Los miembros de la Confederación Mundial del Trabajo (CMT) en 114 países presionarán para la ratificación de un tratado que prohíbe las peores formas de trabajo infantil, que hasta ahora sólo fue realizada por Seychelles y Malawi.
La lucha para poner fin a la explotación de los niños en el mundo tuvo sus altos y bajos este mes.
Por un lado, la CMT lanzó una campaña internacional de cinco meses por la ratificación de la Convención 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), contra las peores formas de trabajo infantil.
Esa campaña incluirá manifestaciones, marchas de protesta, peticiones, presión política y campañas en los medios de comunicación.
Por otro lado, hubo una clara división Norte-Sur durante las III Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que fracasaron el 4 de diciembre luego de cuatro días de reuniones en la ciudad noroccidental estadounidense de Seattle.
El presidente estadounidense Bill Clinton pidió a la OMC que hiciera de la eliminación de las peores formas de trabajo infantil uno de sus principios centrales.
El presidente se declaró partidario de imponer sanciones comerciales a los países que sigan explotando económicamente a sus niños a pesar de haber firmado la convención de la OIT.
Sin embargo, la mayoría de los delegados del mundo en desarrollo consideraron "absurdo" que Clinton intentara vincular el trabajo infantil con el comercio.
Los ministros del Sur interpretaron el mensaje de Estados Unidos como un intento velado de tomar medidas proteccionistas en nombre de la defensa de los niños, legitimando la prohibición de importaciones provenientes del mundo en desarrollo.
"El mejor lugar para tratar esos asuntos es la Organización Internacional del Trabajo", dijo el ministro de comercio de Kenia, Nicholas Biwot.
A los sociólogos como David Dunham, del Instituto de Estudios Sociales de La Haya, no les sorprendió la respuesta del Sur.
"Creo que los países en desarrollo tienen un motivo de queja legítimo con respecto a la imposición de sanciones", señaló.
Los desacuerdos van más allá de la simple ecuación que opone los derechos de los niños al progreso económico, y es utilizada a menudo en el Norte. "El asunto es más complejo", dijo Dunham.
"Desde el punto de vista humanitario, es indefendible arrebatar el trabajo que permite a la gente sobrevivir sin darle otro trabajo. Defender la posición ética puede ser magnífico en una sala de conferencias, pero puede significar miseria si las familias afectadas no tienen otro recurso", señaló.
Estudios realizados por Dunham en el mundo en desarrollo revelaron que los padres afectados por la pobreza preferirían que sus hijos fueran a la escuela en vez de trabajar, pero "con frecuencia no tienen alternativa".
El clima económico actual creado por el Banco Mundial, que impuso programas de ajuste estructural a los gobiernos, obligándolos a racionalizar sus gastos y a recortar transferencias y subsidios estatales, empeora la situación de esas familias.
La semana pasada, el futuro director de la OMC también sumó su voz a la solidaridad con el mundo en desarrollo.
Supachai Pantichpakdi, viceprimer ministro de Tailandia y futuro director de la OMC a partir del 2002, dijo en una entrevista que los asuntos relacionados con los derechos laborales deben separarse de las negociaciones comerciales.
Estados Unidos ha ido "demasiado lejos" en los puntos que defiende y la OMC no es el organismo adecuado para "tratar disputas sobre comercio, trabajo y ambiente", dijo Pantichpakdi.
Según la OIT, hay casi 250 millones de niños en el mundo en desarrollo que realizan tareas peligrosas para su salud y bienestar. Casi la mitad fueron obligados a desempeñar trabajos de tiempo completo y los demás combinan el trabajo con la escuela. La mayoría tienen entre cinco y 14 años.
En América Latina, por ejemplo, los niños trabajan "casi como esclavos" en el sector agrícola de República Dominicana y las canteras de piedra de Guatemala, mientras la industria minera de Perú "florece gracias a un gran ejército de niños trabajadores".
En Asia, la mayoría de los niños trabajan a tiempo completo. Unos 150 millones lo hacen en la industria sexual de Tailandia, fabrican pelotas de fútbol en Pakistán y se desempeñan en la industria de la construcción en India.
Fue para liberar a los niños de tales formas de trabajo que la convención de la OIT fue adoptada por unanimidad en junio de este año.
La convención incluye un llamado a la eliminación de la esclavitud infantil, la prostitución infantil y el uso de los niños en actividades ilegales como la producción de droga y trabajos que pongan en peligro la salud, la seguridad y la moral de los niños.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la creencia de que las formas peligrosas de trabajo infantil sólo ocurren en el mundo en desarrollo es falsa.
En Estados Unidos, por ejemplo, una gran porporción de niños inmigrantes y pertenecientes a minorías étnicas son empleados en el sector agrícola, según un informe del Unicef.
Un estudio sobre los niños estadounidenses de ascendencia mexicana empleados en granjas del estado de Nueva York reveló que "casi la mitad habían trabajado en campos todavía húmedos por el uso de pesticidas y que más de un tercio de ellos habían rociado los pesticidas".
El Unicef afirmó que también es un mito que la mayoría de los niños trabajadores del mundo en desarrollo sean explotados en fábricas que exportan productos baratos a las tiendas del mundo industrializado.
"Sólo una pequeña proporción del total de niños trabajadores están empleados en industrias de exportación, probablemente menos de cinco por ciento", agregó.
A juicio del Unicef, el antídoto sugerido para poner fin a la explotación infantil (que los consumidores y los gobiernos presionen mediante sanciones y boicots) no será eficaz.
"Tales medidas sólo pueden afectar a los sectores exportadores, que son explotadores en escala relativamente pequeña del trabajo infantil".
El Unicef advirtió a quienes proponen sanciones que los embargos son "instrumentos cuyas consecuencias a largo plazo pueden dañar a los niños involucrados en lugar de ayudarlos".
Para la agencia, la solución radica en elaborar un plan que apoye y desarrolle "iniciativas locales y brinde alternativas, entre ellas la educación primaria obligatoria para los niños liberados". (FIN/IPS/tra-en/mmm/mk/at/hd ip/99