La gran presencia de periodistas extranjeros en Cuba durante la IX Cumbre Iberoamericana fue aprovechada con fines políticos por el gobierno de Fidel Castro, pero también por disidentes locales y por anticastristas en Estados Unidos.
Jefes de Estado y de gobierno de España y Portugal y de 14 países de América Latina se reunieron el lunes y el martes en la capital cubana, para la IX Cumbre.
Los analistas sostienen que el gobierno cubano aprovechó la oportunidad para escapar del aislamiento internacional que padece desde que desapareció la Unión Soviética en 1991.
Castro aprovechó la presencia en La Habana de más de 500 periodistas de todo el mundo para condenar el embargo comercial que Estados Unidos impone a la isla desde 1961.
Así mismo, el pequeño grupo de disidentes cubanos aprovechó esa presencia internacional para informar sobre su lucha por los derechos humanos y la democracia.
Pero la cumbre también azuzó a grupos anticastristas en Cuba y en el exterior, sobre todo en Florida, Estados Unidos, que hicieron lo posible por silenciar a los emigrantes que se oponen al embargo estadounidense.
Elizardo Sánchez, líder de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación, de Cuba, dijo en La Habana a la prensa, antes de la llegada de los gobernantes, que "todos, de alguna manera, se preparan para aprovechar la cumbre para hacer públicas sus opiniones".
De hecho, la voz de los disidentes que viven en Cuba nunca llegó tan lejos como ahora, ni siquiera con la visita del papa Juan Pablo II en enero de 1998, la del equipo estadounidense de béisbol Baltimore Orioles, en marzo, ni con la del gobernador de Illinois, George Ryan, el mes pasado.
En los días previos a la cumbre, esos opositores divulgaron decenas de declaraciones y comunicados de prensa a los periodistas extranjeros.
Sánchez otorgó decenas de entrevistas e incluso celebró "conferencias de prensa muy concurridas" en su casa de La Habana.
El domingo, el presidente portugués Jorge Sampaio fue el primer jefe de Estado en reunirse con disidentes en territorio cubano. La canciller de México, Rosario Green, también siguió su ejemplo, aunque su país es considerado un aliado de Castro.
El canciller nicaragüense Eduardo Montealegre, cuyo presidente boicoteó la cumbre por la política de derechos humanos cubana, también se reunió con los opositores.
Lo mismo hizo el embajador de Costa Rica ante la Organización de las Naciones Unidas, Bernd Niehaus, en representación del presidente Miguel Angel Rodríguez, quien no asistió a la cumbre porque el gobierno cubano no le garantizó que su discurso sería transmitido sin cortes.
"La comunidad internacional considera que nuestra lucha es válida. Nos están dando una gran cantidad de apoyo moral", dijo un disidente.
"Lo más importante es el hecho de que estos líderes reconocen que no es sólo el gobierno que tiene derecho a hablar, sino que el pueblo de Cuba también tiene voz", señaló otro.
La reunión más apreciada por los disidentes fue la que mantuvieron con el presidente del gobierno español, José María Aznar.
"Aznar reconoció nuestros pacíficas gestiones por la democracia y nos apoyó escuchándonos. Dice que es nuestro amigo y que podemos tener su apoyo para nuestra labor", informó un opositor a la prensa, tras la reunión.
La naciente comunidad de periodistas independientes de Cuba, a los cuales el gobierno denuncia habitualmente como agentes pagados por Estados Unidos y por exiliados cubanos, también estuvieron muy activos, aunque no se les permitió el acceso a la cumbre.
Trabajaron para emisoras de radio en español de Miami, sus artículos de opinión fueron reproducidos por la prensa estadounidense y también fueron entrevistados por periodistas visitantes, muchos de ellos de Estados Unidos.
"No se consideran nuestros derechos como personas. Nos llaman traidores y escoria. Pero no nos merecemos eso, porque lo único que queremos es libertad para hacer nuestro trabajo", declaró uno de ellos a un reportero de televisión de Florida.
Ese periodista negó que el periodismo independiente consista en agentes pagados por Estados Unidos, y señaló que sus oficinas son apartamentos muy mal equipados, sin tecnología moderna de comunicación, como computadoras o grabadores.
"Lo más notable de todo esto es que esa actividad periodística disidente e independiente se desarrolló a pesar de las medidas enérgicas de la maquinaria de seguridad interna de Cuba", señaló una fuente de IPS en Florida.
Dos manifestaciones públicas que los disidentes intentaron organizar pocos días antes de la Cumbre no pudieron realizarse. Los opositores llegados a La Habana de otras partes del país fueron enviados de regreso por las autoridades a sus provincias.
Algunos que viven en la capital fueron puestos bajo arresto domiciliario. Según Sánchez, 30 fueron enviados a prisión.
Diecinueve organizaciones anticastristas de Florida colaboraron en la creación de un centro de información llamado "Proyecto Cuba Habla", operado en el hotel Marriot, fuera del aeropuerto.
Allí recibían informes telefónicos y por fax de los disidentes y de los periodistas independientes de La Habana y los enviaban a los medios de comunicación de Miami.
"Esto es para que la comunidad internacional vea la realidad de Cuba y la tremenda valentía (que debe tener) la oposición bajo el régimen totalitario de Castro. Nos proponemos hacer que el mundo escuche las voces que él (Castro) se empeña tanto en silenciar", aseguró la portavoz, Sylvia Iriondo.
"Trabajamos para asegurarnos de que la cumbre fuera un completo fracaso", reconoció Alfredo Menocal, del Frente Nacional Presidio Político Cubano, un grupo de ex presos políticos.
El grupo anticastrista Vigilia Mambisa organizó una manifestación en el centro de Miami, y su líder, Miguel Saavedra, pidió al cónsul de España que condene a Castro por sus presuntos crímenes contra la humanidad.
Exiliados cubanos en Miami dieron a conocer supuestas medidas represivas de La Habana. IPS recibió tres de esas denuncias en una tarde.
"¿Cómo es posible que jefes de Estado de gobiernos democráticos legitimen con su presencia la brutalidad del régimen cubano?", preguntó el cubanoestadounidense Lincoln Díaz Balart, miembro del Congreso de Estados Unidos por el opositor Partido Republicano, en una carta que circuló en los países representados en la cumbre.
En cambio, las organizaciones que luchan por cambiar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba mantuvieron silencio, aunque acusaron a Washington de intentar sabotear la cumbre, y enviaron una misiva a los gobernantes que participaron en el encuentro urgiéndolos a condenar el embargo.
"Estados Unidos volvió a cometer actos horrendos contra Cuba, esta vez para impedir que se realizara la IX Cumbre en la isla. (Pero) fracasó una vez más", aseguró Andrés Gómez, Coordinador Nacional de la Brigada Antonio Maceo.
Gómez reprendía en su carta a los gobernantes de Costa Rica, El Salvador y Nicaragua, que no concurrieron a la cumbre, y sugirió que se habían sometido a la presión de Estados Unidos.
Por su parte, Oscar Ochotorena, líder de la Coalición de Miami contra el Embargo contra Cuba, felicitó a los gobernantes que participaron, por resistir "la extraordinaria presión y las amenazas recibidas del gobierno de Estados Unidos". (FIN/IPS/tra- en/ps/cb/ceb/ip/99