Los adultos no lo comprenden y quizás ahí radique su éxito. El hecho es que la animación japonesa infantil fascina a niños y niñas en Argentina y productores y cineastas locales intentan emularla, con poco éxito.
Los dibujos de "Dragon Ball" causaron sensación en Argentina, "Ranma" gustó, pero "Pokemon" superó todas las expectativas. Lo mismo ocurrió en el propio Japón, en el resto de Asia oriental, en Estados Unidos y en otros países latinoamericanos.
En Estados Unidos, la empresa Warner Bros adquirió en cinco millones de dólares los derechos para exhibir el filme "Pokémon" y en poco más de un mes ya había recaudado 90 millones. La compañía Nintendo, de Japón, que creó el personaje para videojuegos, ahora ve aumentar sus ganancias.
Lo incomprensible no es sólo la historia de "Pokemon" -sólo los niños parecen preparados para decodificarla- sino el fanatismo que desató en casi todo el mundo una animación rústica, hecha con poco dinero y tecnología barata.
Esta filosofía de "pobres" de la industria alentó a un grupo de cineastas argentinos a realizar "Condor Crux", la primera película de animación digital realizada en Argentina.
Sus realizadores reconocen que miraron mucho cine y videojuegos de animación japonesa, pero aseguran que no los copiaron.
"Sería como si un japonés cantara tango, por más bueno que sea no lo hará como un cantante argentino", explicó el guionista Omar Quiroga. "No tenemos la dinámica, el manejo de la acción y la violencia que ellos tienen, quizás porque nuestros deportes distan de las artes marciales".
Los personajes de "Pokemon" son pequeños monstruos de bolsillo con enorme fuerza y poder que tienen capacidad de mutar, de transformarse sin dejar de ser lo que eran, todo mediante la habilidad de los instructores de mascotas que los entrenan para ser los mejores.
Ash es un niño que aspira a ser el mejor entrenador y Pikachu la mascota más popular entre los niños. Este simpático ratón amarillo, que atrae hasta a los más pequeños, es capaz de emitir una descarga de 10.000 voltios cuando pelea, según se destaca en los envases de yogur que regalan sus calcomanías.
Estos dibujos de animación están lejos de los clásicos de Walt Disney, pero no sólo por la temática más o menos violenta que transmiten, sino por la estética rígida, despreocupada por el realismo, los fondos fijos, los planos congelados.
En este sentido representarían un retroceso en la animación.
"Los japoneses no intentaron correr contra Disney, sino que hicieron otra cosa y terminaron desarrollando, a su manera, una estética, que nace de la limitación y la austeridad", sostuvo Quiroga.
Mientras un personaje habla, es probable que la imagen que se ve sea la del que escucha, sin moverse ni pestañear. Los que hablan apenas cierran y abren su boca, siempre redonda y negra, mientras atrás puede haber multitudes, pero quietas y sin sonido ambiente.
Este tipo de series no apela a la emoción, sino a las virtudes del heroísmo, la venganza, el individualismo. En algunos casos como en "Ranma" o "Dragon Ball" -censurados para la televisión- los personajes son transexuales o hay también un anciano maestro de karate que es un acosador sexual.
La película argentina "Cóndor Crux", que se estrenó este mes, también recurre al heroísmo, a las batallas, a una estética austera y por momentos lúgubre. La historia rescata sitios míticos del continente, como Machu Pichu, en Perú, el Amazonas, en Brasil, o la ciudad de Buenos Aires, pero en el 2068.
Sin embargo, las críticas no le fueron favorables y el público no se agolpa para verla. Niños y adolescentes prefieren "Pokemon" y todos sus productos asociados: juguetes, globos, cartas, carpetas, vasos, mochilas, camisetas y hasta sábanas y toallas.
El mercado de productos en torno a "Dragon Ball" fue superado en Argentina por "Pokemon" en los últimos meses. La película de "Dragon Ball" fue considerada mala por la crítica y lo mismo ocurrió con un espectáculo teatral que llegó de México.
Pero al momento de la caída de "Dragon Ball" ya estaba afianzado "Pokemon", y la película, que se estrenó el 25 de diciembre, es de las más vistas por los niños argentinos en los últimos años y el juguete más vendido es Pikachu.
La única esperanza que queda a muchos padres es que este fenómeno, que muchos prevén efímero, sature a los pequeños que lo conminarán entonces al cajón de los viejos juguetes. Pero para ese momento, seguramente otro personaje estará listo para saltar a la fama. (FIN/IPS/mv/ag/cr/00