso con el entorno y gratificante para la salud". (FIN/IPS/ggr/dm/en/00