COMERCIO: Una larga marcha tras el intercambio equitativo

Los países en desarrollo libraron batallas diplomáticas esperanzadoras en las décadas del 60 y 70 por conseguir mejoras y estabilización de los términos del intercambio de los productos básicos, prácticamente sus únicas fuentes de ingresos.

En la actualidad, esas materias primas atraviesan por uno de sus períodos históricos de máxima depreciación y la mayoría de esos estados ha visto reducida su cuota en el comercio mundial del sector.

Pero lo más significativo es que mientras se derrumbaba la participación en el mercado internacional de esos países dependientes de las materias primas, aumentaba en contraste o se mantenía el cupo de los países industrializados y de los países en desarrollo más avanzados.

Por ejemplo, la cuota de los países africanos en el mercado de productos básicos declinó en ese período de 8,6 por ciento a sólo tres por ciento. Mientras eso se registra, a la cabeza de las exportaciones mundiales de productos agrícolas figuran países industrializados, que en muchos casos eran antes importadores netos de esos bienes.

El fenómeno se relaciona con el nuevo clima de liberalización mundial, en el cual las transnacionales de los países avanzados realizan fusiones o alianzas estratégicas para apoderarse de los mercados internacionales, diagnosticó el Centro Sur, un instituto de investigación con sede en Ginebra, sostenido por países en desarrollo.

Rubens Ricupero, secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), se mostró preocupado por esa tendencia e invitó a investigar las consecuencias del aumento de la cuota de los países industrializados en el mercado de productos básicos.

En cambio, citó Ricupero, los 68 países de la región Africa, Caribe y Pacífico (ACP) experimentaron también una caída, del 8,4 al 3,1 por ciento, en su participación en el mercado de productos básicos. El cupo de los 48 países menos desarrollados se redujo a 1,2 por ciento, apenas un cuarto del anterior.

El Centro Sur observó que muchos de los ejemplos de la actual situación del comercio retrotraen a la era colonial. Los estudios del período entre 1870 y 1920 demuestran que las consecuencias de la liberalización en esa época fueron enormes, con beneficios crecientes para los países metropolitanos.

Ahora, en la década del 90, después de dos decenios de esfuerzos intensos por liberalizar el comercio, el promedio de los desequilibrios comerciales de la mayoría de los países en desarrollo ha superado en tres por ciento del producto bruto interno (PBI) al promedio que se registraba en los años 70.

Una época clave para reconocer el derrumbe del comercio en los países en desarrollo han sido los primeros años de la década del 80, cuando se asistió a una aguda y persistente caída de los precios de los productos básicos, que arrojaron grandes pérdidas en los ingresos de divisas por exportaciones de bienes primarios para los países en desarrollo.

Hasta entonces el panorama del comercio internacional era prometedor para los países del Sur, más por efecto de una voluntad política de equilibrar el intercambio que como consecuencia de cambios reales.

En esos decenios de la esperanza, de 1960 y 1970, surgieron agencias internacionales y bloques regionales para promover un comercio más equitativo para el Sur en desarrollo, en particular para las nuevas naciones liberadas del colonialismo.

Entre esas iniciativas, todas aún en plena actividad, se cuentan la UNCTAD, el Grupo de los 77, que congregó a los países en desarrollo, y el Movimiento de Países No Alineados.

La experiencia exitosa de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que consiguió una revalorización significativa del crudo en los años 70, alentó la ilusión de un "poder de los productos básicos", reflejado en la creación de los acuerdos internacionales de productos, como trigo, café, té, cacao y estaño.

Casi todos esos esfuerzos se han malogrado y en la actualidad los mercados mundiales de casi la mayoría de los productos básicos están manejados por unas pocas empresas, "verdaderos oligopolios con gran influencia sobre las leyes de la competencia", dijo Ricupero.

El fracaso de los acuerdos sobre productos se debe no a un supuesto carácter impracticable sino "a que los países poderosos han impedido que se intentara la experiencia", aclaró.

La situación de los bienes primarios se ha complicado hasta llegar al extremo de un verdadero derrumbe después de la crisis asiática de 1997. La recuperación a que se asiste a fines de 1999 en el petróleo no proviene de la demanda, sino de un manejo de la oferta.

Si productores y consumidores no establecen una colaboración, persistirá una inestabilidad enorme con bruscas caídas y aumentos drásticos, como ocurre con el crudo.

Ricupero se muestra pesimista ante la posibilidad de eliminar a breve plazo los controles oligopólicos sobre los mercados de productos básicos. Ese fenómeno demuestra, dijo, que la estructura del mercado tiene influencia sobre el deterioro de los términos de intercambio para los países en desarrollo.

El Centro Sur tampoco alienta esperanzas en ese terreno, pues recuerda que el Banco Mundial ha advertido que el comportamiento de los precios de las materias primas será en el 2000 similar al de 1999, creando una situación crítica para los países en desarrollo.

Para los países afectados queda, como en los lejanos años 60 y 70, la posibilidad de aunar fuerzas en procura de un sistema más justo que les asegure mayor acceso a los mercados de los países ricos y más flexibilidad para la adopción de políticas internas que mejoren el sistema productivo y establezcan nuevas reglas.

"No creo que las diferencias concretas en algunos sectores del comercio sean un obstáculo para que los países en desarrollo convengan una plataforma común", dijo Ricupero.

Argentina y Brasil, por ejemplo, con intereses en agricultura, deben comprender que para un país importador neto de alimentos, como Egipto, hay que encontrar un sistema compensatorio.

De la misma manera, en el caso de India, donde la agricultura genera entre 60 y 70 por ciento del empleo, el tema agrícola no se puede tratar de acuerdo a las leyes del mercado, insistió.

El problema agrícola de Argentina no es con Egipto ni con India, sino con Francia y con la Unión Europea, aclaró el secretario general de la UNCTAD.

Pero Ricupero previno que los países industrializados pueden fomentar una división entre los países del Sur, en particular entre el grupo más amplio de los países en desarrollo y los 48 más pobres que la Organización de las Naciones Unidas denomina países menos avanzados. (FIN/IPS/pc/ag/if/99

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