Las centrales nucleares de Corea del Sur proveyeron, en sentido literal, gran parte del combustible para el fenomenal crecimiento económico de este país en los años 80 y principios de los 90, pero ahora cada vez más surcoreanos las rechazan.
Corea del Sur posee en la actualidad 14 centrales nucleares, que generan 40 por ciento de la energía total del país. El gobierno proyecta agregar 10 más antes del año 2015 para hacer frente a la creciente demanda de energía.
Sin embargo, un creciente número de surcoreanos cuestiona la decisión de agregar más plantas nucleares cuando el resto del mundo hace precisamente lo contrario, y ponen al gobierno a la defensiva sobre su política energética.
Además, estas centrales son demasiado peligrosas, arguyen, y ponen de ejemplo el accidente ocurrido el 30 de septiembre en una planta de procesamiento de combustible nuclear en Japón y la fuga de radiación de una planta local a comienzos de este mes.
Aunque la Corporación de Energía Eléctrica de Corea (KEPCO) calificó el incidente del día 4 como "insignificante", más de 1.000 manifestantes se concentraron un día después frente a la sede de la empresa estatal en Seúl y la acusaron de encubrimiento.
KEPCO afirmó que el accidente expuso a 22 trabajadores a una radiación equivalente a apenas cinco radiografías y se esforzó por señalar diferencias entre el combustible nuclear usado por la empresa y el de Japón.
"Nosotros no usamos uranio enriquecido al 18 por ciento como JCO (el abastecedor de combustible nuclear de Japón), sino sólo al cinco por ciento", puntualizó Cho Sang-Hyon, administrador técnico de KEPCO Nuclear Fuel Co. en Taejon.
Pero muchos surcoreanos insisten en que no por ello las centrales son menos peligrosas. Algunos activistas incluso advirtieron sobre posibles fallas en procedimientos de soldadura en reactores nucleares.
Estas advertencias preocuparon a muchas personas, en especial a las que viven cerca de plantas nucleares. La reciente manifestación frente a las oficinas de KEPCO incluyeron a pescadores llegados desde Yongkwang, en la provincia sureña de Cholla, donde hay dos centrales nucleares en construcción.
Los activistas arguyen que, al menos, Corea del Sur podría contener el uso de energía nuclear y desarrollar otras fuentes.
En realidad, KEPCO también tiene centrales termoeléctricas e hidroeléctricas, que son superiores en número a las atómicas.
Pero las centrales nucleares aparentemente son más productivas y satisfarán 46 por ciento de las necesidades de energía del país en 15 años, una vez que estén finalizadas las plantas adicionales.
Corea del Sur se volcó a la energía nuclear en los años 70, cuando intentaba seguirle el paso a su floreciente vecino, Japón.
A medida que se multiplicaban las fábricas de automóviles, calzados, productos textiles, electrodomésticos y otros, crecían también las necesidades de energía de este país. En ese entonces, la energía nuclear se consideraba un método muy rentable de generación.
De hecho, KEPCO ha mantenido la tarifa más baja del mundo. Los consumidores surcoreanos pagan apenas el equivalente a 7,6 centavos de dólares por kilovatio-hora, según la compañía.
Pero los ambientalistas señalan que este argumento no debería utilizarse como excusa para incrementar la dependencia nacional de la energía nuclear.
"Sólo nuestro país va contra la tendencia mundial hacia la reducción de las plantas nucleares", señaló la periodista Kim Mi- Kyong.
En un reciente artículo, Kim destacó que la mayoría de los países occidentales, entre ellos Estados Unidos, redujeron su dependencia de la energía nuclear. (FIN/IPS/tra-en/amy/cb/ral/mlm/en/99