Las cartas parecen ya inexorablemente echadas en la mesa de las futuras negociaciones multilaterales sobre la liberalización del comercio agrícola, y la suerte depende del poderío y de la coherencia de los contendientes.
El presidente del Comité de Agricultura de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el colombiano Néstor Osorio Londoño, trazó esta semana un cuadro de "una amplia gama de posiciones y aspiraciones" que se han podido observar cuando faltan menos de dos meses para el comienzo de las negociaciones.
En el campo de los países en desarrollo se apunta al objetivo de obtener condiciones más justas, "pues es innegable que no pueden competir con las arcas fiscales" que financian el proteccionismo de los países industrializados.
La segunda meta de los países en desarrollo es mejorar el acceso a los mercados para sus productos. Sin esa apertura, la competitividad que distingue a esos países carece de sentido pues afecta "su única posibilidad económica viable".
Otra necesidad que se advierte en ese grupo de países es la aplicación del trato especial y diferenciado que les permita atender las exigencias del desarrollo rural, la seguridad alimentaria y ciertos niveles razonables de protección.
Osorio estimó que las aspiraciones de los países en desarrollo deben tener prioridad, aunque advirtió que chocarán con los intereses de los principales protagonistas de la OMC.
En ese lado opuesto de la mesa de negociación agrícola se sienta la Unión Europea, que desde 1959 aplica su Política Agrícola Común (PAC), uno de los pilares de la experiencia comunitaria.
A través de la PAC, el sector agrícola recibe apoyo mediante una combinación de medidas como pagos directos, subvencioens a la exportación, precios de sostén, control de producción, aranceles elevados y restricciones cuantitativas.
Esas medidas proteccionistas absorben aproximadamente la mitad del presupuesto anual de la Comunidad Europea.
El Banco Mundial recordó que la protección agrícola de los países industrializados, miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) requirió en 1997 transferencias al sector rural por 280.000 millones de dólares.
El Banco organizó con la OMC el fin de semana, en Ginebra, un seminario sobre la agricultura y el nuevo programa de negociaciones comerciales "desde una perspectiva de desarrollo", en el que presentó algunas estimaciones respecto de los efectos del proteccionismo en este sector.
Uno de los estudios del Banco Mundial sugirió la posibilidad de que ante una eventual liberalización de los mercados de bienes en la OCDE y en los países en desarrollo, el progreso de la sociedad mundial se beneficie con la incorporación de 260.000 millones de dólares cada año.
La estimación del Banco Mundial no precisó cómo se distribuiría esa nueva riqueza, pero adelantó que casi una tercera parte de esos beneficios procedentes de la liberalización del comercio de mercancías se originaría en las reformas agrícolas de los países de la OCDE.
Otro protagonista fundamental de la negociación es Estados Unidos, confontado actualmente a la necesidad de imprimir reducciones substanciales al apoyo que presta a su agricultura, entre otras razones por la presión de sus desbalances fiscales.
Osorio observó que Estados Unidos comparte algunas posiciones con el Grupo de Cairns, un bloque de 15 países que se caracterizan por la defensa sostenida de la liberalización del comerio agrícola.
Pero al mismo tiempo, sobre Estados Unidos caen también algunas críticas debido a que mantiene una política de créditos a las exportaciones.
La mesa de negociaciones se completa con los países que mantienen regímenes agrícolas cerrados y que presentan condiciones internas desfavorables para un cambio, como Japón, Noruega, Suiza y Corea del Sur.
Ese grupo, dijo Osorio, tratará, sin duda, de limitar cualquier avance en el proceso de reformas contemplado en el Acuerdo de Agricultura que se aprobó al cierre de la Ronda Uruguay de negociaciones multilaterales comerciales, en 1993.
Pero aunque existe un mandato taxativo para que se realice la negociación del comercio de productos agrícolas, como también del comercio de servicios, el desenlace dependerá del curso que adopte la eventual nueva ronda de la OMC y en los puntos de su orden del día.
La Tercera Conferencia Ministerial de la OMC se reunirá en Seattle, Estados Unidos, del 30 de noviembre al 3 de diciembre, para examinar el funcionamiento del sistema multilateral de comercio y decidir eventualmente la convocatoria de la nueva ronda.
Osorio dijo ante el seminario del Banco Mundial y de la OMC que la negociación sobre agricultura jugará un papel determinante el problema de la biotecnología.
Estados Unidos ha mostrado interés en que la OMC adopte definiciones sobre algunos parámetros del debate en torno de los organismos modificados genéticamente y "entiendo que a la brevedad comenzarán a aparecer propuestas concretas", dijo.
La negociación agrícola se concentrará de inmediato en tres asuntos dominantes, que son las subvenciones a la exportación, el acceso a los mercados y el apoyo interno, estimó el presidente del Comité de Agricultura de la OMC.
Pero las negociaciones pueden recibir influencias externas, de otros asuntos de la eventual Ronda del Milenio de negociaciones multilaterales, cuyo inicio se pretende en Seattle, como las preocupaciones no comerciales, el ambiente y la tecnología.
El director de Desarrollo Rural del Banco Mundial, Alexander McCalla, advirtió que los miembros de la OMC tendrán que ocuparse de los nuevos temas que dominarán el comercio mundial en el siglo XXI.
El funcionario se refirió específicamente a los problemas laborales y ambientales relacionados con el comercio, dos cuestiones objetadas por algunos países en desarrollo. (FIN/IPS/pc/mj/if/99