La sinceridad de la promesa de Indonesia de ayudar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a resolver la situación de un cuarto de millón de timorenses orientales refugiados en Timor Occidental está ahora a prueba.
Aunque Yakarta aseguró el fin de semana que los refugiados serían libres de volver a su tierra, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ya se encontró con varios obstáculos.
El Departamento Social de Timor Occidental, perteneciente a la provincia indonesia de Nusa Tenggara, informó el día 2 que la población de refugiados procedentes de Timor Oriental había aumentado a 255.976.
El primer transporte aéreo de 100 refugiados en campamentos de Timor Occidental hacia Dili, la capital de Timor Oriental, debía realizarse el miércoles, pero fue postergado.
Ahora se prevé que la operación tendrá lugar este viernes, informó Michael Borton, de la oficina del Coordinador de Asistencia Humanitaria de la ONU.
Funcionarios indonesios insistieron en redactar un memorando de entendimiento con ACNUR antes de la partida de los refugiados, pero miembros de la agencia en Darwin entrevistados por IPS no sabían lo que Yakarta se propone con esta medida.
A fines de la semana pasada se alcanzó un acuerdo, luego de intensas negociaciones entre el Comité Internacional de la Cruz Roja y Yakarta, para repatriar a los timorenses orientales, un mes después que la violencia estallada en su territorio los obligara a huir.
A partir del lunes, según ACNUR, las autoridades indonesias preguntarían a los timorenses orientales si desean regresar a su tierra, permanecer en forma temporal o permanente en Timor Occidental o incorporarse al programa de transmigración del gobierno y establecerse en otra parte de Indonesia.
Pero funcionarios de ACNUR consideraron improbable que los aterrorizados refugiados puedan responder libremente, ya que están demasiado asustados para regresar.
La titular de ACNUR, Sadako Ogata, protestó en una carta a Yakarta por su plan de registrar refugiados sin supervisión internacional.
"En interés de la población desplazada y de la credibilidad de la operación de repatriación, ACNUR debe tener acceso irrestricto a todos los refugiados, cuya libre elección debe ser confirmada por autoridades internacionales", escribió.
Milicias respaldadas por Yakarta ya iniciaron una ola de terror contra los refugiados que expresaron su voluntad de regresar a Timor Oriental, y al menos 40 de éstos debieron refugiarse en una iglesia de Kupang debido a las intimidaciones.
Nadie conoce con certeza la situación en Atambua, donde hay unos 145.000 refugiados en campamentos públicos y otros 5.000 en campamentos de iglesias.
"Todos los campamentos tienen banderas rojas y blancas", relató un socorrista. Cuando se les pregunta a los refugiados si desean volver a Timor Oriental, ondean la bandera de Indonesia para protegerse de la persecución de las milicias, agregó.
Lo más alarmante son las historias de horror procedentes de los campamentos.
Un hombre que escapó de los campamentos de Atambua, a 10 kilómetros de la frontera con Timor Occidental, afirmó el domingo que milicias proindonesias iniciaron una matanza de hombres timorenses orientales.
"Los milicianos de Atambua persiguen a los hombres refugiados. Los quieren matar a todos", declaró Domingo dos Santos a la prensa en la localidad fronteriza de Balibo, en Timor Oriental, donde también fue interrogado por militares australianos integrantes de la fuerza de paz de la ONU.
Las milicias, creadas y respaldadas por el ejército indonesio, tratan de impedir el regreso de los refugiados, agregó Dos Santos.
"Nos dijeron que quieren sacar a todos de Timor Oriental y no permitirán que vuelvan. Dicen que habrá una guerra en Timor Oriental y que sólo podremos regresar después", relató.
Mientras, líderes paramilitares se reunieron el domingo en Timor Occidental y prometieron continuar su lucha para que Timor Oriental siga siendo parte de Indonesia, informó la agencia oficial de noticias Anatara.
"Seguimos determinados a mantener la bandera roja y blanca en Timor Oriental. Estamos dispuestos a morir por la integración", declaró Joao Tavares, comandante en jefe de una de las milicias.
Junto con Tavares se vio, en la localidad de Mota Ian, a Eurico Guterres, líder de la milicia Aitarak, principal responsable de la orgía de muerte y destrucción producida en Dili luego del plebiscito de autodeterminación que resultó favorable a la independencia por abrumadora mayoría. (FIN/IPS/tra-en/si/ral/mlm/hd-pr/99