El carácter trascendental que se atribuye a los comicios presidenciales de diciembre en Chile no logró vencer la apatía política de los jóvenes, que se inscribieron en un mínimo porcentaje en los registros electorales.
Sólo 63.000 personas se incorporaron en los últimos siete meses, hasta el 31 de julio, al padrón de votantes, que fue cerrado el 13 de este mes a los efectos de los comicios presidenciales del 12 de diciembre, de acuerdo con datos del Servicio Electoral difundidos este lunes,
La cifra, según datos extraoficiales, se incrementó a 84.500 durante las dos primeras semanas de agosto, en la "recta final" de las inscripciones, lo cual representa de todas maneras una magra cantidad con respecto a las expectativas.
Con esta baja inscripción se mantuvo prácticamente inalterada la cantidad de 1,4 millones de jóvenes entre 18 y 24 de años que no ejercen el derecho a voto y que equivale a casi 18 por ciento del total de ocho millones de votantes.
La dura disputa que se prevé para diciembre entre el oficialista Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, abanderado de la oposición de derecha, creó esperanzas de un mayor interés juvenil por votar.
También la candidata comunista Gladys Marín y la ecologista Sara Larraín buscaron igualmente acabar con la indiferencia de las nuevas generaciones, apostando al progresismo de los jóvenes y de las mujeres.
El registro de candidaturas se cerró a la medianoche del sábado, completándose la inscripción de siete postulantes para los comicios en que se elegirá presidente para el periodo de gobierno que comenzará el 11 de marzo del año 2000.
Lagos, un socialista moderado, es hasta ahora el favorito en las encuestas, como abanderado de la Concertación por la Democracia, la coalición de centro-izquierda que gobierna desde el restablecimiento del régimen democrático en marzo de 1990.
Según los sondeos de opinión, Lagos tiene una ventaja entre cinco y 14 puntos sobre Lavín, líder de la Unión Demócrata Independiente y candidato de la Unión por Chile, un pacto derechista integrado también por el Partido Renovación Nacional.
Las encuestas, que otorgan una mínima votación a los otros candidatos. Estos son Marín, Larraín, el disidente democristiano Arturo Frei Bolívar, Tomás Hirsch, del Partido Humanista, y el pastor evangélico Salvador Pino.
Si ningún candidato logra mayoría absoluta el 12 de diciembre, 30 días después habrá una segunda vuelta entre los dos más votados, en cuyo caso puede ser determinante el alineamiento con Lagos o Lavín de los otros postulantes.
La dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990) instituyó el mecanismo de la segunda vuelta presidencial en la Constitución aprobada en 1980, y en 1987 expidió la ley electoral aún vigente.
Esa norma invirtió la tradición chilena de inscripción obligatoria en los registros electorales y ejercicio voluntario del voto, haciendo voluntaria la inscripción y obligatorio el sufragio para quienes se incorporen al padrón de votantes.
La inscripción voluntaria es uno de los factores que determina un progresivo envejecimiento del universo chileno de votantes, verificado desde el plebiscito presidencial del 5 de octubre de 1988.
En esa consulta, en la que fue derrotado del entonces dictador Pinochet, los votantes entre 18 y 19 años representaron 5,5 por ciento del total, mientras los inscriptos entre 20 y 24 años constituyeron 15,66 por ciento.
Ambos estratos fueron disminuyendo progresivamente en las cinco elecciones municipales, presidenciales y legislativas celebradas desde entonces, como consecuencia de la resistencia de los jóvenes a la inscripción.
En las elecciones parlamentarias del 11 de diciembre de 1997, las últimas de carácter nacional, los votantes entre 18 y 19 años representaron sólo 1,06 por ciento y entre 20 y 24 años, 6,75 por ciento.
Los dirigentes políticos confiaban en que la apatía de los jóvenes disminuyera ante la importancia de la elección de presidente, tal como ocurrió en los comicios de diciembre de 1993.
Esa elección fue ganada por Eduardo Frei, y en el período de inscripción previo a los comicios se empadronaron unas 300.000 personas entre 18 y 24 años, cifra que se esperaba igualar en esta oportunidad.
Pese al trabajo de los activistas partidarios y al supuesto atractivo de la próximo elección, el análisis de la edad de los 84.500 nuevos inscriptos indica que los jóvenes no se sienten incentivados por la política.
La falta de participación electoral de los jóvenes es un fenómeno generalizado en el mundo de hoy y sobre todo en América Latina, donde se observa un gran distanciamiento de los ciudadanos hacia los partidos políticos.
Entre las causas de esta situación en Chile se cita la ley electoral heredada de la dictadura, y los expertos debaten si el rechazo juvenil al voto es una manifestación de apatía o de rechazo a la política tradicional. (FIN/IPS/ggr/ff/ip/99