ANGOLA: Fundación presidencial gobierna con pan y circo

El presidente de Angola, Eduardo Dos Santos, en el poder desde 1979, se convirtió en un experto manipulador que hoy controla a su partido, al ejército, al Estado y a la sociedad civil con una fundación que emplea la fórmula de "pan y circo".

La Fesa (Fundación Eduardo dos Santos) brinda alimentos, dinero y juguetes a los pobres, y patrocina programas para la eliminación de las minas terrestres, el cuidado del ambiente y la lucha contra el sida.

La fundación, creada por el presidente, propuso a Dos Santos para el premio Nobel de la Paz, mientras se ocupa de restaurar una iglesia colonial, un estadio y clínicas médicas. También le entrega vehículos a la policía, sillas de ruedas a los lisiados y generadores de energía a los hospitales.

Rara vez pasa un día sin que se mencione a la Fesa en la estatal Televisao Popular de Angola, el único canal de televisión del país.

Los jóvenes de Luanda pueden aprender danzas tradicionales y practicar gimnasia aeróbica y karate en la Fesa. En la Navidad pasada, Papá Noel aterrizó en helicóptero sobre la escuela de fútbol de la institución, cerca del palacio presidencial de Futungo, y distribuyó juguetes entre 300 niños.

Además, la Fesa se propone asociarse con un club de fútbol extranjero "para construir nuestro prestigio en el exterior".

Los angoleños se preguntan si hay algo que la Fesa no se proponga hacer, y cómo es posible todo eso mientras los servicios públicos de salud, educación, deportes y cultura se derrumban, y las escuelas y los hospitales no tienen fondos.

Christine Messiant, una socióloga francesa experta en Angola, publicó un análisis sobre la Fesa. La fundación es "la culminación del proceso de privatización del estado angoleño", sostiene.

Se trata de un mecanismo para exaltar el culto a la personalidad de Dos Santos y fortalecer su poder.

La Fesa también alienta a la opinión pública a acercarse al gobierno, coacciona a la sociedad civil y margina a las organizaciones no gubernamentales (ONG) que se niegan a dejarse absorber por ella.

Los suburbios de Luanda, repletos de pobres, desempleados y desplazados por la guerra civil, también están llenos de desconformes por la crisis económica y la inflación, por la basura y las aguas residuales acumuladas al aire libre, el abuso policial y el reclutamiento forzoso.

El programa de "recreación y distracción" de la Fesa en los suburbios es una manera de hacer que el pueblo se olvide de su descontento y canalice su energía hacia otro sitio.

Multitudes procedentes de los suburbios preferidos por la Fesa, como Cazenga y Sambizanga, salieron a la calle con camisetas de la Fundación hace dos años para manifestar su apoyo al presidente cuando este pidió la renuncia del primer ministro Marcolino Moco.

Las muchedumbres de Cazenga y Sambizanga cantaron en esa ocasión contra el Ovimbundu, que es la base de poder de la rebelde Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), a la cual pertenece Moco.

Esta estrategia de "pan y circo" para mantener a las masas ocupadas, como la de Dos Santos, fue utilizada con éxito por el gobierno militar de Brasil en la década del 70.

Brasil es el inspirador ideológico de la Fesa, indican sociólogos angoleños. La fundación abrió una oficina regional en Río de Janeiro.

La firma brasileña Odebrecht, que explota minas de diamantes y construye infraestructura en Angola, es integrante de la Fesa. Y una agencia de publicidad de Brasil diseña la campaña mediática de Dos Santos.

La fundación abrirá oficinas en todos los lugares donde "haya amigos y posibles colaboradores", según la revista de la Fesa.

"Quizá eso signifique que Angola compra armas", sugirió un sociólogo que pidió reserva sobre su nombre.

Académicos, jóvenes profesionales, señoras de la alta sociedad, oficiales y sus esposas son seducidos con cócteles, seminarios, viajes de estudio y financiación para sus proyectos. Al menos una ONG extranjera, Ayuda Danesa de Pueblo a Pueblo, trabaja con la Fesa.

La esposa del presidente, Ana Paula dos Santos, suele aparecer en televisión con los proyectos de la ONG de Dinamarca.

La Fesa se creó en silencio en 1996, e hizo su aparición triunfal en 1997. La elite empresarial luandesa bebió champaña en la inauguración en agosto de ese año y le estrechó la mano al presidente sobre un fondo de autos y computadoras donados.

