/BOLETIN-AMBIENTE/ ECUADOR: Aparecen muertas 1.000 tortugas marinas

Unas 1.000 tortugas marinas aparecieron muertas las últimas dos semanas en las playas de las provincias del Guayas y Manabí, en Ecuador, sin que se haya dilucidado la causa.

Los biólogos del gubernamental Instituto Nacional de Pesca (INEP) y la organización ambientalista Fundación Natura atribuyeron la mortandad, en principio, a las bajas temperaturas que se registran en el golfo de Guayaquil desde julio.

Cuando el número de tortugas muertas comenzó a crecer, los expertos consideraron la posibilidad de que las hubiera afectado un virus que actúa sobre su sistema inmunológico.

Estas tortugas miden 1,25 metros de longitud llegan cada año a Ecuador para reproducirse, procedentes de las costas de México y América Central.

En la actualidad preocupa la continuidad de la especie, ya que las tortugas no han podido cumplir el ciclo reproductivo y depositar los 60 huevos que anualmente coloca cada una en las playas ecuatorianas.

La mayoría de los restos encontrados tienen el caparazón desprendido, la unión de las placas óseas debilitadas y perforaciones en los huesos de la cabeza y la espalda. Los caparazones, al parecer resistentes, se descomponen como efecto de la enfermedad desconocida que las afecta.

Para los biólogos, estos síntomas revelan que las tortugas padecen una enfermedad desconocida.

Los pescadores artesanales de la región aseguran que la causa radica en el cangrejo o jaiba morada.

José Rodríguez, pescador de la zona de Puerto Cayo, en Manabí, hace más de 25 años, asegura que nunca se habían visto tantas tortugas muertas.

"Un día encontré como 50 flotando en la orilla. Algunas ya estaban muertas y a otras se las veía como enfermas. Es la jaiba que las está matando", comentó Rodríguez.

Eduardo Molina, uno de los técnicos del Programa de Manejo de Recursos Costeros de Guayaquil, se sumó a esa hipótesis, y señaló al diario Expreso que la causa estaba en este cangrejo de color violeta que al ser ingerido por las tortugas les habría causado una intoxicación colectiva.

La versión se basa en que se hallaron jaibas en los mismos lugares donde aparecieron las tortugas muertas.

Otra teoría que gana peso con el correr de los días es que la mortandad se debe a la ingestión de desperdicios y sustancias tóxicas arrojadas al mar.

Las hipótesis podrán ser confrontadas cuando se pueda capturar una tortuga viva para que se le practiquen estudios, lo que hasta ahora no ha sido posible.

Pero portavoces de la Fundación Natura y del INEP señalaron que carecen de los recursos necesarios para realizar esos estudios, y ponen la esperanza en que algún organismo internacional ayude a realizar la investigación.

La organización ambientalista y el instituto apelaron al Ministerio de Medio Ambiente para gestione asistencia científica internacional.

A pesar de que está prohibido capturar y comercializar tortugas, la población costeña acostumbra a consumirla en diversos platillos. Los biólogos recomendaron abstenerse de ello hasta que se establezcan los peligros que representa su ingesta para el ser humano, aunque no se sabe cuándo será.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) sostuvo en su informe anual, divulgado en Río de Janeiro el mes pasado, que la muerte de anfibios y reptiles que se registra en todo el mundo es un termómetro del deterioro ambiental del planeta.

El documento señala que los ecosistemas acuáticos, tanto de agua dulce (ríos, lagunas y áreas húmedas) como salada, son los más afectados por la contaminación y la disminución de especies.

El Indice del Planeta Vivo (IPV) creado por el WWF, indicador de los recursos naturales de la Tierra, viene cayendo a un promedio de uno por ciento al año desde 1970.

La mayor parte de la caída del IPV se debe a la reducción de 35 por ciento de la población de 102 especies marinas, incluidas las tortugas, y de 45 por ciento de otras 102 especies de ecosistemas de agua dulce, además de la pérdida de diez por ciento de la cobertura forestal del mundo.

Para el WWF, contrarrestar la contaminación de las aguas debe convertirse en una prioridad.

También es necesario detener los cambios climáticos que amenazan la vida en la Tierra, pero las emisiones de dióxido de carbono, el principal de los gases que causan el recalentamiento del Planeta, se elevaron de 10.000 millones de toneladas anuales en 1960 a 23.000 millones en 1996.

Si a eso se suma el crecimiento del consumo de recursos naturales y los miles de millones de dólares gastados en subsidios a actividades no sustentables alentadas por el debilitamiento de los Estados, las perspectivas no son esperanzadoras, advierten los ambientalistas.

El WWF recomienda incluir en los cálculos del producto interno bruto de los países la pérdida de recursos naturales. De hacerse así, las cifras serían muy negativas, agrega. (FIN/IPS/kl/mj/en/en/99

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