IBEROAMERICA: La "cubanización" de la IX Cumbre

La Cumbre Iberoamericana que comenzó hoy en Cuba tiene como punto central la globalización económica, pero lo importante parece ser, de hecho, la situación política del país anfitrión y el supuesto incumplimiento por parte de su gobierno y el de España a los postulados del foro.

La tradicional unidad de citas anteriores, que se celebran desde 1991, quedó rota por la ausencia de cinco presidentes iberoamericanos: Carlos Menem, de Argentina, Francisco Flores, de El Salvador, Miguel Angel Rodríguez, de Costa Rica, Eduardo Frei, de Chile, y Arnoldo Alemán, de Nicaragua.

Los mandatarios de Argentina y Chile argumentaron que el proceso que la justicia de España lleva contra el ex dictador chileno Augusto Pinochet viola los principios de soberanía y no intervención consagrados en todas las Cumbres previas, mientras los demás critican el régimen político de Cuba.

El país anfitrión, que, según cifras extraoficiales, habría gastado más de 10 millones de dólares en organizar la cita, insiste a través de portavoces en que las ausencias no empañan la IX Cumbre Iberoamericana.

Al mismo tiempo, La Habana defiende a capa y espada su presunto apego a los principios de la democracia y el respeto a los derechos humanos, cuestionado por algunos de sus invitados.

Cuando comenzó a redactarse la declaración que firmarán los presidentes, a inicios de año, algunos observadores especulaban con que la Cumbre no se haría, pues el gobierno de Fidel Castro, que lleva 40 de sus 73 años en el poder, procesó y encarceló entonces a varios opositores en Cuba.

La acción contra los disidentes levantó una ola de críticas en varios gobiernos de Iberoamérica.

Según algunos, con el procesamiento de los opositores Castro violó la declaración de la VI Cumbre Iberoamericana realizada en Chile en 1996. "Reafirmamos nuestro compromiso con la democracia, el estado de derecho y el pluralismo político", rezaba ese texto.

Ese principio es hoy en La Habana punto de enfrentamiento y división, así como la defensa de "la soberanía y la no intervención" postulada por la III Cumbre realizada en Brasil en 1993, en entredicho, según Chile, con el procesamiento de Pinochet en España.

"Todo lo que tiene que ver con Cuba acaba siempre convirtiéndose en un conflicto. Da igual que se trate de unos inocentes juegos deportivos o de un aburrido cenáculo de cansados y ojerosos gobernantes", apuntó el escritor cubano exiliado en España, Carlos Alberto Montaner.

Los días previos a la Cumbre, el régimen de Castro detuvo a 15 disidentes, acusados de querer boicotear la cumbre, ser enemigos de la revolución y colaborar con la "mafia terrorista de Miami", ciudad de Estados Unidos donde están radicadas las principales organizaciones opositoras.

De acuerdo a la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que actúa en la ilegalidad, la cifra de detenidos ascendería a 150 disidentes.

Pero aunque las críticas a Castro por su actitud hacia la disidencia se mantienen, la IX Cumbre Iberoamericana, que concluirá este martes, avanza dentro de lo previsto e incluso con algunos respaldos de los 21 países del área a varias tesis de La Habana.

La declaración final rechaza la Ley Helms-Burton de Estados Unidos, que castiga las inversiones extranjeras en Cuba.

Todos los países Iberoamericanos, con la excepción de Nicaragua, votaron el día 9 en la Asamblea General de la la Organización de las Naciones Unidas una resolución contra el bloqueo económico que desde los años 60 mantiene Estados Unidos contra la isla.

Mientras tanto, en una muestra de apertura ante el gobierno de Castro, en octubre viajó Cuba George Ryan, gobernador del estado de Illinois, Estados Unidos, visita sin precedentes en los últimos 40 años, y se confirmó la apertura de vuelos directos entre La Habana y Nueva York.

Los únicos problemas de la IX Cumbre Iberoamericana nacen de los intentos de boicot de la disidencia pagada por Washington, señalan los portavoces del régimen cubano.

Como prueba de la intervención de Estados Unidos en la Cumbre, el gobierno de Castro exhibió una carta de la secretaria de Estado (canciller), Madeleine Albright, que insta a los gobiernos de Iberoamérica a reunirse en Cuba con los políticos opositores.

El presidente cubano, que al participar en anteriores Cumbres se reunió con grupos opositores a los gobiernos anfitriones, considera a los disidentes simples delincuentes.

Según los anfitriones, la cita iberoamericana, la última del siglo, es demasiado importante para los gobiernos como para dejar que "unos pocos" la boicoteen. "La Cumbre es buena para Latinoamérica, y lo que es bueno para Latinoamérica es bueno para el mundo", ha dicho Castro.

La tarea de ser anfitriones puso al gobierno cubano a trabajar en la mejora de algunas calles y casas de protocolo, en la instalación de un moderno centro de prensa para más de 1.200 periodistas de todo el mundo y en la compra de unos 30 automóviles de lujo para movilizar a los presidentes.

Para el gobierno cubano, la IX Cumbre Iberoamericana será una de las más recordadas por los importantes asuntos tratados y la perfecta organización.

Pero para muchos observadores el recuerdo quedará, más bien, marcado por las controversias políticas que genera el régimen político de Cuba y los efectos del proceso contra Pinochet en España. (FIN/IPS/dc/mj/ip hd/99

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe