La infancia fue la más perjudicada por las reformas capitalistas introducidas en las antiguas repúblicas comunistas de Europa central y oriental tras la caída del Muro de Berlín hace 10 años, denunció Unicef en un informe divulgado esta semana.
"Ahora viven más niños en la pobreza que antes de que comenzara la transición, incluso en los países con mejor situación económica", señala el informe.
"Es más probable que los niños, como grupo, sean pobres que otros grupos tradicionalmente vulnerables como los ancianos", agrega Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).
La educación fue muy golpeada por la contracción de las economías y la dislocación social experimentada en la última década.
El informe "Tras la caída: El impacto humano de 10 años de transición" fue redactado por Innocenti, el Centro Internacional de Desarrollo de la Infancia de Unicef, basado en Florencia, Italia.
Los sistemas de apoyo a la familia que existían en los países comunistas antes de la transición eran importantes avances, reconocidos por la mayoría de los técnicos de los países occidentales.
"La educación antes de la reforma tenía sus fallas, pero era de alta calidad técnica y virtualmente universal", indica el informe dado a conocer el jueves.
"Este logro debería haber fijado las bases para un nuevo sistema, manteniendo los mejores aspectos del sistema viejo y descartando los peores. En cambio, muchos de los niños de hoy reciben una educación inferior a la de sus padres", agrega.
"Nuestros padres no reciben sus salarios ni los estipendios por hijo desde hace seis meses. Los maestros están en huelga, y por tanto no recibimos enseñanza. La escuela se cae a pedazos. Todos los años todo empeora y empeora", se quejó a la prensa un alumno de séptimo grado de Karelia, Rusia.
Esta situación se repite en otros países del ex bloque comunista donde la fuerte contracción del ingreso nacional significó que la educación y el bienestar de los niños se convirtieron en lujos sólo accesibles a los privilegiados.
Cuando se derrumbó el Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, la transformación de las sociedades en Europa central y oriental, en la ex Unión Soviética y en los Balcanes fue radical.
Entre 1990 y 1996 la proporción del ingreso nacional destinada a la educación cayó en ocho de las 15 antiguas repúblicas soviéticas. En Georgia y Armenia casi colapsó.
En Georgia, la educación cayó de seis por ciento del producto interno bruto en 1990 a poco más de uno por ciento en 1996.
El gasto público en la enseñanza cayó un tercio en la Federación Rusa y 75 por ciento o más en Azerbaiján, Bulgaria, Georgia y Kyrgyzstán.
La respuesta a esta crisis varió según los países. En Rumania y la Federación Rusa se redujeron la cantidad de años de enseñanza obligatoria.
En partes de Armenia, Georgia, Kyrgyzstán, Tajikistánan y Yugoslavia, los niños pasaron semanas e incluso meses sin clases por falta de fondos para la electricidad o la calefacción de las escuelas.
Al menos uno en siete de los niños y niñas en edad escolar no asisten a la escuela en Georgia, Letonia, Macedonia, Turkmenistán y Uzbekistán.
La calidad de la enseñanza también decayó. Las escuelas en la mayoría de los países luchan por mantener sus edificios y equipos. En los casos más extremos, escasean el jabón y otros materiales de limpieza, lo cual deja a los niños expuestos a los piojos, la sarna y otras plagas.
"A los padres no les gusta enviar a sus hijos a escuelas tan sucias e inseguras, y los maestros no están dispuestos a trabajar en esas condiciones", señaló el informe.
"Muchos sistemas de educación de la región, sobre todo en Europa central, siguen ofreciendo una buena enseñanza, pero en otros países la situación es preocupante", asegura Unicef.
"La combinación de reducción del gasto estatal, la pobreza, los conflictos y el legado de estrategias rígidas hacia la educación significan que muchos niños no reciben la enseñanza básica que necesitan", afirma.
Más de 30.000 escuelas preescolares cerraron en la ex Unión Soviética, con la exclusión de los Balcanes, entre 1991 y 1995.
Otros servicios que benefician a la infancia, como la ayuda monetaria, la licencia por maternidad, la educación preescolar y la atención médica también se vieron perjudicados.
Más de un millón de niños y niñas están a cargo del Estado en toda la región, un aumento de 50.000 desde 1989, aunque la mayoría de ellos tienen uno de sus padres vivos.
La cantidad de niños menores de tres años que residen en instituciones del Estado aumentó hasta 45 por ciento desde 1989 en Letonia, Rumania y Rusia, y hasta 75 por ciento en Estonia. (FIN/IPS/tra-en/ys/ak/aq/pr-hd/99