La asamblea general de la Fundación está integrada por los empresarios más poderosos del mundo comercial de este país.

El gigante diamantífero de Sudáfrica, De Beers, empresas constructoras portuguesas, bancos, compañías petroleras, entes autonómos como la petrolera Sonangol, Telecomunicaciones de Angola y la compañía aérea nacional, integran ese órgano de decisión.

La Fesa es la vía que encontró el gobierno para distribuir entre sus allegados la gran concentración de poder y riqueza que reúne desde 1992.

Dicha concentración fue posible por la alianza que forjaron los grupos económicos extranjeros con el gobierno elegido en 1992, ansiosos por obtener garantías para sus inversiones.

La alianza incluyó a la camarilla presidencial, oficiales de policía, comandantes del Ejército, legisladores, ministros y, en último lugar, miembros del partido.

La asamblea general de la Fesa contribuyó con 1,5 millones de dólares en 1998, aunque la fundación puso en marcha iniciativas por un valor que superó los seis millones de dólares.

Messiant señala que un miembro especial de la asamblea es el estado angoleño. Varias iniciativas de la fundación, como las campañas de vacunación, se realizan a través de los ministerios.

Nunca se dice cuánto invierte el Estado y cuánto la Fesa, pero quien se lleva los laureles es la fundación. Algunos críticos de Luanda alegan que la organización le usurpa funciones al estado.

El crecimiento de la Fesa implica el tejido de una red de intereses y dependencias solapados.

Los sectores de la sociedad civil que intentan desafiar o disentir con la opinión de Dos Santos, como algunas ONG, iglesias, supervisores de derechos humanos y de libertad de prensa, son rápidamente marginados.

Incluso algunos miembros del gobernante Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) sospechan que la Fesa es una estrategia para dejar al margen a su propio partido, que está involucrado en la maquinaria estatal.

Dos Santos neutraliza a la esfera de influencias del MPLA al permitir que el Estado descuide sus funciones mientras que, por otra parte, la Fesa crece. Así elimina cualquier desafío que pudiera surgir desde el partido de gobierno.

Durante la época del unipartidismo, no se podía hacer nada fuera del MPLA. Hoy, parece que no se puede vivir sin la Fesa. No se sabe dónde están los límites entre la fundación y el Estado, ni entre las iniciativas públicas y privadas de Dos Santos.

Los críticos están mudos, salvo los de la prensa independiente. Muchos creen que la Fesa es escandalosa, pero sus iniciativas son apoyadas generosamente y cuentan siempre con mucho público.

"Es un absoluto escándalo que la Fesa crezca y se levante usando los dineros públicos", se quejó Mario Paiva, un periodista del semanario independiente Agora.

Pero la Fesa crece, en forma desorganizada y sin planificación, y se ocupa de todo, desde hacer caridad hasta organizar seminarios técnicos, como uno realizado hace poco sobre la comunicación social y el marketing como herramientas para promover el turismo.

Sin embargo, Angola no tiene casi turismo, ya que las zonas de guerra, las ciudades sucias y la infraestructura destruida no parecen atraer visitantes. Así que la utilidad de ese seminario parece, al menos, dudosa.

Pero cada año, mientras un millón de angoleños pasan hambre y muchos mueren en los bombardeos, la fundación se permite una extravagancia llamada "La semana de Fesa", organizada en torno al cumpleaños del presidente, el 28 de agosto.

Una estrella de la televisión de Brasil, Tais Duarte, protagonista de la telenovela favorita de los angoleños, fue invitada para la ocasión este año.

Dos Santos bailó con ella, brindó con champaña y sopló las velas de un pastel de cumpleaños de dos metros de largo por uno de ancho, con forma de tres canchas de fútbol con pequeños jugadores de azúcar.

UNITA bombardeó la ciudad de Huambo el 28 de agosto, mientras Dos Santos brindaba y bailaba. Al llegar a la fiesta, le preguntaron al presidente cómo se sentía con un año más de vida (cumplió 57 años) y otro año más de guerra.

"Me siento bien. Me siento fuerte, y confío en que encontraremos un camino hacia la paz", contestó Dos Santos. (FIN/IPS/tra-en/ms/mn/ceb/aq/ip/99

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