La Niña, fenómeno periódico de enfriamiento del océano Pacífico, amenaza provocar tormentas, maremotos y sequías en el continente americano, pero para Perú trae también la promesa de mayor pesca de anchoveta, base de la industria de harina de pescado de este país.
El océano Pacífico es un recipiente gigantesco que contiene enormes masas de agua caliente o fría, que se desplazan empujadas por los vientos y originan las alteraciones climáticas denominas El Niño y de La Niña.
En estos meses, estivales en el hemisferio sur, se está produciendo una de las apariciones cíclicas de La Niña, que al parecer no será tan intensa como la de 1996, pero conviene anticiparse.
"Las variaciones extraordinarias del clima, como los fenómenos de El Niño y de La Niña, no sólo tienen impactos catastróficos, también pueden traer efectos benéficos si la Humanidad aprende a anticiparlos y aprovecharlos", comentó Alejandro Bermejo, editor de la revista Mundo Pesquero.
Defensa Civil alertó a los puertos del litoral peruano sobre la posibilidad de que La Niña origine un "maretazo" (inundación provocada por el desborde del mar) y vientos huracanados.
Por su parte, el jefe el Instituto del Mar (Imarpe), vicealmirante Luis Gampietri, comunicó que "La Niña crea condiciones para la multiplicación de la anchoveta en las costas peruanas" y vaticinó un aumento extraordinario de la pesca.
"La temperatura del mar ha descendido entre 1,3 y tres grados por debajo de su nivel promedio habitual en El Callao, fenómeno que aumentará aparición de algunas especies, pero hará huir a otras, como ocurrió en 1996, cuando el calamar emigró hasta Costa Rica", dijo Gampietri.
"Los países más necesitados y vulnerables, como Perú, Ecuador y Chile, deben participar en forma integrada en el estudio de ambos fenómenos, sobre todo para adoptar medidas oportunas de prevención", dijo Pablo Lagos, del Centro de Predicción Numérica del Tiempo y el Clima, creado por el Instituto Geofísico de Perú.
Ambos fenómenos fueron bautizados en Perú, donde se produjo el conocimiento más antiguo de su periodicidad y características, pues se han encontrado pruebas geológicas de la presencia de El Niño hace 13.000 años, y los documentos más antiguos de los tiempos modernos datan de por lo menos 1525.
Los pescadores peruanos lo bautizaron El Niño porque advirtieron que en los días previos a la Navidad "entraba" una corriente de agua tibia.
También comprobaron que algunos años las aguas se enfriaban extraordinariamente, y bautizaron a este fenómeno contrario como La Niña, "porque venía después de El Niño, es opuesta y menos perjudicial".
La comunidad científica internacional ha adoptado ambos nombres, que en los dos últimos años se popularizaron en todo el mundo.
Entre 1997 y 1998 se produjo uno de los femnómenos de El Niño más fuerte y dañino del siglo XX, que provocó en distintas partes del mundo inundaciones y aludes que mataron a más de 2.100 personas y originó destrucción de casas, carreteras y puentes por más de 33.000 millones de dólares.
El cambio de los patrones climáticos del Pacífico afectó a todo el mundo: inundaciones en América y Europa central, lluvias sin precedentes en Kenia, la temperatura subió a 42 grados en Mongolia, y en Indonesia, Sumatra, Borneo y Malasia la sequía llegó al punto de provocar incendios forestales.
Es probable que la magnitud de los daños provocados por El Niño en 1998 fuera más evidente por la globalización informativa y la creciente percepción de que estos fenómenos están interrelacionados.
En esa oportunidad los institutos científicos de todo el mundo pudieron predecir ,por primera vez y seguir paso a paso su formación y desencadenamiento, y algunos gobiernos, como el de Perú, adoptaron medidas preventivas.
Menos catastrófica que El Niño, que se presenta generalmente cada siete año, La Niña también forma parte del proceso de variación cíclica del clima mundial.
La Niña fue seguramente la causa de las catastróficas recientes inundaciones en Venezuela, ocurridas en la temporada seca, y es quizás el factor que está determinando en el Cono Sur uno de los veranos más duros y sin lluvias en mucho tiempo.
En Perú, que junto con Ecuador son los países en donde antes y con mayor claridad se manifiestan estos fenómenos, La Niña ha originado un verano inusual, frío, neblinoso y excesivamente ventoso.
Actualmente se tiene ya una explicación sobre cómo y porque se producen El Niño y La Niña, y las investigaciones avanzan hacia la predicción de su ritmo.
El Niño se produce al disminuir los vientos alisios del este en el Pacifico occidental, y la tibia masa de agua se desliza hacia las costas de América.
El aire absorbe calor y humedad de la superficie marina y, como adquiere menos peso por este cambio de temperatura, asciende rápidamente, y al enfriarse el vapor de las nubes se convierte en líquido, que cae en forma de lluvia torrencial.
La Niña se presenta cuando las aguas cálidas que estaban frente a las costas americanas son llevadas nuevamente por los vientos alisios al oeste, hacia las costas asiáticas. Esto provoca que aguas profundas más frías ascienden a la superficie, la evaporación se reduzca y disminuyan las lluvias.
Por otro lado, las aguas profundas que ascienden a la superficie son ricas en nutrientes, lo que origina una explosiva expansión reproductiva de algunas especies marinas, como las anchovetas.
La propiedad de estos fenómenos de provocar calor e inundaciones en algunos lugares, y frío y sequía en otros, es explicado por los expertos como resultado de la mecánica de fluidos atmosféricos.
"Podríamos suponer que enloqueció el clima, pero lo cierto es que estos fenómenos tienen una lógica interna que debemos conocer", dijo Ena Jaimes, del Servicio de Meteorología de Perú.
"El vacío no existe, si una masa de aire caliente se eleva, su lugar es remplazado por otras masas frías de aire que ingresan velozmente", concluyó la experta. (FIN/IPS/al/ag/en/00