/Ciudades de América Latina/ CHILE: Sensación de inseguridad en Santiago sobrepasa cuadro real

La capital de Chile es una de las ciudades con mejores índices de seguridad humana del país desde el punto de vista de sus condiciones objetivas, pero desde la percepción de sus habitantes está entre las más inseguras.

Los índices de seguridad humana para las 13 regiones de Chile están medidos en encuestas encargadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que los difundió en 1998 en el informe "Las paradojas de la modernización".

La última encuesta al respecto, realizada en 1997, indica que la región metropolitana tiene el segundo lugar en este país en cuanto a seguridad humana objetiva, pero en términos de seguridad humana subjetiva desciende al octavo casillero.

Con más de cinco millones de habitantes, Santiago concentra alrededor de 40 por ciento de los 14 millones de chilenos, para adquirir así el carácter de una megalópolis en que conviven las oportunidades con los temores de la urbanización.

La región de Magallanes, en el extremo austral del país, casi despoblada y sometida todo el año a un clima invernal, presenta un perfil urbanístico avanzado en su capital, el puerto de Punta Arenas.

Los habitantes de Magallanes están en el primer lugar de Chile en cuanto a los elementos objetivos que respaldan la seguridad humana, y ellos lo sienten así, porque ocupan también en la encuesta el número uno en seguridad humana subjetiva.

El estudio del PNUD considera entre los factores objetivos de seguridad las oportunidades laborales, el acceso a los servicios de salud y educación, la disponibilidad de protección policial y otros factores relativos a la seguridad ciudadana.

Muchos de estos indicativos se repiten a la hora de medir la seguridad humana subjetiva, pero desde la percepción de las personas sobre la solidez y garantía de los diversos servicios en que se asienta su existencia cotidiana.

Los habitantes de Santiago estiman que están muy expuestos a ser víctimas de la delincuencia mediante asaltos y robos, y al mismo tiempo desconfían de que sus congéneres les presten ayuda si son agredidos en la vía pública.

Este último aspecto alude al llamado índice de sociabilidad, cuya "depreciación" es un rasgo característico en las grandes ciudades, donde el individualismo, la indiferencia y el temor se convierten en pautas de convivencia.

Del mismo modo, y pese a la mayor oferta relativa de trabajo en la capital, los habitantes de Santiago se sienten inseguros en términos de estabilidad laboral y temen que si pierden su fuente de empleo no les será fácil encontrar otra.

En salud ocurre otro tanto, ya que predomina la inseguridad en torno a las posibilidades de los sistemas público y privado de atención de brindar atención oportuna en caso de enfermedades graves y accidentes.

El predominio del sistema privado de previsión de salud hace igualmente que los santiaguinos duden que podrán asumir los costos de tratamiento de las llamadas enfermedades catastróficas, como cánceres y otras patologías terminales.

El miedo a la vejez que experimentan los habitantes de la capital chilena habla mal igualmente de su confianza en los mecanismos de jubilación, otra área privatizada en el país desde el año 1982.

En el estudio del PNUD se advierte el contraste entre el habitante urbano de Santiago y los residentes en regiones predominantemente rurales, como la del Maule, en el centro del país, y la de la Araucanía, 800 kilómetros al sur de la capital.

La región de la Araucanía es la más pobre de Chile y está en el último lugar en el índice de seguridad humana objetiva, pero en términos subjetivos ocupa la séptima posición, mientras el Maule, penúltima en el índice objetivo, tiene el cuarto lugar en la percepción de seguridad subjetiva. (FIN/IPS/ggr/dm/ip/99

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