– Frente a las amenazas de guerra de las milicias proindinesias, los independentistas de Timor oriental insisten en un programa de paz y reconciliación en el referendum del próximo 30 de agos to.
"Si perdemos con 40 por ciento, da para luchar cien años", anunciaron los líderes proindonesios Tito Baptista y Eurico Guterres, en la ex coloni a portuguesa ocupada por Indonesia en 1975.
El mensaje de los independentistas es más alentador: "haremos todo lo necesario para garantizar la paz y la tranquilidad, sea cual fuere el resultado de la consulta", dijo a IPS Roque Rodrigues, miembro de la dirección del Consejo Nacional de Resistencia Timorense (CNRT)
La organización, dijo Rodrigues, está dispuesta a renunciar a la meta de obtener justicia por las violaciones a los derechos humanos perpetradas por las fuerzas indonesias, a cambio de un proceso de reconciliación nacional.
Según la organización humanitaria Amnistía Internacional (AI), las fuerzas indonesias han matado a 210.000 de los 650.000 habitantes del territorio.
El CNRT reune a todas las organizaciones que han luchado contra la ocupación indonesia del país desde que fue abandonado por las tropas coloniales portuguesas tras la revolución democrática del 25 de abril de 1974 en Portugal.
Forman también parte de la cúpula de la resistencia timorense tambi én el encarcelado poeta, periodista, y líder guerrillero Xanana Gusmao y José Ramos-Horta, premio Nobel de la paz.
A la salida del presidente Ali Suharto en 1998, Indonesia aceptó celebrar un referendum acerca de la soberanía del territorio, bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que en 1974 designó a Portugal como "potencia adminstrativa".
La preparación del comicio, sin embargo, se ha visto opacada por la violenta intimidación de las fuerzas paramilitares pro-indonesias, que cuentan con el apoyo del ejército ocupante.
"Si se registra un clima de libertad, no tenemos la menor duda que nuestro pueblo va a votar por la independencia y haremos todo para que después del referendo comience una transición pacífica, de diálogo con nuestros compatriotas que defienden la integración (con Indonesia)", aseguró Rodrigues.
Frente al eventual dilema de justicia o verdad y reconciliación que suelen enfrentar las democracias nacientes, Rodrigues no tiene dudas: "prevalecera la reconciliación, porque en un territorio como el nuestro, cercado y silenciado durante mas de dos décadas, la necesidad de supervivencia obligó a muchos a colaborar, a pactar con los ocupantes".
Rodrigues acusa a las potencias occidentales de haber mantenido un silencio cómplice con el régimen de Suharto (1965-98), quien, "es necesario no olvidar, hace 34 años dio un golpe de Estado y se impuso masacrando entre uno y dos millones de personas".
Los intereses económicos unificaron a los adversarios de la guerra fr ía frente a Timor Oriental, dice Rodrígues, pues "los paises del bloque socialista tambien se entendieron bien con Indonesia".
Rodrigues atribuye a los países africanos de lengua oficial portuguesa el mantenimiento de un sentido de dignidad en Timor Oriental, y señala que Portugal mantuvo siempre una posición ambigua, de apoyo verbal, pero de escasas acciones concretas, por temor a las grandes potencias.
"Solo en 1986, una vez elegido como presidente de la República, Mario Soares hizo un discurso ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo, donde cambió radicalmente la postura del Estado portugués", que comenzó a a sumir su responsabilidad como potencia administradora del territorio, dice el dirigente.
"Hasta ese año, solo Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Santo Tome-Principe – las ex colonias portuguesas en Africa – mantuvieron alta la bandera de la justicia y la libertad para Timor", afirma.
Al momento de la caída de Suharto – tras la crisis financiera de 1997 – se calculaba que Xanana Gusmao tenia una fuerza armada de entre 1.500 y 2.000 personas, que sin embargo, a juicio de Rodrigues, era insuficiente para expulsar a los invasores.
La razón principal, dice, es la "complicidad del silencio" con el régimen de Suharto. "No ser noticias durante dos décadas, hizo mucho m ás difícil nuestra lucha. En este contexto, nunca nos hicimos ilusiones. Era imposible vencer militarmente al ejercito indonesio."
"Nuestro triunfo no pasaba por la victoria militar, sino por un inmenso trabajo político en el interior, por el refuerzo de la identidad nacional, y en el exterior por la solidaridad", agrega.
Rodrigues cree que el gobierno de Jakarta respetará los acuerdos firmados con la ONU el 5 de mayo último, y a respetar el resultado del referendum, pese a que la presidenta electa de ese país, Megawathi Sukarnoputri, anunció que no permitirá la secesión de Timor.
"Estamos convencidos que, pese a sus declaraciones durante la campana electoral, Megawathi va a respetar el resultado del referendo. Hay que recordar que, inclusive si Suharto todavia ocupase el sillón presidencial, era inevitable un cambio de actitud en Timor«, dice.
"Indonesia sufrió una profunda degradación politica, una crisis mora l, economica y financiera, factores que llevaron a los poderosos a presionar por la salida de Suharto", subraya.
Según Rodrígues, es "especialmente relevante que en plena crisis indonesia , Madeleine Albright (secretaria de Estado de Estados Unidos), se refirio a Timor, recomendando la realización de una consulta popular y a respetar sus resultados".
Otro factor de tensión es que mientras en Timor hay una mayoría católica, Indonesia tiene la mayor concentración de población musulmana en el mundo. Rodrígues, sin embargo, desestima la importancia del tema religioso en la disputa.
"Nuestra lucha nunco tuvo un carácter religioso. Siempre se trató de una guerra de liberación nacional, pero la iglesia católica tuvo un pape l fundamental como guardián de nuestra identidad nacional. A la salida de lo s portugueses, la población católica de Timor se calculaba en 30 por cien to. Hoy estimamos que se situa en mas de 90", afirma.
"Cuando casi todos nos abandonaron y la propia jerarquía mundial de la Iglesia estaba contra la resistencia, los sacerdotes locales nos ayudaban, incluso ofreciendo refugio a los guerrilleros", lo que obligó a la cúpu la eclesiástica a cambiar su actitud, relata Rodrígues
"Hoy, podemos decir que tenemos una deuda moral con la Iglesia", concluyó. (FIN/IPS/mdq/ak/ap-hr/99)