En pequeñas parcelas de las zonas indígenas del Cauca y la Sierra Nevada de Santa Marta, en los extremos sur y norte de Colombia, y a lo largo de todo el país, los cultivadores de café orgánico experimentan esta modalidad que ya se comercializa por Internet.
Así, a la cualidad del "café más suave del mundo" -como históricamente se ha promocionado el producto colombiano- se añade ahora la bondad de la producción, procesamiento y empaque, bajo estrictos parámetros ambientalistas.
El café ecológico como se le conoce genéricamente, u orgánico, como lo denominan los técnicos, "más que un cultivo es una forma de vivir con dignidad y calidad en nuestro campo".
Este es el encabezamiento de un folleto institucional del Comité de Cafeteros de Antioquia, en el noroeste del país, uno de los departamentos donde esta tecnología tiene más seguidores.
En el mismo sentido, Jaime Azcárate, coordinador de proyectos especiales del Comité de Cafeteros del Valle, un departamento del oeste de Colombia, dijo a IPS: "La caficultura orgánica más que un negocio es una forma de vida".
Azcárate dirige un estudio de prefactibilidad para impulsar estos cultivos en su región, donde ya hay muchos caficultores que se han acogido a las orientaciones del Centro Nacional de Investigaciones del Café (Cenicafé), que genera tecnologías para lograr mayor rentabilidad "en armonía con el ambiente".
Gustavo Esguerra, director de Proyectos Especiales de la Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé), que agrupa a los comités de productores departamentales, precisó las condiciones para que un café entre en esa categoría que tiene tantos adeptos entre los ambientalistas de los países industrializados.
En primer lugar, "debe estar cultivado con procedimientos totalmente ausentes de productos de síntesis química, y en zonas donde los cultivos circundantes tampoco usen pesticidas", afirmó Esguerra.
Además, las plantaciones de cafetos deben tener sombra, generalmente de árboles de especies nativas, cuyas hojas protegen el cafetal y se convierten en abono, al tiempo que propician la preservación del ambiente.
Sobre la dimensión ambiental de la producción de café orgánico, Esguerra recordó que en países como Estados Unidos, con muchos defensores de las aves migratorias, esa franja de consumidores prefiere comprar un café orgánico porque es amigable a los pájaros.
El director de Proyectos Especiales de Fedecafé señaló que un aspecto a favor del crecimiento de la caficultura orgánica en el país es la existencia de un número importante de minifundios cafeteros cuyos dueños no aplican plaguicidas, generalmente por falta de dinero.
Esos cultivos naturales pueden transitar fácilmente hacia la caficultura orgánica, en un lapso estimado en unos tres años.
Se recomienda también utilizar semilla certificada variedad Colombia, resistente a las plagas como la Roya.
El precio, que generalmente es mayor, porque la producción y certificación encarece los costos, no parece ser problema para quienes están convencidos de las bondades de un cultivo natural.
Una estudiante alemana de paso por Bogotá comentó: "nosotros, los jóvenes, no pensamos tanto en si el precio es más alto, sino si el producto es natural. Los abuelos, que vivieron la guerra, piensan más en el ahorro y deciden por el precio".
A ese público se orienta la venta, por Internet, de "Café Mesa de los Santos", producido en el centrooriental departamento de Santander, que se ofrece como "café 100 por ciento orgánico, de alta calidad, empaque por 500 gramos".
El precio del Café Mesa de los Santos, en grano o molido, entregado a domicilio en Colombia, es de unos 10 dólares el kilogramo, un dólar más que el Cuchicute, café excelso tipo exportación y 1,9 dólares por encima del Liofilizado Buendía.
Biolatina, una de las certificadoras internacionales de productos orgánicos que opera en Colombia, cobra unos 115 dólares por la certificación del café, desde el cultivo hasta la exportación, independientemente de la cantidad.
El proceso implica visitas periódicas y muestreos al cultivo en el que se consideran aspectos tales como conservación de suelos, manejo de basuras, alamacenamiento del grano y, por supuesto, ausencia total de productos químicos, en la zona de cultivo y en las parcelas aledañas.
El experto Andrés Dicker, de Fedecafé, dijo a IPS que en Colombia se denota una tendencia al aumento de cultivos orgánicos y que a nivel mundial, se estima que la producción de este tipo de grano equivale del dos al cinco por ciento del total.
La producción mundial de café es de 100 millones de sacos de 60 kilogramos, de los cuales unos 250.000 sacos son de café orgánico.
En Colombia, la producción total de café oscila entre 10 y 12 millones de sacos al año, de los cuales 5.000 cumplen con los requisitos de producto orgánico y ambientalmente bueno. Japón es el mercado más promisorio, seguido de Estados Unidos y Alemania.
En América Latina, México es el país que con mayor agresividad ha impulsado esta caficultura.
Aunque la producción de café orgánico es marginal en Colombia, es evidente el interés cada vez mayor de los comités de cultivadores para promocionarlo.
En apoyo a esta modalidad de cultivo, Cenicafé impulsa desde 1996 la tecnología Becolsub (Beneficio con mínimo uso de agua), que reduce la demanda de agua por kilogramo de café pergamino de 40 litros, en el proceso tradicional, a un litro.
Además, en la remoción del mucílago, la capa viscosa que cubre el grano fresco, el rendimiento es de 99,3 por ciento.
En cuanto al aroma y el sabor, un estudio de Cenicafé, que incluyó 11 ensayos, cada uno con 600 kilogramos de café cereza (recién recolectado), procesado con Becolsub y almacenado durante tres meses en bodegas de clima de páramo, dio como resultado café "de calidad óptima".
La Sierra de Santa Marta, territorio de los indígenas kogui, es la que tiene mayor producción de café orgánico certificado. Otra zona promisoria es la del municipio de Sevilla, en el Valle, considerada la región del mundo con mayor productividad cafetera por hectárea en cultivos de minifundio. (FIN/IPS/mig/ag/dv-en/99