El terremoto de este mes en Turquía, el peor desastre natural del país en el siglo, puso en evidencia la necesidad de reformar el anticuado funcionamiento del Estado, pero también mejoró las relaciones con el exterior.
"Nada será igual después del terremoto" del día 17 repiten todos, mientras aumenta el número de muertos, que hasta ahora se contabilizó en 14.000.
Sin duda, nada permaneció igual. El sismo derribó 60.000 viviendas y dejó al descubierto las fallas del sistema social, político y económico. Por otra parte, la solidaridad con las víctimas mostró los beneficios de la paz y la reconciliación.
Eliminar la corrupción de la clase política puede llevar más tiempo del que muchos esperan, pero el desastre ya sirvió para mejorar las relaciones con la Unión Europea (UE), que eran tensas desde que el bloque rechazó el año pasado la solicitud de ingreso de Turquía.
Ahora mejoraron gracias a la ayuda humanitaria brindada por la UE, que envió 2.000 médicos y personal de rescate y 2,1 millones de dólares de asistencia de emergencia.
El terremoto trasladó físicamente a Turquía dos centímetros hacia el oeste, acercando al país a Grecia, su tradicional enemiga, informaron los geólogos.
Políticamente, tuvo consecuencias más importantes, ya que Grecia respondió con el envío de equipos de ayuda y, por primera vez desde 1974, anunció la posibilidad de levantar el veto a que la UE brinde ayuda financiera a Turquía.
Stavros Peros, el ministro griego para los territorios del Egeo, declaró que "Grecia no debe perder el tiempo con soluciones parciales, sino levantar directamente el veto y habilitar el camino para el ingreso de Turquía a la UE", según los medios de comunicación.
"El tabú de que 'Turquía no tiene más amigos que los turcos' fue destruido por el terremoto", observó la socióloga Nilufer Narli, de la Universidad de Marmara, en Estambul.
"'El pueblo de Turquía se dio cuenta de que los extranjeros no son enemigos sino amigos, gracias a la ayuda internacional recibida. Israel sorprendió a los escépticos, que presenciaron su intervención en el rescate de las víctimas, y comienza una nueva era en las relaciones grecoturcas", declaró a IPS.
Además, "surgieron nuevas esperanzas de reestablecer las relaciones con la UE", agregó.
"La rápida intervención de los equipos extranjeros de rescate mientras el gobierno turco quedó rezagado, puso en cuestión el funcionamiento estatal. Se observa un cambio sustancial en la visión que tiene el pueblo de los problemas políticos", explicó.
"De ahora en adelante, el pueblo ya no responderá a los eslóganes vacíos", sostuvo Narli.
La socióloga relaciona la nueva actitud de los turcos con ciertas singularidades de la región de Izmit, que es el pulmón industrial del país y alberga al sector social que tiene los mayores niveles de educación y especialización.
"Hasta ahora, los terremotos eran vistos como fatalidades del destino de las empobrecidas zonas este y sur del país. Los sismos anteriores no sacudieron a las regiones industriales", observó Narli.
"Ahora este afectó a la clase más privilegiada de la sociedad, incluso a la Marina. También impactó directamente a la clase media, por lo cual aparecieron nuevas exigencias. Nunca antes se había escuchado que las víctimas pidieran desodorante o champú", indicó Narli.
La mayoría de las casas destruidas, construidas con materiales de baja calidad, pertenecían a habitantes procedentes de las zonas rurales de la costa del Mar Negro y del sur del país, donde se encuentran los territorios kurdos, devastados por la guerra.
Cientos de kurdos que huyeron de sus pueblos destruidos por terremotos anteriores, como los de Erzican en 1939 y 1992, Varto en 1966, y Lice en 1975, fueron víctimas también de este sismo.
Los kurdos supusieron que el traslado hacia el oeste los libraría del peligro. Sin embargo, la falla geológica del norte de Anatolia se mueve en la misma dirección, es decir, de Erzincan hacia Estambul, según los especialistas.
A pesar de décadas de discriminación y de una guerra de 20 años por la autonomía que Turquía se niega a concederles, los kurdos de Diyarbakir y otras provincias también ofrecieron ayuda a los turcos desde que supieron del terremoto.
"La asistencia a las víctimas está muy extendida por aquí. La gente ayuda activamente. Incluso los más pobres contribuyen con una botella de agua potable", comentó Seyhmus Diken, asesor del alcalde de la ciudad de Diyarbakir.
La "Plataforma de la Democracia", que reúne a 28 organizaciones no gubernamentales, la Municipalidad de Diyarbakir y el gobierno provincial, creó un comité de ayuda conjunto.
"Conseguimos 26.000 dólares y 10 camiones cargados de alimentos y medicamentos, además de maquinaria", anunció el comité.
El terremoto marcó un cambio en la provincia. "Hasta ahora, el Partido de la Democracia del Pueblo, favorable a los kurdos, y la Plataforma de la Democracia, eran perseguidos. Ahora, todos colaboramos con todos", declaró Diken a IPS.
La solidaridad de todo el país tendrá un efecto positivo sobre la cuestión kurda, según Diken. "En la reunión que tuvimos con el gobernador, él sostuvo que el desastre creó la oportunidad para que se establezca un contacto entre el este y el oeste", relató.
"Es la primera vez que escucho a un funcionario hacer declaraciones como esa", insistió.
Los ofrecimientos de paz del líder kurdo Abdullah Ocalan durante el juicio que lo halló culpable de traición, seguido del retiro de las fuerzas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) del territorio de Turquía, se sumaron a la amplia ayuda que reciben las víctimas del terremoto, generando una nueva tendencia, señaló.
"El terremoto golpeó, sin duda, al sistema mismo. La necesidad de cambios es evidente ahora para todos", declaró Ali Haydar Gulec, vicepresidente del Partido de la Democracia del Pueblo.
"La generosa ayuda de la UE y de Estados Unidos nos lleva a preguntarnos si el resto de la asistencia no estará condicionada a que Turquía resuelva sus problemas internos e internacionales, entre los cuales figuran la cuestión kurda y la de Chipre", declaró Haydar Gulec a IPS.
Turquía invadió la isla de Chipre en 1974 y estableció allí una "república turca independiente", reconocida sólo por Ankara, lo cual tensionó gravemente las relaciones con Grecia.
"La información de que Grecia levantaría el veto contra Turquía podría ser el primer paso hacia la integración a la UE", señaló.
Sin embargo, el canciller Ismail Cem se mostró menos entusiasta en el discurso transmitido la semana pasada por televisión. "La solidaridad humanitaria es una cosa y la diplomacia es otra", puntualizó.
"La próxima cumbre de la UE en Helsinki será nuestra última parada. La UE tendrá que decidir si nos quiere o no", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/nm/ak/ceb/aq/en-ip/99