La firma esta semana de un acuerdo de paz por el más importante grupo rebelde de la República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire) hizo crecer la esperanza de un diálogo genuino entre las partes beligerantes.
Miembros fundadores de la dividida Unión Congoleña por la Democracia, el más numeroso de los dos grupos rebeldes, se sumaron el martes al acuerdo del cese del fuego firmado hace casi dos meses en Lusaka, la capital de Zambia, por los seis países involucrados en el conflicto.
El pacto fue ratificado el 10 de julio por el presidente congoleño Laurent Kabila y los mandatarios de Angola, Namibia y Zimbabwe por un lado, y por Ruanda y Uganda, que apoyan a los rebeldes, por otro.
El acuerdo dispone el cese de las hostilidades, el despliegue de una fuerza de paz, el desarme de los extremistas hutus responsables del genocidio de 1994 en Ruanda, negociaciones entre las distintas facciones y el repliegue de todas las tropas extranjeras de territorio congoleño.
Además, el gobierno de la RDC deberá negociar con sus compatriotas opositores para "establecer nuevas instituciones que conduzcan a elecciones libres".
"La negociación nacional parece ser la única salida para la actual crisis", destacó François Kandolo, de la organización no gubernamental Acción por la Paz, de Kinshasa.
Kandolo exhortó al presidente Kabila a liberalizar la actividad política y dejar libres a todos los prisioneros de conciencia.
Un grupo de 21 políticos antiguos seguidores del dictador Mobutu Sese Seko, depuesto por Kabila y luego fallecido en el exilio, emitieron esta semana una declaración solicitando al presidente congoleño que demuestre su buena voluntad con actos que mejoren el ambiente político y la seguridad.
El diálogo nacional, que debe comenzar 45 días después de la firma del acuerdo, puede resolver disputas políticas internas, reconciliar a la nación y revitalizar al Estado, destacaron los ex colaboradores de Mobutu.
"Proclamamos nuestra determinación de tener un papel activo en un diálogo nacional que conduzca a la creación de un nuevo orden para nuestras políticas e instituciones", dijeron.
Se prevé que en los próximos días llegará a Kinshasa una delegación de Saint Egidio, una comunidad católica de Roma, para mediar en las conversaciones y crear un organismo supervisor.
El ministro de Asuntos Exteriores, Yerodia Abdoulaye Ndombasi, propuso que el diálogo tenga lugar en Kinshasa, dado que los rebeldes fueron ahora amnistiados y no deben preocuparse por su seguridad.
Sin embargo, algunos funcionarios congoleños expresaron sus reservas sobre la actitud de los insurgentes hacia el acuerdo.
De hecho, recibieron la firma del pacto por los rebeldes con una indiferencia que contrastó con declaraciones anteriores exhortándolos a comprometerse con la paz luego de un año de conflicto.
"Es bueno que hayan firmado el acuerdo, pero debemos ser cautelosos", dijo a IPS el ministro de Derechos Humanos, Leonard She Okitundu.
Según el ministro, las fuerzas revolucionarias continúan presionando a tropas leales del gobierno y sus aliados, principalmente en Kabinda y Katanga, en el sudeste del país, pese a haber firmado el cese del fuego.
"Una firma por sí sola no basta", destacó She Okitundu. (FIN/IPS/tra-en/bm/nrn/sz/mn/mlm/ip/99