El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convirtió a Afganistán y su gobernante movimiento Talibán en el nuevo blanco de sus sanciones, mientras el apoyo al embargo contra Iraq y Libia se debilita.
Pocas objeciones se plantearon cuando Estados Unidos y Rusia presentaron al Consejo una moción de resolución el miércoles para imponer un embargo internacional a todos los vuelos de la aerolínea afgana Ariana y congelar todos los activos de Talibán en el exterior.
La moción, que sería sometida a votación la semana próxima, urge al movimiento extremista islámico Talibán a entregar "sin más demoras" al financista saudí Osama bin Laden, sospechoso de actividades terroristas, para que pueda ser sometido a juicio.
Bin Laden, líder de la organización isláica Al-Qaeda, fue acusado por Estados Unidos de planificar los atentados contra sus embajadas en Kenia y Tanzania, en agosto del año pasdo.
En represalia, Estados Unidos realizó un ataque aéreo contra supuestos objetivos terroristas de Afganistán dos semanas después, pero líderes talibanes arguyeron que Washington nunca probó la participación de Bin Laden en los atentados.
Estados Unidos impuso un embargo unilateral a los vuelos de Ariana hace dos meses, y ha presionado con firmeza para la imposición de sanciones en la ONU. Incluso antiguos y firmes opositores de las sanciones, como Rusia y China, retiraron su respaldo a los radicales talibanes.
Rusia, cada vez más preocupada por el extremismo musulmán en general, promovió sanciones contra Talibán, y China indicó que no vetaría ninguna sanción contra Afganistán pero se abstendría de votarla, siempre que estuviera dirigida contra el gobierno extremista.
Mientras Iraq y Libia emergen lentamente de un duro régimen de sanciones, Talibán, que controla 95 por ciento de Afganistán, no es reconocido por la ONU como el gobierno legítimo de ese país, que se ha convertido en un estado aislado.
Otros oponentes tradicionales de las sanciones como Irán e India, dos estados vecinos de Afganistán, apoyan ahora los esfuerzos para castigar a los talibanes.
Irán acusó a Talibán, un grupo radical sunita, de perpetrar masacres contra musulmanes chiítas, mientras India lo acusó de entrenar separatistas en el estado de Cachemira.
Como resultado, los gobiernos no tienen "mayores problemas" en aprobar una resolución que pueda aislar efectivamente a Afganistán del mundo exterior, dijo un embajador de la ONU.
Actualmente, Emiratos Arabes Unidos es el único país que permite vuelos de aerolíneas Ariana.
Abdul Hakeem Mujahid, representante de Talibán en la ONU, admitió su pesimismo en cuanto a que el grupo islámico pueda impedir la imposición de sanciones. "Quieren que prevalezca el caos y la anarquía", dijo en referencia a los países que promueven las sanciones.
Paradójicamente, el régimen de sanciones de la ONU ha tendido a aflojarse últimamente.
Este año, entre señales de debilitamiento del apoyo hacia un embargo de vuelos contra Libia, Estados Unidos y Gran Bretaña celebraron un acuerdo para el juicio de dos libios sospechos de terrorismo en Holanda, en una medida que llevó a la suspensión de las sanciones contra Trípoli.
Mientras, Washington y Londres respaldaron un esfuerzo para suspender la prohibición de exportaciones contra Iraq si Bagdad vuelve a permitir el ingreso de inspectores de armas de la ONU.
Pero China, Francia y Rusia amenazaron con bloquear cualquier resolución de ese tipo, por considerar que no constituiría un progreso suficiente hacia el levantamiento total del embargo de nueve años contra Iraq.
Afganistán, sin embargo, es un caso diferente.
Más de tres años después que Talibán tomó la capital afgana, Kabul, e impuso su inusual forma de régimen islámico -que incluye la reclusión de las mujeres en su casa y la represión de minorías étnicas y religiosas-, sólo obtuvo el reconocimiento de tres países: Emiratos Arabes Unidos, Arabia Saudita y Pakistán.
El gobierno de hecho prohíbe que las mujeres trabajen y las niñas asistan a la escuela, además de la música, el canto y el aplauso a los artistas, entre otras manifestaciones "no islámicas".
El asiento en la ONU por Afganistán permanece ocupado por representantes del gobierno del depuesto presidente Berhanuddin Rabbani, quien está exiliado en países vecinos y sólo controla una pequeña franja del territorio, en el valle Panjshir.
El tratamiento de Talibán a los derechos humanos ha sido tan malo que hasta Pakistán -quizá su más firme aliado- habría decidido no oponerse a la campaña de sanciones de la ONU, según fuentes diplomáticas.
Sin embargo, Talibán arguyó que sus oponentes, entre ellos el régimen derrocado de Rabbani, no se diferencian mucho en su tratamiento de los derechos humanos, y no por ello generaron la condena de la comunidad internacional.
Mujahid afirmó que, durante años, no se permitió la entrada de "una sola mujer" en las escuelas administradas por los opositores de su gobierno en campamentos de refugiados en Pakistán, y nadie alzó su voz.
Mujahid dudó que Talibán cambie su postura en cuanto a la extradición de Bin Laden si se imponen sanciones.
Además, dijo, Bin Laden no representa amenaza alguna dado que "es controlado por un comité especial". (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/mlm/ip/99