La reanudación de la lucha en Sierra Leona entre milicias progubernamentales "kamajores" y ex rebeldes del Frente Revolucionario Unido (FRU) amenaza un acuerdo de paz firmado en julio que pondría fin a ocho años de guerra civil.
Kamajores y miembros del FRU intercambian desde la semana pasada acusaciones de violaciones al cese del fuego en el este, norte y sur de este país de Africa occidental.
El Alto Comando de las milicias afirmó que fuerzas del FRU atacaron una serie de localidades en el distrito oriental de Kenema, situado a unos 200 kilómetros de la capital Freetown, que estaban bajo control de las milicias.
Los ataques de los rebeldes tienen por objeto localidades mineras de diamantes, afirmaron en un comunicado de prensa los kamajores, quienes reinstauraron en el poder en marzo de 1998 al presidente Ahmed Tejan Kabbah, que había pasado nueve meses en el exilio luego de un golpe militar.
"Los rebeldes del FRU desalojaron a nuestras tropas de esas áreas, porque éramos escasos y, más importante, porque no queremos violar el cese del fuego", dice la declaración.
En el distrito de Kambia, situado sobre la frontera noroccidental con Guinea, fuerzas rebeldes también atacaron localidades y aldeas en busca de comida. La más afectada fue la aldea de Mathonk, donde todas las casas fueron saqueadas.
También hubo incidentes en Gold Town, Jaiama Nimikoro y Sewafe, donde se reportaron choques entre ambos bandos por el control del territorio. Se trata de localidades ricas en diamantes del distrito oriental de Kono.
Los últimos incidentes preocupan a la población civil de Freetown.
Tras una sangrienta guerra civil de ocho años, que cobró más de 30.000 vidas, dejó a cientos de civiles mutilados y desplazó a más de 400.000 hacia países vecinos, el gobierno y los rebeldes firmaron el cese del fuego en mayo y un tratado de paz el 7 de julio, en Lomé, Togo.
Por su parte, miembros del FRU también acusaron a los kamajores de atacar sus posiciones en el norte.
"Me informaron que grupos de kamajores atacaron a mis hombres en Masingbi (en el norte) y otras partes del país. Si estos ataques continúan, no tendremos otra opción que defendernos", dijo a IPS Denis Mingo, comandante del FRU.
Los informes sobre violaciones al cese del fuego fueron elevados a la Misión Observadora de las Naciones Unidas en Sierra Leona (Unomsil), que ahora investiga los cargos.
Pero varios analistas temen una respuesta lenta de Unomsil, que mantiene apenas una fuerza simbólica en Sierra Leona. Menos de 50 hombres están encargados del desarme y el campamento, con la ayuda de la fuerza regional de Africa Occidental ECOMOG.
Hasta ahora, ni un solo observador de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha sido desplegado en el norte del país, que tiene miles de rebeldes, al igual que algunas partes del este.
Cuando el secretario general de la ONU, Kofi Annan, visitó Freetown el mes pasado, el presidente Kabbah le solicitó el envío de más observadores para acelerar el proceso de desarme y reintegración.
Pero los observadores no llegaron, al igual que los 35 millones de dólares prometidos por la comunidad donante para ayudar al desarme.
"Hay una aparente apatía de los donantes y una respuesta tibia a las demandas de implementación del acuerdo de paz de Lomé, y temo que éste fracasará a menos que se tomen medidas urgentes", expresó Bockarie Mansaray, un analista político de Freetown.
Quizá más preocupante es la advertencia de los rebeldes, que según estimaciones suman más de 20.000, de que no entregarán sus armas a ECOMOG, que respalda al régimen de Kabbah.
Los sierraleonenses temen que el caos volverá a reinar en su país a menos que intervenga la comunidad internacional. (FIN/IPS/tra-en/lf/mn/mlm/ip/99