TRABAJO: Migración femenina, estrategia de sobrevivencia

La mayoría de los emigrantes de países en desarrollo en busca de trabajo son mujeres, un fenómeno al que no es ajena la globalización económica.

Los datos más completos sistematizados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) proceden de Asia. Las mujeres entran en cantidades crecientes y en forma legal e ilegal a Japón, Singapur y Hong Kong, procedentes en su mayor parte de Filipinas, Indonesia y Sri Lanka.

Hay 12 mujeres filipinas por varón trabajando en esos países de destino, tres indonesias por varón, y tres mujeres cada dos varones en el caso de Sri Lanka.

Tres de cada cinco habitantes de Perú que emigran en busca de empleo son mujeres. Para las mujeres de América Latina y el Caribe los países de Europa occidental son la meta, especialmente Italia, España y Francia.

Allí se emplean como trabajadoras domésticas, enfermeras, dependientas de tiendas, camareras y las más jovenes y bellas, con un poco de suerte, pueden conseguir empleo como anfitrionas de casinos y casas de diversión. No son pocas las que acaban explotadas por redes de proxenetas.

Imposible calcular cuántas latinoamericanas trabajan en Europa. El gobierno de Alberto Fujimori, por ejemplo, calcula que solo en Italia hay unas 18.000 peruanos, la mayoría mujeres. Pero se trata de estimaciones, cifras al azar porque se trata de una población ilegal.

Sí se conocen, en cambio, los principales países de procedencia de las mujeres en Europa: Nicaragua, República Dominicana, Panamá, Brasil, Colombia y Perú.

"Sí, se gana más que acá. Tengo que trabajar duro pero por lo menos puedo enviar alguito a mi familia", dice Ana Peláez, enfermera de 34 años en una de las cartas enviada a una amiga desde Liguria, en Italia.

"No hay un maltrato ostensible, pero siempre vives con un sentimiento de desarraigo, de no pertenencia. Me pagan menos que una enfermera europea pero aun así estoy mucho mejor que en Perú", afirma.

Ninguno de los testimonios propalados regularmente por la prensa, junto con crónicas sobre las difíciles condiciones de vida que deben afrontar las mujeres, incluidas vejaciones y maltratos, las desanima a emprender la aventura. Para ellas, peor de lo que les va en sus países origen, imposible.

La masiva migración de mujeres al extranjero esconde una estrategia de sobrevivencia, advierten los expertos, que exhortan a las autoridades a ser más flexibles en el tratamiento del problema.

La entrada de las mujeres "en los mercados internacionales del trabajo significa, en realidad, una de las respuestas más impresionantes al deterioro de las opciones del mercado de trabajo nacional", señaló Youyun Zhang, consejera especial para asuntos de las trabajadoras de la OIT.

Este fenómeno "representa una estrategia de supervivencia familiar", agregó Youyun en un análisis sobre la participación de la mujer en el mercado laboral globalizado.

La presencia de mujeres extranjeras trabajando ilegalmente o por salarios misérrimos ha permitido una industrialización continua e intensiva en mano de obra, lo cual constituye una atracción para los inversionistas, en opinión de la experta.

Los países asiáticos son, una vez más, un buen ejemplo de esta aseveración. Corea del Sur, Malasia, Singapur, Tailandia, Hong Kong y, en menor medida, Japón, han logrado crecer económicamente gracias al aporte de la mano de obra femenina, tanto local como migrante.

El éxito para los inversionistas y manufactureros ha sido tan grande que en la actualidad reclutan trabajadoras en Indonesia, China, Bangladesh, India y Vietnam, donde es posible adquirir mano de obra barata y sin mayores exigencias en condiciones de trabajo ni en cumplimiento de la legislación laboral.

En América Central, la expasión de las maquilas (zonas francas de procesamiento de exportaciones, en especial ensamblado), otra expresión de la globalización económica, ha propiciado también el éxodo masivo de mujeres de las zonas rurales a las urbanas.

También provocó corrientes migratorias entre países vecinos de mujeres que aspiran a obtener empleo en esas empresas, la mayoría de capital procedente de Corea del Sur, Taiwan y Hong Kong.

Se estima que sólo en Honduras las maquilas dan empleo a 60.000 personas, de las cuales 90 por ciento son mujeres y el resto hombres y menores de edad.

Las condiciones de trabajo son muy duras, la paga exigua y a veces las trabajadoras deben llevarse el trabajo a su casa para cumplir con las cuotas exigidas.

"Las mujeres son las más vulnerables en el proceso de globalización porque, a diferencia de los hombres, no son muy exigentes con el salario ni con las condiciones de trabajo", explicó el sociólogo Luis Lora.

"Para ellas lo más importante es obtener un ingreso, en especial si son jefas de familia, pobres y sin mayor preparación para el mercado laboral", agregó Lora.

Mientras, los hombres prefieren seguir desempleados antes que trabajar bajo condiciones adversas, "pero muchas mujeres no tienen alternativa: para ellas lo importante es asegurar el sustento de los hijos", sostuvo.

Por eso, muchas aceptan cualquier tipo de trabajo, temporal, a medio tiempo, a domicilio, a destajo, comunitario, por comida, muchos de los cuales son una forma encubierta de abuso, recalca. La situación de las migrantes en el extranjero se ve agudizada por su propia situación en un país ajeno, destacó.

"Sin embargo, no tienen alternativa. Muchas no tienen recursos para regresar a sus países. Lo han empeñado todo en busca de un futuro mejor y constituyen la única esperanza para sus familias", aseguró.

"Ellas, cuando consiguen un trabajo en el extranjero no preguntan acerca de las condiciones, lo aceptan como una bendición", afirmó Lora. (FIN/IPS/zp/mj/lb hd/99

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