Las violaciones urbanas contra un ecosistema de verdes montañas que adorna la capital de Venezuela fueron determinantes para agravar las consecuencias de una catástrofe natural causante de millares de muertes.
Autoridades y especialistas no demoraron en destacar que las agresiones contra el montañoso parque nacional "El Avila" contribuyeron a aumentar el saldo de muerte y destrucción causado por la crecida de sus riachuelos a causa de la lluvia.
"El Avila ha sido impactado, ha sido desgarrado", comentó el miércoles el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, al referirse a las numerosas cicatrices que exhibe la cadena montañosa en sus laderas como consecuencia de las lluvias.
El presidente Hugo Chávez fue uno de los primeros en hacer notar que los asentamientos ilegales y los permisos de construcción irresponsables, incluso para edificios de lujo, agravaron esta tragedia.
El parque de "El Avila" tiene 85.000 hectáreas y sus laderas de un intenso color verde son uno de los atrativos principales de esta capital. Pero la zona es objeto de asentamientos ilegales que nutren de escombros y basuras sus quebradas de agua.
Las lluvias atípicas atribuidas al fenómeno de La Niña se intensificaron el día 15 y provocaron desastres de diversas magnitudes en varios puntos de la costa venezolana.
Pero a los pies de "El Avila" la tragedia tuvo su manifestación más siniestra. En Caracas algunas barriadas marginales ubicadas en zonas de riesgo fueron arrasadas y en algunos puntos las calles se transformaron en ríos.
En el costero estado de Vargas, 40 kilómetros al norte de la capital y separado de ésta por la cadena montañosa, el número de víctimas es incalculable. Avalanchas de lodo y piedras alteraron la geografía de la zona y arrasaron con su infraestructura.
Chávez ha propuesto a quienes lo han perdido todo entre unos 150.000 damnificados un plan de ordenación del territorio que incluiría su traslado a zonas poco habitadas del sur del país, en vez de regresar a los peligrosos lugares donde vivían hasta ahora.
Tanto el presidente como los especialistas destacaron que numerosas construcciones en el estado Vargas se construyeron sobre el lecho mismo de los cursos de agua.
"El río tomó posesión de su jurisdicción, es como era hace 40 años atrás", dijo el alcalde de Vargas, Lenín Marcano, al referirse a la zona de Los Corales, una de las más destruidas del litoral.
Los especialistas del Centro de Estudios Integrales del Ambiente (CEIA) coincidieron este miércoles en que pese a la destrucción observada "las quebradas no se han salido de su cauce natural". Mas bien fue el cauce el que resultó intervenido.
El director del CEIA, Antonio Delisio, comentó que si bien no se puede negar la magnitud de las lluvias, estas ocurrieron en otros momentos de la historia en que había menos intervención urbana sobre las montañas, sin provocar daños como los ocurridos en esta oportunidad.
El CEIA planteó la importancia de establecer mecanismos de vigilancia en las quebradas de "El Avila" y de generar mecanismos de control de flujos cuando se aprueben permisos de construcción.
También consideraron necesario respetar la ley de Suelos, que en teoría obliga a mantener una distancia de 50 metros de las quebradas cuando se construye.
El ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, ha planteado que la reconstrucción deberá tener en cuenta el factor ambiental, detonado en este caso por un crecimiento anárquico "robándole espacio a la naturaleza".
Los expertos del CEIA consideraron poco probable que haya nuevos deslizamientos de grandes magnitudes desde "El Avila", pero también advirtieron que los suelos de la montaña están "saturados de agua". (FIN/IPS/lc/mj/en dv/99