ARGENTINA: El desafío de profundizar la democracia

Cerca de 70 por ciento de la opinión pública de Argentina considera que 16 años después de ginalizada la última dictadura militar su país todavía no es gobernado por la voluntad popular, señala un sondeo de la encuestadora Gallup Internacional.

Esta percepción crítica del funcionamiento de la democracia – que aumenta a 80 por ciento entre graduados universitarios- se acompaña por una visión negativa del gobierno del ex presidente Carlos Menem, al que 61 por ciento de los consultados calificó de "corrupto".

Menem traspasó el mando a Fernando de la Rúa, representante de una alianza de centroizquierda, el día 10.

El estudio "Millenium" de Gallup se realizó entre agosto y octubre, abarcó 60 países, consultó a 50 mil personas y, en general, resultó bastante crítico. Del total mundial, 62,1 por ciento "no cree" que sus países estén gobernados por la voluntad popular.

En Argentina, con la asunción de De la Rúa este mes luego de más de 10 años de gobierno de Menem, la percepción podría comenzar a cambiar, o al menos esa es la intención proclamada por las nuevas autoridades.

De la Rúa, que tiene imagen de dirigente honesto, ganó las elecciones con un discurso que enfatizó en la necesidad de dar más transparencia a la gestión pública, mayor austeridad, mayor participación a la sociedad civil, y un sostenido combate a la corrupción.

Un experto en "transición a la democracia", el cientista político argentino Guillermo O'Donnell, fue convocado desde la Universidad de Notre Dame, en París, para que asesore durante todo el año 2000 al nuevo gobierno de su país en materia de reforma del Estado.

Durante la gestión de Menem, la reforma del Estado consistió en privatizar empresas públicas y achicar la plantilla de personal, pero los servicios básicos que quedaron bajo su órbita (salud, educación, seguridad y justicia) sufrieron un fuerte deterioro.

El desafío ahora es construir un Estado pequeño pero eficiente, cercano a los ciudadanos, que controle a las empresas privatizadas de servicios públicos (electricidad, transporte, telefonía, gas y agua potable) y que invierta en mejorar la atención en los servicios básicos.

O'Donnell, experto en transiciones a la democracia en América Latina y Europa oriental, considera central restablecer una relación "amiga" entre los ciudadanos y el Estado, y "hacer al Estado más eficiente y vigoroso para navegar con éxito en el mar de la globalización".

El politólogo acuñó un concepto clave para entender los procesos de transición a la democracia, el de la "democracia delegativa", una concepción según la cual un presidente considera que por haber sido votado puede decidir sin hacer caso de los demás poderes.

Esta idea de democracia es la que genera desencanto en las personas consultadas en la encuesta de Gallup.

Los críticos del funciomaiento del sistema saben que votar no es la única garantía de que los representantes elegidos gobernarán para el pueblo.

"Presidentes como Menem o (el peruano Alberto) Fujimori encarnan exitosamente esa concepción del poder", ejemplificó O'Donnell durante una entrevista realizada por el rotativo Página 12 este mes.

Aludió así a dos presidentes latinoamericanos que ejercieron dos gestiones seguidas y que intentaron -e intentan en el caso de Fujimori- permanecer en el poder por un tercer gobierno consecutivo, forzando leyes y normas constitucionales.

En Argentina, una de las críticas más fuertes que recibió Menem fue por el avasallamiento a la Justicia y el Parlamento. Durante su primer gobierno firmó casi 500 decretos de necesidad de urgencia, un mecanismo al que apelaba para saltear al Congreso.

Para O'Donnell, el desafío de De la Rúa es "caminar de la democracia delegativa a la democracia representativa", lo cual implica un gobierno que verdaderamente represente los intereses de todos los ciudadanos y que respete las decisiones de todos los poderes.

En este sentido, el gobierno de De la Rúa tomó una decisión inédita, al confirmar a la totalidad de los ministros de la Corte Suprema de Justicia. La práctica habitual era que cada nuevo gobierno introducía representantes que le fueran favorables en ese organismo.

Para transitar hacia la democracia representativa, O'Donnell considera que se requiere de un Estado más reducido pero eficaz, además de concentrar las dispersas políticas sociales y reformar la actual ley de financiamiento de los partidos políticos, entre otras medidas.

El cientista político sostuvo que Menem desplegaba una "excesiva teatralidad" durante sus actos de gobierno, un hecho que contrasta con el estilo de gestión de De la Rúa, más parco, sobrio y austero, como se manifestó el día de su asunción.

Estas diferencias, para O'Donnell, no son formales sino de fondo.

"Se habla de estilo como lo contrario de sustantivo, como si fuera algo accesorio, pero no lo es. El estilo en este caso es una postura republicana que privilegia el cuidado de la cosa pública y la austeridad y tiene importancia sustantiva, no sólo formal", remarcó.

A la democracia argentina, que fue reconquistada en 1983 tras seis años de una cruenta dictadura, "aún hay que crearla", señaló.

"El Estado debe reconocer que todos tenemos derechos, cualquiera sea la casaca que tengamos puesta, y que debe atender a las voces que durante la última década no salieron del ámbito pequeño", advirtió O'Donnell. (FIN/IPS/mv/dg/ip/99)

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