A diferencia del socialista español Javier Solana, e l nuevo secretario general de la Organización del Tratado del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el escocés George Robertson, no tiene un pasado pacifista que lamentar.
Miembro del partido Laborista brit[anico, que históricamente hizo de la paz y la desmilitarización de las relaciones internacionales uno de los pilares de su política, Robertson perteneció sin embargo a la tenaz mino ría que en los años 70 y 80 apoyaba a la OTAN, Estados Unidos y las armas nucleares.
Solana, en cambio, por esos años recogía firmas en las calles para impedir el ingreso de España a la OTAN y escribía manifiestos acerca del peligro que entrañaba para un país débil como el suyo el meterse en la confrontación entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Pero tanto Solana como la izquierda europea han cambiado profundamente. Con Solana al frente, la OTAN lanzó la primera guerra de su historia, cuando ya el comunismo había colapsado, y Robertson declaró este miérc oles su propósito de presidir la entrada de la alianza en el nuevo siglo bajo e l signo de la expansión.
El nuevo partido Laborista británico considera la alianza con Estados Unidos la base de toda su política exterior, aún por encima de Europa, c omo se comprobó en diciembre, cuando Londres y Washington bombardearon Iraq si n consultar previamente con sus aliados.
Cuando el primer ministro británico, Tony Blair, presentó la semana pasada la candidatura de su ministro de Defensa al puesto, sabía que no habría competidores: Robertson fue duro entre los duros en la guerra aér ea lanzada contra Yugoslavia en marzo, y estableció sólidos lazos de amista d con su colega norteamericano, William Cohen.
También la OTAN ha cambiado. Sus estatutos originales la definen como una alianza defensiva que actuaría en el ámbito europeo y atlántico sólo en respuesta a un ataque externo, y que reconoce a las Naciones Unidas la responsabilidad por la seguridad internacional.
La guerra lanzada contra Yugoslavia cambió ese concepto. Al lanzar una ofensiva militar contra un país soberano, la OTAN precipitó no sólo un a revisión de su propia esencia, sino también la de los acuerdos surgidos de la correlación internacional de fuerzas de 1945, materializados en la ONU.
Ignacio Ramonet, director del periódico francés Le Monde Diplomatique , estima en una entrevista con El Pais de Madrid que "tras Kosovo, la OTAN se presenta como el único medio eficaz de intervención y como sistema de seguridad de la globalización."
"Basta que a partir de ahora la OTAN diga que es necesario intervenir porque están en causa intereses superiores de la humanidad, para que se intervenga", agregó.
Hay quienes dicen que si coaliciones de centroizquierda no hubiesen estado en el poder en la mayor parte de los países europeos de la OTAN, co n Italia – sede de las bases operativas – en primer lugar, la "guerra humanitaria" contra Yugoslavia habría sido imposible.
El tema de la OTAN, por tanto, forma parte de la reformulación políti ca e ideológica de la globalización.
El semanario británico The Economist sentencia en su última edición que "tras el fin del comunismo, no hay competidores serios frente a la democracia de libre mercado como método social para organizar la polític a y la economía".
"Tarde o temprano, todos los países, excepto algunos remotos focos de caos en Africa y Asia, conducirán su economía sobre la base del capitali smo competitivo que mira hacia el mercado para obtener instrucciones", dice la publicación, en un informe especial denominado "La nueva geopolítica".
El poder del mercado es superior al de los gobiernos, concuerda Ramonet, para quien "la derecha de hoy es la socialdemocracia, la que en realidad es liberalismo".
"La socialdemocracia está basada en la idea de ponderar la brutalidad neoliberal con una sensibilidad social mayor, pero ni siquiera ésta es segura, todo lo que ofrece es un contrato de confianza, es decir, al elector sólo le cabe votar con la esperanza de que así sea", subraya.
La razón de esta situación, según el analista franco-español, es que los gobernantes modernos tienen una muy limitada capacidad para intervenir en el mundo financiero y monetario, lo que disminuye "el perímetro de la democracia«.
El escritor catalán Manuel Vásquez Montalbán, por su parte, señal ó que, en el ámbito de la guerra contra Yugoslavia, "la línea directa decisori a la tenían Clinton (presidente de Estados Unidos) y Clark (jefe militar de la alianza), y los demás actuaban de comparsas".
Para Vásquez Montalbán, el papel de Solana fue 44patético", frente al poder indiscutido que ejerce Estados Unidos, representado por el general Wesley Clark quien, dice el escritor "todavía no se sabe si ha sido destituído por bombardear mucho o por bombardear poco".
Solana ahora tomará el cargo de ministro virtual de la Unión Europea para temas de relaciones exteriores y seguridad, mientras a Robertson y al general norteamericano que reemplace a Clark les tocará la tarea de analizar a fondo las consecuencias de la guerra lanzada por la provincia de Kosovo.
Las 11 semanas de ataques por parte de más de mil aviones de la OTAN lograron destruir gran parte de Yugoslavia, y el retiro de las fuerzas serbias de Kosovo, pero dejaron prácticamente intactas las fuerzas militares yugoslavas y al presidente Slobodan Milosevic en el poder.
Una de las lecciones de la guerra, dijo Robertson, es que los europeos deberán gastar más y más eficientemente en sus fuerzas armadas, para t ratar de nivelarse con Estados Unidos, que les lleva décadas por delante en tecnología militar.
El nuevo jefe político de la OTAN prometió también una "determinac ión aperrada para ir hacia donde yo pienso que se debe ir", que a juzgar por las acciones en Yugoslavia y el cambio estratégico decidido por la alianza en abril, es un horizonte sin límites y con mínimo espacio para el disen so. (FIN/IPS/ak/eu-ip/99)
