Carros blindados del Ejército de Rusia penetraron profundamente en Chechenia, mientras la Fuerza Aérea continuaba sus ataques en forma coordinada con la artillería, aumentando la confianza de Moscú en la victoria militar en esa república separatista.
Por su parte, el presidente checheno Aslan Majadov declaró la guerra santa musulmana contra Rusia. Majadov "ya agotó todas las posibilidades de encontrar una solución pacífica" al conflicto, declaró en Moscú el representante del gobierno de Chechenia, Mairbeck Vachagayev.
"Los bombardeos aéreos y los ataques terrestres son un castigo brutal para todos los habitantes de Chechenia", dijo a IPS Abdul- Khakim Sultygov, director del Instituto de Tecnologías Políticas, un grupo de expertos de Moscú.
"Así podría empezar el nazismo ruso", advirtió Sultygov.
Pero, ante la vista de las decenas de miles de personas que huyen de Chechenia y de las víctimas de la guerra, la opinión pública rusa podría modificar su posición inicial favorable a la campaña militar de Moscú.
La inestabilidad política de Rusia, donde en diciembre se realizarán elecciones parlamentarias, también podría alterar las expectativas favorables que el primer ministro Vladimir Putin alimentó con sus partes de guerra de esta semana.
Rusia lanzó su ofensiva tras abortar la tentativa de los separatistas musulmanes chechenos, en agosto, de consolidar una fuerza militar permanente en la vecina república autónoma de Daguestán, para crear posteriormente un estado islámico en el norte del Cáucaso .
Moscú acusó a los rebeldes chechenos de la serie de atentados en septiembre contra edificios de viviendas de Moscú y de otras ciudades, que causaron la muerte a 300 personas.
Putin anunció esta semana que el gobierno revisará sus prioridades en el área de seguridad para responder a las amenazas de los terroristas chechenos.
El respaldo del público a la ofensiva militar que las encuestas señalan podría diluirse en el caso de que las tropas rusas sufrieran fuertes bajas en los combates.
Los medios de comunicación sugirieron que el gobierno se propone dividir a Chechenia en dos, ya que las tropas federales controlan la zona norte del río Terek, que formaba parte de la región de Stravropol antes de la segunda guerra mundial.
Los generales rusos intentan obligar a los rebeldes a ocultarse en las montañas del sur de Chechenia, donde no podrían oponer una gran resistencia.
Rusia parece ahora confiar también en el bloqueo económico. Las empresas de energía eléctrica y de distribución de gas interrumpieron su suministro a la república separatista.
La estrategia de Moscú parece consistir en desgastar el apoyo popular checheno a los rebeldes, mediante represalias indiscriminadas.
Así mismo, el gobierno rechazó la propuesta de mediación internacional sugerida por Majadov.
El Kremlin respondió al canciller de Noruega, Knut Vollebaek, presidente de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, que no necesita mediadores para conversar con ningún miembros de la Federación Rusa.
Unos 125.000 chechenos se refugiaron en la república autónoma de Ingushetia, con cuya población comparten el origen étnico. Pero Ingushetia no cuenta con recursos para asistir a esa gran masa de refugiados, a quienes el Ejército federal impide el paso a otras zonas.
La organización Human Rights Watch (HRW), de Nueva York, manifestó "profunda inquietud" por la seguridad de los civiles desplazados a causa de la guerra en Chechenia, y por las predicciones acerca de la escalada del conflicto.
La prohibición de desplazamiento impuesta a los chechenos viola las leyes de Rusia, según las cuales los ciudadanos tienen derecho a moverse libremente por todo el país, y también el derecho internacional, advirtió HRW.
Los defensores de los derechos humanos sostienen que si bien el gobierno ruso tiene derecho a enfrentar los actos de terrorismo, no puede prohibir que los refugiados abandonen Ingushetia.
"El discurso antichecheno y la 'chechenofobia' son muy peligrosos para Rusia, donde conviven 150 naciones grandes y pequeñas", señaló Jabrail Gakayev, presidente de la Unión de Organizaciones y Comunidades Chechenas.
"Cerca de 500.000 chechenos viven en Rusia, fuera de Chechenia, y 95 por ciento están sinceramente interesados en eliminar el terrorismo", dijo Gakayev a IPS.
El Kremlin creó una comisión para atender las necesidades de los desplazados y garantizar "condiciones normales de vida" en las áreas de Chechenia controladas por las tropas rusas, y el presidente Boris Yeltsin organizó una comisión especial para reasentar a los refugiados.
Pero los defensores de los derechos humanos alegan que enviar a los desplazados a las zonas dominadas por los soldados federales es poner en peligro su seguridad, además de que la decisión contradice las obligaciones internacionales de Rusia.
HRW instó formalmente a Putin a suspender el proyecto de destinar a los desplazados a zonas en conflicto o que podrían convertirse en campo de batalla.
La operación rusa inspiró el temor de que se repita la guerra de 1994-1996 en Chechenia, en la cual murieron 100.000 personas, en su mayoría civiles y soldados mal entrenados, y la capital de la república separatista, Grozny, quedó reducida a escombros.
La nueva campaña militar rusa en Chechenia podría ser parte de la lista de prioridades preelectorales, cuya meta sería aumentar las posibilidades de Putin y de otros seguidores de Yeltsin en los comicios de diciembre.
Las autoridades admiten que usar la crisis de Chechenia para obtener beneficios políticos podría ser muy peligroso.
"La carta del nacionalismo no debe usarse en la campaña preelectorales", declaró a IPS Oleg Mironov, director de la oficina de Derechos Humanos del gobierno. La lucha contra el terrorismo no debería causar sufrimiento a pacíficos ciudadanos, agregó. (FIN/IPS/tra-en/eu hd po ip/sb/ak/ceb-ff/ip/hd/99