AGRICULTURA: Extinción de plantas ataca seguridad alimentaria

La extinción de numerosas variedades de plantas socava la producción agrícola y la industria de la biotecnología no remediará esta pérdida aunque asegure que las semillas genéticamente modificadas alimentarán al planeta, advierte un nuevo estudio.

"La biotecnología no resuelve esta pérdida de diversidad genética", advierte el estudio presentado este sábado por el Instituto Worldwatch, una organización ambientalista de Estados Unidos.

Los científicos modifican los genes para crear cultivos más productivos o resistentes a las plagas, señala el autor del estudio, John Tuxill.

Sin embargo, sólo la naturaleza es capaz de crear el ADN (ácido desoxirribonucleico), las moléculas esenciales para que exista la vida, puntualiza Tuxill.

"Si desaparece una planta que tiene un rasgo genético único, no existe manera de recuperarlo", explica.

Los recursos irremplazables que brinda la diversidad genética están desapareciendo debido a los cambios ocurridos en la agricultura, según el autor del informe.

En China, por ejemplo, los agricultores cultivaban unas 10.000 variedades de trigo en 1949, mientras en la década del 70 ese número había disminuido a 1.000. Los granjeros de México cultivan hoy apenas 20 por ciento de los tipos de maíz que tenían en los años 30.

Sin embargo, la diversidad genética de las llanuras cultivadas siguen siendo esenciales para la reproducción de cultivos más productivos y resistentes a las enfermedades en todo el mundo, indica Tuxill.

Compañías como Monsanto desarrollaron semillas de papa genéticamente modificadas que contienen un gen exótico procedente de una bacteria del suelo resistente a insectos dañinos como el escarabajo colorado de la papa, pero el principal problema de los granjeros del mundo no es esa alimaña sino una micosis llamada plaga tardía.

Así que las instituciones mundiales de investigación agrícola como el Centro Internacional de la Papa, de Lima, no recurrieron a los laboratorios de Monsanto sino a los granjeros tradicionales de las alturas andinas de Bolivia, Ecuador y Perú, para combatir la plaga.

"Los ancestros de estos agricultores cultivan la papa desde hace unos 7.000 años y las comunidades andinas de ahora aún producen la mayor variedad del mundo, llegando a veces a una centena de especies en un solo pueblo", según el informe.

Los investigadores del Centro Internacional de la Papa cosecharon más de 3.000 variedades de papas de tierras andinas en las tres últimas décadas, además de parientes silvestres de la papa que suelen crecer cerca de las plantaciones.

Los reproductores de la planta del mundo entero insisten ahora en la presencia de rasgos genéticos únicos en esas papas tradicionales, necesarios para producir nuevas variedades.

"Sin las colecciones del Centro y otros (bancos genéticos o de semillas), difícilmente se pueda seguir cultivando la papa con fines comerciales", advierte Tuxill.

La pérdida de variedades afecta bastante más allá de la agricultura, agregó.

Uno de cada cuatro de los medicamentos que se prescriben en Estados Unidos se fabrica a partir de un compuesto químico que se encuentra originalmente en una planta, y cerca de 3.500 millones de personas del mundo entero recurren, en principio, a la medicina basada en plantas.

"Las plantas también proveen aceites, látex, pegamentos, maderas, tintas y otros productos de consumo diario", explica el autor del estudio.

Hasta 90 por ciento de las necesidades materiales de los residentes del medio rural en los países del mundo en desarrollo se cubren con plantas.

Pero ahora vivimos en una época de extinción masiva sin precedentes. La pérdida de hábitat, la presión de las especies no indígenas y la sobrecosecha hicieron que una de cada ocho especies, es decir, 15.000 variedades, estén en riesgo de extinción, según la Unión Mundial de Conservación.

"Aquellas (variedades) en las cuales más confiamos también están desapareciendo", advirtió Tuxill.

Cerca de dos tercios de las plantas raras y en peligro de extinción en Estados Unidos son parientes cercanos de las especies que se cultivan.

Esto es significativo porque los agricultores suelen recurrir a parientes silvestres de los cultivos habituales en busca de rasgos clave, como la resistencia a las enfermedades, que no pueden encontrar en las variedades que cultivan, según el informe.

Los bancos genéticos, los jardines botánicos y las zonas protegidas están a la vanguardia de la defensa de la diversidad de la vida vegetal. Los 1.600 jardines botánicos del mundo, por ejemplo, protegen colectivamente a decenas de miles de especies de plantas.

Pero Tuxill sostiene que estos medios de conservación necesitan más apoyo de gobiernos e instituciones financieras.

Sólo 13 por ciento de las semillas almacenadas en los bancos genéticos están en instalaciones bien equipadas con capacidad de almacenamiento a largo plazo, y muchas zonas protegidas están en países del Sur en desarrollo, informó.

En consecuencia, los gobiernos y las organizaciones comunitarias desarrollaron sociedades innovadoras para devolver la diversidad vegetal a los paisajes donde se siembran cultivos.

Desde Etiopía a India, investigadores de todo el mundo trabajan directamente con los agricultores en programas para evaluar, seleccionar y mejorar las variedades de cultivos y, a la vez, mantener la diversidad genética, señala el informe.

La organización con sede en Estados Unidos Native Seeds (Semillas Autóctonas), por ejemplo, se dedica a preservar cultivos y métodos agrícolas tradicionales en el sudoeste estadounidense y en el norte de México.

Además de mantener un banco de semillas de variedades de plantas regionales, Native Seeds documenta el conocimiento indígena de los cultivos y las prácticas agrícolas, y patrocina festivales y encuentros locales donde se promocionan comidas tradicionales.

En Belice, el gobierno creó una reserva de selva tropical administrada por una asociación local de sanadores tradicionales dedicados a preservar la producción de plantas medicinales silvestres.

Tuxill apoya estas gestiones, pero agrega que se deben tomar más medidas para reformar las políticas y las prácticas que atentan contra la diversidad genética.

Algunos instrumentos internacionales como la Convención de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica obligan a los gobiernos a desarrollar políticas para administrar sus recursos vegetales con prudencia.

Pero otros, como la Organización Mundial de Comercio, exigen que los países desmantelen las políticas de protección, a las que considera barreras al comercio, expresa el informe del Worldwatch Institute.

"El hecho es que tenemos que compartir los beneficios económicos de la diversidad genética y la obligación de protegerla", sostiene Tuxill.

Quienes se benefician con la diversidad genética, como las agroempresas y los consumidores de productos farmacéuticos, deben reconocer y apoyar a quienes la mantienen, incluso a las culturas indígenas y a los bancos genéticos nacionales, recomienda el informe. (FIN/IPS/tra-en/dk/ceb-aq/en/99

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