Las especulaciones sobre un posible embarazo en la familia imperial de Japón despertó la atención nacional hacia una institución mucho más cerrada que sus homólogas de otros países.
Desde hace dos semanas, la prensa y el público de Japón están pendientes de informes sin confirmar sobre que la princesa Masako, casada con el príncipe heredero desde hace seis años, podría estar en la dulce espera.
"Estamos esperando las pruebas finales, que se realizarán cuando la Agencia Imperial lo considere oportuno", declaró un periodista que cubre a la familia imperial y solicitó reserva.
El nacimiento de un heredero de la familia real en un país que legalmente prohíbe que las mujeres asuman el trono es de gran interés para los japoneses, que están a la espera de tales noticias desde el casamiento del príncipe heredero, en junio de 1993.
Pero tal como están las cosas, la espera podría ser aún más larga, lo que predispone a algunos japoneses a reflexionar sobre la institución real y desear que la familia imperial fuera más parecida a los ciudadanos comunes.
"La cuestión del embarazo es un misterio, al igual que la familia real. Me gustaría que fueran más humanos", expresó Mieko Uemura, una estudiante de Tokio.
En realidad, la familia imperial cambió mucho desde los tiempos previos a la segunda guerra mundial, cuando sus miembros eran adorados como dioses, pero este cambio no significa que se hayan acercado a sus pares modernos de otros países.
Cuando heredó el trono hace 12 años, el actual emperador Akihito manifestó su deseo de convertirse en un nuevo líder real más cercano a su pueblo.
Aunque la Agencia Imperial continúa controlando cada paso de la familia, por respeto a los deseos del emperador, poderosos funcionarios promovieron un programa que otorga prioridad a las visitas de la familia real a hogares para ancianos y discapacitados.
Sólo esto representa un enorme cambio en una institución que, esencialmente, no se ha modificado a través de la historia.
"Akihito ha sido visto masajeando los hombros a ancianos cuando visitó un hogar. Comparemos eso con los tiempos de su padre el emperador Showa, cuando la gente tenía prohibido mirarlo a los ojos", explicó Toshiya Matsuzaki, periodista de Josei Jishin, una popular revista semanal femenina.
Sin embargo, la familia real aún es tratada con guantes de terciopelo, y todas las entrevistas y discursos que ofrecen son cuidadosamente estudiados por la Agencia Imperial.
"Algunos consideran que su vida es aburrida, pero si uno piensa que son el símbolo de Japón, deduce que eso no puede evitarse", señaló Matsuzaki, en respuesta a observaciones de los periodistas.
Aun la princesa Masako, cuya decisión de abandonar una prometedora carrera diplomática para casarse con el príncipe heredero acaparó los titulares de todo el mundo, no pudo cambiar las reglas del círculo real.
Cuando se casó, se rumoreaba mucho que su entrada a la familia imperial volvería a ésta más accesible para los japoneses comunes.
Pero a través de los años, Masako, una graduada en la Universidad de Harvard que trabajó en la prestigiosa división de América del Norte de la cancillería japonesa, moderó su imagen de trabajadora profesional y cambió sus trajes por vestidos costosos y sobrios collares de perlas.
Este mes, la princesa celebró su cumpleaños 35 y declaró a la prensa que lo que le gusta hacer es pasear a sus perros y aprender a tocar la flauta lo suficientemente bien para formar un dúo con su marido. También dijo que está cuidando de un ciervo herido.
Cuando se le preguntó sobre sus funciones en el palacio, la princesa sonrió amablemente y dijo: "De a poco estoy adquiriendo la confianza suficiente para disfrutar de ellas".
Aunque su estilo de vida puede considerarse demasiado enclaustrado para los tiempos modernos, una princesa modesta es siempre admirada en Japón.
Japón siente un gran orgullo por su familia imperial, que afirma ser la más antigua del mundo, con una historia registrada que se remonta al año 531 d.C. y otra legendaria que puede rastrearse hasta el mítico Jimmu, quien habría reinado entre el 660 y el 585 a.C.
"Japón es diferente a la mayoría de los otros países. Los chismes sobre la familia imperial simplemente no se toleran", observó Midori Watanabe, quien produjo documentales sobre la familia real.
Algunos periodistas consideran mejor que la familia real se mantenga como hasta ahora, sin expresar opiniones personales ni señal alguna de insatisfacción.
"Es difícil ser individual en Japón, porque la armonía es un bien muy apreciado. La familia real es consciente de que debe preservar esta imagen, especialmente en vista de la decadencia moral en este país", explicó un periodista.
Sin embargo, el distante mundo exterior a veces quiere saltar el muro del palacio, como en el caso del supuesto embarazo de Masako.
"Sí, el gran interés público sobre el embarazo se debe en parte a la enorme dificultad para tener noticias sobre la familia real", explicó Matsuzaki. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/mlm/ip-cr/99