La nueva mansión oficial del primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, se suma a varios proyectos faraónicos del gobierno que provocan las críticas de la oposición.
Enclavada sobre una terraza al borde de una colina, la elegante estructura brilla en la distancia y su magnífica cúpula central atrae la atención del observador.
Llamada sarcásticamente palacio por sus críticos, la mansión en realidad sólo forma parte de otro proyecto colosal, el Putrajaya, que se supone es la nueva capital administrativa de Malasia.
Situado al sur de Kuala Lumpur, el complejo Putrajaya habría costado 5.260 millones de dólares. Se estima que la mansión costó 4,47 millones de dólares adicionales, si bien la oposición afirma que la cifra real asciende a 52,6 millones de dólares.
Pese a que los malasios están acostumbrados a los "megaproyectos" del gobierno de Mahathir, el Putrajaya y la mansión surgen en un momento en que el país se está recuperando de la crisis económica asiática desatada en julio de 1997.
Desde la destitución y la inmediata detención del viceprimer ministro Anwar Ibrahim, en septiembre, Malasia experimenta una sensación de inseguridad política, mientras aumenta el número de políticos opositores que se atreven a criticar al gobierno.
En efecto, el propio Mahathir está siendo perseguido por Anwar en los últimos meses mediante manifiestos, muchos de ellos referidos a los megaproyectos, sacados subrepticiamente de la cárcel.
Además del Putrajaya y la mansión, las obras faraónicas incluyen al extenso y subutilizado aeropuerto internacional de Kuala Lumpur y a las subocupadas torres gemelas Petronas, los edificios de oficinas más altos del planeta.
El gobierno aduce que los megaproyectos forman parte de los esfuerzos de preparación para el futuro. El propio Mahathir declaró que Putrajaya podría ser un día la nueva capital federal y que fue desarrollada para beneficio a largo plazo de la nación.
"La construcción de Putrajaya es para los próximos 100 años. La gente debería estar orgullosa de una capital que nosotros mismos construimos", declaró.
El gobernante, de 73 años, tambien fustigó a Anwar, su ex protegido y ministro de Finanzas.
Con Anwar, dijo, "el ministerio de Finanzas nunca protestó por Putrajaya, ni mencionó que el gobierno estaba construyendo una mansión, ni tampoco dijo algo en contra del proyecto (del dique) Bakun (por 3.900 millones de dólares)".
"El siguió adelante y apoyó al gobierno. Así que si fue construida una mansión, se debió a que (Anwar) permitió gastar el dinero", argumentó Mahathir.
La nueva residencia del primer ministro, con despacho incluido, contrasta fuertemente con las decenas de miles de chozas miserables con techos de aluminio de la ciudad.
Malasia tiene una aguda escasez de viviendas de bajo costo y los críticos asediaron a la gobernante coalición nacional Barisan por su incapacidad de resolver el problema.
Los críticos también señalaron que "construir para el futuro" fue el mismo argumento usado para justificar el aeropuerto internacional de Kuala Lumpur, que reemplazó al aeropuerto de Subang, más pequeño y cercano a la capital.
Los funcionarios dijeron entonces que Subang estaba "desbordado" y, sin embargo, el nuevo aeropuerto, por 2.370 millones de dólares, se construyó como una nueva terminal hasta que Subang quedara concluido.
Sacudido por las críticas, sobre todo referidas a la mansión del primer ministro, la administración de Mahathir lanzó un plan nacional para construir viviendas baratas, con miras a las elecciones generales que tendrán lugar a mediados del 2000.
Los observadores, no obstante, pronostican que habrá comicios anticipados en los próximos meses. Debido a la inminencia de las elecciones, el gobierno muestra ahora un visible interés por los grupos pobres y marginados.
Sin embargo, esto no frenó las críticas. El líder opositor Lim Kit Siang, dijo que la mansión de Mahathir es "más grande que la Casa Blanca y la residencia del número 10 de Downing Street juntas", en referencia a las viviendas oficiales de los líderes de Estados Unidos y de Gran Bretaña.
Los observadores apuestan a que los megaproyectos del gobierno serán los temas claves de debate en la próxima campaña electoral. El opositor Partido Islámico prometió subastar la mansión oficial si la oposición gana el poder. (FIN/IPS/tra-en/an/ccb/js/ego/aq/ip/99