JAPON: Grupos antinucleares exigen cierre de todas las centrales

La fuga de radiación de una central de procesamiento de combustible en Japón aumentó la preocupación sobre la energía atómica en un país demasiado dependente de ella y dio nuevos argumentos a los grupos antinucleares.

El accidente ocurrido el pasado jueves en Tokaimura, al noreste de Tokio, asestó un duro golpe a la industria nuclear japonesa, que estaba camino a transformarse en la segunda más grande del mundo.

Ahora, organizaciones ambientalistas demandan el cierre inmediato de todas las centrales nucleares, que satisfacen un tercio de la demanda de energía de este país asiático.

Japón tiene unas 50 centrales atómicas y proyectaba construir otras 20 en los próximos 10 años, pero el accidente de la semana pasada podría dejar estos planes en suspenso.

"Creemos que el accidente hará que el gobierno y las compañías de servicios públicos dejen de promover la peligrosa energía nuclear", expresó Mika Obayashi, de la Red del Ciudadano para la Información Nuclear.

El incidente también reveló la ignorancia de muchos obreros que trabajan en condiciones de tan alto riesgo, así como negligencia y laxitud de parte de las autoridades, denunciaron activistas.

El incendio que alcanzó a decenas de trabajadores y provocó quemaduras muy graves a tres de ellos fue el resultado del peor accidente nuclear de la historia de Japón.

Una investigación reveló que tres trabajadores de la central agregaron demasiado uranio a un tanque de procesamiento y esto produjo una fuerte explosión de radiación, que contaminó a 69 obreros.

Los tres trabajadores que virtieron el uranio recibieron dosis masiva de radiación atómica, y dos de ellos están muy graves.

El accidente ocurrió en la etapa final de producción de nitrato de uranio para su uso en el reactor experimental de rápida generación de Joyo, también ubicado en la prefectura de Ibraki.

En consecuencia, el gobierno se vio obligado a prometer, junto a compañías de energía, una estricta supervisión de la industria nuclear y un programa nacional de inspección de seguridad.

Además, muchos japoneses se volvieron críticos hacia el programa nacional de desarrollo nuclear, que durante años recibió un fuerte apoyo financiero. La industria gozó de un tratamiento de privilegio, dada la falta de otras fuentes de energía.

Una encuesta nacional realizada por Mainichi Shinbun los pasados jueves y viernes reveló que 74 por ciento de los japoneses son "críticos" o "cautelosos" respecto del programa nuclear.

"Iba a reformar mi casa, pero ahora tendré que mudarme por el accidente. Estoy furioso con JCO Co.", la compañía involucrada, manifestó Norio Owada, de 58 años, cuya casa está situada a 250 metros de la central donde ocurrió el accidente.

Más de 300.000 residentes debieron permanecer dentro de sus hogares el viernes, y miles más, preocupados por la contaminación radiactiva, atestaron centros de salud para pedir la realización de chequeos.

Muchos residentes se quejaron de la demora y el retaceo de información sobre el accidente. Aunque éste tuvo lugar en la mañana del jueves, los habitantes de las cercanías no se enteraron hasta la tarde.

Además, cuando la compañía llamó a servicios de emergencia hospitalarios para enviar a los obreros, no ofreció una explicación adecuada a los paramédicos, exponiéndolos así a la radiación, denunciaron medios de prensa.

El sábado, la televisión mostró a un contrito presidente de JCO Co, operadora de la instalación de procesamiento de uranio en la prefectura de Ibaraki, pidiendo perdón a un grupo de 70 residentes en un centro de evacuación.

Hiroharu Kitani se disculpó por el accidente y asumió la responsabilidad por la falta de comunicación y de conocimientos entre los obreros de la planta.

La policía de Ibaraki lanzó una completa investigación del accidente y se dispone a entablar una demanda penal contra JCO, subsidiaria de Sumitomo Metal Mining Co.

Mientras, documentos de JCO revelaron que la compañía declaró en su petición al gobierno que no había necesidad de prepararse para un accidente grave y solicitó que aprobara su proyecto sin tomar en cuenta la falta de medidas para responder a un eventual accidente.

Aún es demasiado pronto para saber el impacto que tendrá este accidente en la industria nuclear japonesa, aunque el estado actual de la opinión pública hace prever que le esperan tiempos duros.

"Las empresas japonesas no quieren dejar de apoyar la industria nuclear por una cuestión de imagen ante nosotros los verdes, pero ante la creciente oposición y preocupación por los accidentes, saben que perderán la batalla", dijo Obayashi. (FIN/IPS/tra-en/sk/ral/mlm/en/99

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