El gobierno de Namibia lanzó una ofensiva para acabar con los rebeldes del Ejército de Liberación de Caprivi (CLA), que esta semana atacaron la localidad de Katima Mulilo, situada a cinco kilómetros de la frontera con Zambia.
Trece personas murieron a raíz del ataque rebelde del lunes. El CLA, que lucha por la independencia de la franja de Caprivi, al nordeste del país, atacó a la Compañía de Radiodifusión de Namibia, un aeropuerto militar y algunos cuarteles de policía de Katima Mulilo.
El ejército ordenó a los 90.000 habitantes de Caprivi que permanezcan en sus casas por la noche, con el fin de facilitar sus operaciones, declaró el general Martin Shalli en una conferencia de prensa realizada este martes en Windhoek.
El presidente Sam Nujoma declaró el lunes el estado de emergencia de la región e impuso el toque de queda desde el atardecer hasta el amanecer.
Las fuerzas de defensa recuperaron el control de la región, y los soldados patrullan las calles de Katima Mulilo, anunció Shalli.
Zen Mnakapa, de la Sociedad Nacional por los Derechos Humanos pidió que los soldados encargados de encontrar a los rebeldes respeten los derechos humanos.
"No apoyamos la violencia de ningún sector, ni de los supuestos rebeldes, ni de las fuerzas de seguridad, ni de nadie. Todo lo que pedimos es que se respeten los derechos humanos", advirtió.
"El gobierno debería respetar la Convención sobre Derechos Humanos de Ginebra, los rebeldes heridos deben recibir un tratamiento humano, y los prisioneros merecen ser tratados de forma humana. En otras palabras, la tortura no se admite en ninguna circunstancia", expresó Mnakapa.
Sin embargo, el líder secesionista Mishake Muyongo anunció el lunes que el levantamiento de la región de Caprivi fue "sólo el comienzo" de la lucha rebelde, según los medios de comunicación.
La lucha por "la liberación de Caprivi será larga, crecerá y será cada vez peor", advirtió Muyongo desde Copenhague, donde está exiliado.
La gobernante Organización Popular de Africa Sudoccidental aceptó, en 1964, dar la oportunidad a la Franja de Caprivi de decidir su futuro, recordó. "Nadie nos puede convertir ahora en una colonia. Estamos dispuestos a sacrificar nuestra vida para conseguir nuestra libertad", declaró.
Antes de la Conferencia de Berlín (1884-1885) que fijó la división política de Africa, la Franja de Caprivi de Namibia y la provincia occidental de Zambia eran una sola nación gobernada por monarcas de la etnia lozi, cuyo reino se llamaba Barotseland.
El sueño de los lozi de permanecer unidos se esfumó en 1964, antes de la independencia de Zambia, cuando el ex presidente de ese país, Kenneth Kaunda, acordó con el rey de Barotseland, Mwanawina Lewanika, que el territorio autónomo se incorporaría a Zambia y la Franja de Caprivi sería de Namibia.
Muyongo dijo que Caprivi fue dejada de lado, su pueblo quedó marginado y desempleado.
El líder rebelde podría perder su condición de refugiado en Dinamarca si se lo descubre responsable de los ataques de Caprivi, advirtió el representante interino en la región del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Mengesah Kebede.
El asilo que se le concedió a Muyongo en mayo estaba sujeto a la condición de no entrara en contacto con medios de comunicación ni misiones extranjeras, explicó Kebede.
El ACNUR repatrió en forma voluntaria a más de 1.300 de los 2.500 namibios que huyeron a Botswana cuando las autoridades descubrieron el plan de los secesionistas en octubre.
Los lozis de Zambia apoyan a los secesionistas de Caprivi, declaró Imasiku Mutangelwa, el líder del Frente Patriótico Barotse, de Zambia.
Se cree que los rebeldes que atacaron a Katima Mulilo el lunes ingresaron a Namibia por Zambia. Mutangelwa recomendó al presidente de Zambia, Frederick Chiluba, que "aprenda la lección" de lo que sucede en Caprivi.
"Todos los lozis del mundo deberían contribuir materialmente con la causa de los secesionistas de Caprivi. Estamos listos para defender la democracia, a nuestros hermanos, y a la carta de las Naciones Unidas", dijo Mutangelwa.
El líder barotse confirmó las sospechas de que su pueblo se había reunido con los secesionistas de Caprivi en Katima Mulilo.
Los pueblos, sobre todo aquellos divididos por fronteras internacionales, tienen derecho a relacionarse y a cooperar con otros pueblos, lo cual implica actividades con fines espirituales, culturales, políticos, económicos y sociales, señaló Mutangelwa, citando el artículo 35 de la Carta de las Naciones Unidas sobre los derechos de los indígenas.
No obstante, todos los partidos políticos de Namibia condenaron el ataque de los disidentes.
La Franja de Caprivi apareció en los medios de comunicación por primera vez en octubre, cuando la policía de Botswana arrestó a 92 namibios armados que ingresaron al país en forma ilegal.
Muyongo y 10 de sus seguidores comparecieron ante los tribunales de Botswana en noviembre por poseer armas de guerra ilegales. El presidente Nujoma acusó públicamente al grupo de haber cometido "traición y asesinato".
Muyongo y otros 14 namibios obtuvieron asilo político en febrero del año pasado en Botswana, que le pidió a la ONU que los reubicara en otros países.
El ministro de Relaciones Exteriores de Namibia, Theo Ben Gurirab, declaró que la decisión de Botswana de asilar a Muyongo y sus seguidores era "chocante e inaceptable". (FIN/IPS/tra-en/tm/mn/ceb/aq/ip/99