RUSIA: Una alternativa política para detener el derrumbe

Rusia es una potencia mundial cuyos indicadores clave cayeron, en el lapso de nueve años, al nivel de los países más pobres. Ahora el tema político más candente es hasta cuándo seguirá siendo el "pariente pobre" de Occidente.

Sin embargo, el ex ministro de Finanzas y actual viceprimer ministro Alexander Livshits, el funcionario de enlace del presidente Boris Yeltsin con el Grupo de los Siete países más industrializados, descartó el apodo de "pariente pobre".

"Pobre es temporal pero 'pariente' es para siempre. Los temores de que Rusia se convierta en un país del Tercer Mundo son obviamente exagerados. No vamos a volvernos irrelevantes", dijo a IPS.

Con una inmensa base industrial y una de las sociedades mejor educadas del mundo, el país podría estar mejor, afirman algunos. Sin embargo, en la actualidad, el único argumento convincente de Rusia en el mundo de los negocios parece ser su arsenal nuclear.

Las razones de la declinación deben buscarse en el sistema político, afirmó Georgia Derluguian, un experto sobre Rusia de la Universidad Noroeste de Chicago. "El régimen de Yeltsin trató de afirmarse en sus comienzos con una política económica neoliberal, pero ese intento culminó en un suicidio ideológico", apuntó.

Posteriormente, Yeltsin "apoyó en forma encubierta el pasaje a manos de los grupos vinculados con el poder de las empresas estatales privatizadas, y se produjo la escandalosa aparición de un 'capitalismo de compinches' y de una clase social de nuevos ricos", añadió.

Derluguian concluyó que "Rusia no tiene problemas económicos, sino problemas políticos".

Existen síntomas de una caída irrefrenable hacia la pobreza. El presupuesto federal para 1999 asciende a 17.000 millones de dólares, y el salario mínimo es de 3,5 dólares por mes, cifras que no corresponden a una próspera economía industrial.

El producto interno bruto del país (PIB) se contrajo tres por ciento en el primer trimestre de 1999, según cifras oficiales preliminares. La crisis financiero de agosto del año pasado había hecho caer seis por ciento el PIB.

El borrador del presupuesto federal para el 2000, dado a conocer la semana pasada, fijó objetivos ambiciosos de 1,5 por ciento de crecimiento económico, 18 por ciento de inflación y un déficit presupuestario equivalente a 1,5 por ciento del PIB.

En las últimas semanas, el brusco aumento de los precios internacionales del petróleo fue una excelente noticia para Rusia, que es el tercer productor mundial de crudo y, como muchos países en desarrollo, depende de las exportaciones de energía y productos básicos para mantener a flote su tambaleante economía.

Los expertos dijeron que el deterioro del nivel de vida y del sistema nacional de salud, así como la tensión psicológica causada por las reformas económicas que siguieron a la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1991, han afectado en forma grave a millones de personas.

Otra muestra de los problemas estructurales fue que la población disminuyó este año en 300.000 personas (0,2 por ciento). El país tiene unos 146 millones de habitantes, según datos oficiales.

Las estadísticas oficiales indicaron que cada mujer tiene un promedio de 1,3 hijos, y los expertos consideran que esa cifra debería ser por lo menos 2,15 para que se mantuviera el equilibrio demográfico.

La relación entre nacimientos y decesos se invirtió entre 1989 y 1995. Los fallecimientos anuales aumentaron de 1,6 a 2,2 millones, mientras los nacimientos anuales descendían de 2,2 a 1,4 millones.

Esto significa que en 1989 había 1,4 nacimientos por cada deceso, y en 1995 había 1,6 fallecimientos por cada nacimiento, con una relación de 2,7 a uno en algunas regiones.

Además, los problemas de Rusia para amortizar su deuda externa agravaron desde que el país se hundió aun más en la crisis económica, en agosto de 1998. El total la deuda asciende a 150.000 millones de dólares, y el pago de sus servicios representará 17.000 millones de dólares este año.

Los acreedores advirtieron que las conversaciones para restructurar la deuda solo podrán comenzar si Rusia llega a un acuerdo marco con el Fondo Monetario Internacional, cuyos expertos ya han tenido incidencia en la política económica del país durante la última década.

Moscú ya no planea pedir una condonación o una reducción parcial de la deuda a sus acreedores extranjeros, dijo Livshits. "La palabra 'anulación' está excluida del vocabulario del país y no es necesario emplearla, porque no volveremos a tener dificultades para pagar, como el 17 de agosto de 1988", aseguró.

Sin embargo, expertos independientes no están de acuerdo con ese enfoque optimista.

"Rusia simplemente carece de instrumentos de inversión relevantes, y es incapaz de crearlos", declaró Mikhail Delyagin, director del Instituto de Temas de Globalización, un grupo de estudios con sede en Moscú, quien pronosticó que habrá otra devaluación en menos de un año.

La crisis financiera de agosto de 1998 fue el desenlace de un dramático enfrentamiento entre el gobierno de Yeltsin y la oposición comunista, nacionalista y contraria a las reformas económicas.

Aquel colapso económico tuvo la consecuencia inesperada de que se revitalizara una tercera fuerza, liderada por el veterano político Yevgeny Primakov. Algunos analistas señalaron que con el ascenso del relativamente "neutral" Primakov, el surgimiento de un nuevo "contrato social" está a la vista.

No obstante, la pregunta sobre quién conducirá a Rusia en el ingreso al próximo siglo sigue sin respuesta. El achacoso Yeltsin, que no desea ser descartado como inválido, destituyó al popular Primakov del cargo de primer ministro y formó un nuevo gabinete, integrado por figuras de su entorno más cercano.

La cruzada de Primakov contra la corrupción parece haber sido una de las causas de su despido.

"En estos días, parece que el Kremlin sólo es capaz de enfrentar problemas tácticos, mientras el país necesita resolver cuestiones estratégicas. Pero parece que el planteo de cualquier estrategia a largo plazo sólo será viable después de que termine el régimen de Yeltsin", señaló Delyagin.

Según la opinión generalizada, Primakov todavía tiene en sus manos la ficha más importante del juego. Se espera que retorne al escenario político antes de que termine el verano (boreal), con el apoyo del alcalde de Moscú, Yury Luzhkov, un ex aliado de Yeltsin.

Hasta ahora los rivales de Yeltsin, tanto de izquierda como de derecha, han sido notablemente incapaces de proponer estrategias realistas y alternativas ideológicas, pero ahora parece haber un programa alternativo en ciernes, apuntó Derluguian.

Ese programa "requerirá una revitalización del papel del Estado y del imperio de la ley, y bastará con esto para que tenga un carácter revolucionario", opinó. (FIN/IPS/tra- en/sb/ak/ego/mp/ip if/99)

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