La coalición de gobierno de Yugoslavia reestructuró su gabinete hoy para concentrar sus esfuerzos en la reconstrucción del país y poder enfrentar las crecientes protestas de la oposición.
La primera prueba del nuevo gobierno será una masiva manifestación convocada por partidos opositores, con el apoyo de la Iglesia Ortodoxa, para el jueves 19, con el fin de exigir una administración interina para este país.
El primer ministro yugoslavo Momir Bulatovic informó que el gobierno federal tendrá 13 ministerios más de ahora en adelante, de los cuales cinco se asignaron al nacionalista Partido Radical Serbio, del viceprimer ministro Vojislav Seselj.
La coalición de gobierno también comprende al Partido Socialista (ex Comunista), del presidente Slobodan Milosevic, y a la Izquierda Unidad de Yugoslavia, dirigida por la esposa de Milosevic, Mira Markovic.
Funcionarios del Partido Radical Serbio ocuparán dos cargos de viceprimer ministros, mientras la Izquierda Unida estará a cargo de los importantes ministerios de Información, con Goran Matic al frente, y de Telecomunicaciones, dirigido por Ivan Markovic.
Borka Vucic, un influyente banquero y cercano colaborador de Milosevic, fue nombrado ministro de Cooperación ante las instituciones financieras internacionales, un cargo delicado en vista del aislamiento impuesto a Yugoslavia por los países occidentales.
Los partidos opositores descartaron colaborar con el nuevo gobierno, y procuran unir sus esfuerzos para expulsar a Milosevic, su enemigo en común, quien está decidido a permanecer en el poder.
Vuk Draskovic, ex viceprimer ministro y líder del centroderechista Movimiento de Renovación Serbia, dijo a la prensa esta semana que sumarse a este gabinete significaría "compartir la responsabilidad por el fracaso y el desastre total".
El país "necesita más que cambios cosméticos", dijo Draskovic.
Tanto el gobierno como la oposición concuerdan en que Yugoslavia pasa por una de sus peores crisis después de soportar 11 semanas de bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pero discrepan en casi todo lo demás, desde la raíz de la crisis a la forma de resolverla.
La coalición de gobierno culpa a la OTAN por el estado del país e insiste en que Serbia debe depender de sus propios recursos para comenzar a reconstruir la infraestructura y la base industrial destruidos por los ataques aéreos.
Pero Draskovic y el resto de la oposición culpan a Milosevic por la crisis económica que ya lleva 10 años, y por la guerra en sí. Por tanto, el deseado gobierno de transición excluiría a Milosevic y a los partidos que comparten el poder en la actualidad.
La actitud de la oposición seguramente conforme a los dirigentes de la OTAN, que dejaron a Yugoslavia sin ayuda humanitaria ni asistencia para la reconstrucción mientras Milosevic esté en el poder.
Draskovic y la Alianza para el Cambio, un conjunto de pequeños partidos de oposición, se sumaron a la organización de economistas independientes Grupo 17 al promover un plan de reformas neoliberales y una economía de mercado para Serbia conocido como Pacto de Estabilidad.
La influyente iglesia Ortodoxa serbia también apoya las gestiones opositoras, incluso la manifestación del jueves, planificada para coincidir con una festividad religiosa.
"El 19 de agosto es un importante día religioso, el día de la Transfiguración. Serbia también necesita una transfiguración, un cambio total, para poder sobrevivir", aseguró a IPS Mladjan Dinkic, de Grupo 17.
El líder de la iglesia serbia, el patriarca Pavle, se reunió con los dirigentes de la oposición esta semana para manifestar su apoyo a la manifestación contra Milosevic.
El miércoles, tras una conferencia episcopal, la iglesia Ortodoxa exigió las renuncias de Milosevic y del presidente de Serbia, Mila Milutinovic.
La iglesia, en su segunda declaración contraria a Milosevic de los últimos dos meses, precisó que tomó una postura política debido al "trágico estado en que se encuentra nuestro pueblo, principalmente en Kosovo, pero también en el resto del país, sobre todo por la guerra y los bombardeos de la OTAN".
Milosevic y Milutinovic deben renunciar "si no quieren convertir al pueblo y al estado en sus rehenes y llevarlos al desastre seguro, para permitir que otros tomen el mando del país lo antes posible y saquen al pueblo de este callejón sin salida", declaró la iglesia.
La iglesia y la oposición culpan a Milosevic por los problemas políticos y económicos que atravesó el país desde el colapso de la ex Yugoslavia en 1991.
También lo critican por no aceptar el ultimátum que le presentaron en marzo las potencias occidentales con respecto de Kosovo en Rambouillet, Francia, lo cual provocó los bombardeos de la OTAN y la pérdida de la provincia serbia a la mayoritaria población de origen albanés.
Belgrado rechazó el plan de Rambouillet porque incluía un referéndum para decidir la independencia de Kosovo en un plazo de tres años, y exigía el acceso sin límites de soldados de la OTAN al territorio yugoslavo.
La paz acordada en junio, con la mediación de la Unión Europea y de Rusia, no tiene prevista la independencia de Kosovo ni incluye derechos para la OTAN en Yugoslavia, por lo cual el gobierno y el ejército declararon su victoria en la guerra, aunque la presencia serbia en Kosovo prácticamente desapareció.
La semana pasada, Milosevic dijo que los opositores son sólo "una extensión de la OTAN".
La OTAN y "varios políticos y partidos políticos corruptos intentan desestabilizar al país. No cederemos a la presión", dijo Milosevic en sus primeras declaraciones sobre las protestas casi diarias contra su gobierno en las últimas semanas.
El diario Borba, controlado por el gobierno, acusó a la iglesia de aliarse a la OTAN. "Al pedir la remoción de los líderes del país, la Iglesia se alió con quienes bombardearon salvajemente a Serbia y Yugoslavia", sostuvo en un editorial esta semana. (FIN/IPS/tra-en/vpz/ak/aq/ip/99
