TIMOR ORIENTAL: Clima de guerra tras opción por la independencia

Milicias proindonesias tomaron el control de la capital de Timor Oriental, Dili, una semana después que 78,5 por ciento de la población votó a favor de la independencia de este territorio, ocupado por Indonesia en 1975.

Los paramilitares atacan centros de refugiados y sedes eclesiásticas, además de incendiar casas. Grupos de timorenses exiliados estimaron que más de 100 personas murieron a causa de la violencia este lunes.

La residencia del obispo Carlos Ximenes Belo, líder de la resistencia y premio Nobel de la Paz, fue baleada por miembros de la milicia proindonesia Aitarak, provocando la huida de hasta 2.000 personas que habían buscado refugio allí. Hay informes contradictorios sobre el actual paradero de Belo.

Periodistas y funcionarios de la ONU en Dili informaron que numerosos timorenses son embarcados en camiones a punta de pistola y llevados a Timor occidental, en lo que la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Timor Oriental (Unamet) calificó de "desplazamiento forzado" de civiles.

"No hay ninguna señal de que el ejército indonesio intente controlar a las milicias", declaró en Dili Ian Martin, jefe de Unamet.

Más temprano, Belo había declarado a la cadena británica BBC que "las milicias están ocupando la ciudad".

Residentes de Dili denunciaron ruidos de ametralladoras y el incendio intencional de decenas de viviendas. Algunos periodistas de Dili acusaron a las milicias de enviar refugiados deliberadamente a la parte occidental de la isla de Timor para deshacerse de los partidarios de la independencia.

Mientras, decenas de miles continúan huyendo por aire, mar o tierra a través del extremo occidental de la isla, llamado Nusa Tenggara del Este. Más de 25.000 civiles huyeron de sus hogares en medio de un "clima de sitio", según la Cruz Roja.

"Por ahora, no habrá independencia. Lo que habrá es una larga guerra civil", predijo Bernardo Gamboa, uno de los miles que huyeron de la violencia en distintas partes de Timor Oriental el fin de semana. "Este es el resultado inmediato de la votación", agregó.

Rosa Ferreira, una refugiada de la regencia de Ainaro, explicó que decidió abandonar el territorio junto a su esposo y sus dos hijos, al igual que la mayoría de los habitantes de su aldea.

"Las casas están desiertas. Ya no hay vida allí", dijo. "No sé cuándo regresaremos a casa. Quizá busquemos una vida mejor en otra parte de Indonesia", añadió.

Ferreira realizó sus declaraciones en Liquica, unos 35 kilómetros al oeste de Dili, mientras caravanas de vehículos con familias de desplazados partían desde la capital timorense.

Dos automóviles policiales custodiaban la caravana de unos 1.200 refugiados que se dirigían hacia Atambua, una regencia en la otra mitad de la isla. En el camino, francotiradores disparaban ocasionalmente a los desplazados.

Otros miles de timorenses orientales buscaron refugio en la oficina de la Unamet en Dili y en la sede de la Cruz Roja, que también fue atacada este lunes.

Debido al agravamiento de la violencia y al éxodo masivo, el Consejo de Seguridad de la ONU acordó el domingo enviar una misión a Indonesia para presionar al gobierno a que cumpla su compromiso de restaurar la seguridad en el territorio, ocupado por Yakarta desde 1975.

También este lunes, el enviado especial de la ONU a Timor Oriental, Jamsheed Marker, declaró tras una reunión con el presidente indonesio Jusuf Habibie que es hora de que Yakarta tome medidas "en el terreno" para detener la violencia, en lugar de hacer más y más promesas.

Marker dijo a Habibie que "el gobierno indonesio no cumplió con su responsabilidad de mantener la seguridad", asumida en un acuerdo firmado el 5 de mayo con Portugal, el antiguo dominador colonial de Timor Oriental, con la mediación de la ONU.

La reunión se produjo luego de que miembros del gabinete indonesio, incluidos el canciller Alí Alatas y el ministro de Defensa, general Wiranto, se reunieron en Dili durante seis horas con funcionarios de la ONU y otros, el sábado.

Tras la reunión, Wiranto declaró en el aeropuerto que se requerían "medidas especiales y nuevas fuerzas" debido a la "situación emocional" en Timor Oriental, donde incluso civiles portaban armas, según la agencia de noticias Antara.

Yakarta está bajo intensa presión para restaurar la seguridad. Varios testigos afirmaron que el ejército y la policía indonesios permanecen pasivos mientras las milicias realizan sus ataques.

Así mismo, las fuerzas de seguridad son acusadas de desafiar órdenes de Yakarta con la finalidad de "probar" que Timor Oriental es ingobernable.

Pero el obispo Belo, al ser interrogado sobre el motivo de la acción de las milicias, respondió: "Pregunten al comandante militar (Wiranto). El es quien organiza todo". También afirmó que entre los refugiados hay partidarios de la independencia y de la autonomía, según el diario australiano The Age.

Mientras, Dili está paralizada. Oficinas, restaurantes y comercios permanecen cerrados, y ocasionalmente se ven camiones cargados de paramilitares que patrullan las calles.

Leandro Isaac, coordinador del Consejo Nacional de Resistencia de Timor Oriental, reiteró que es esencial la presencia de una fuerza armada de la ONU.

"La situación está fuera de control. La ONU debería enviar tropas de inmediato", declaró a la prensa mientras era escoltado a un vehículo policial desde el hotel Mashkota, rodeado por milicianos. "Aquí ya no hay garantías de seguridad", agregó.

Mientras, la condición de los refugiados en Atambua, en Nusa Tenggara del Este, empeora debido a la escasez de alimentos y a la falta de saneamiento. Algunos enfermaron de malaria. (FIN/IPS/tra- en/ky-js/js/mlm/hd/99

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