El escritor francés Dominique Lapierre es el principal donante de una organización no gubernamental (ONG) que casi ha logrado erradicar la tuberculosis de la provincia de Bengala Occidental, al este de India.
La Sociedad del Sur para Mejorar la Salud (SHIS, por su sigla en inglés) fue fundada en 1982 por M.A. Wohab, un ex revolucionario de extrema izquierda que se convirtió en trabajador social luego de descubrir que él mismo tenía tuberculosis y de haberse curado rápidamente.
Al comienzo, había sólo dos rupias en las arcas de la SHIS.
Lapierre, cuyo libro más célebre en India es "La ciudad de la alegría", se convirtió en el principal donante y recaudador de fondos para la organización de Wohab en 1986, al entregar parte de los derechos de autor ganados con sus libros.
"Dominique Lapierre ha donado hasta la fecha cerca de 715.000 dólares de los derechos de autor percibidos de la venta de sus libros", comentó Wohab.
El escritor tiene una antigua relación con la región. "Vengo aquí todos los años con mi esposa para tomar mi dosis de vitaminas. Para mí, es como una peregrinación", declaró Lapierre, quien presentó su último libro, "Mil hijos", en las orillas de un río de Bengala, ante miles de ex tuberculosos.
Lapierre compró barcos-dispensario equipados con lo necesario para diagnosticar la enfermedad, como aparatos de radiografía, gracias a las ganancias obtenidas con libros como "La ciudad de la alegría" y "Más allá del amor", de gran venta internacional, y a las contribuciones logradas en varios países europeos.
"Gracias a los derechos de autor que gané por mis libros, a las contribuciones de miles de lectores y a todas las personas que respondieron a mi llamado, pude erradicar la tuberculosis en más de 1.200 pueblos", declaró Lapierre.
Wohab, por su parte, señaló con orgullo que, a 20 años de comenzada, la cruzada contra la tuberculosis no terminó, pero su organización logró eliminar casi por completo la enfermedad en Bengala.
La SHIS logró reducir la incidencia de la tuberculosis en los centros poblados de los manglares de las islas Sundarban y otras regiones pobres, donde los funcionarios del gobierno casi nunca llegaban.
La lucha contra la enfermedad se realiza con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mediante el llamado Tratamiento Breve Directamente Observado. Los pacientes son controlados a diario durante seis meses en los que reciben medicamentos.
Curar la tuberculosis en esos pueblos isleños remotos no es un logro menor, si se considera que la enfermedad provoca la muerte de 350.000 indios cada año, según cifras oficiales.
Las muertes por tuberculosis disminuyeron en India desde que se implementó un programa de lucha contra la enfermedad con el apoyo de la OMS y financiado por el Banco Mundial, que en 1998 decidió destinarle 200 millones de dólares durante cinco años.
B. Mitra, superintendente de la Asociación contra la Tuberculosis de Bengal, señaló que, sin embargo, el gobierno suspendió la ayuda financiera destinada a organizaciones como la suya.
Las acciones de la SHIS han sido una serie de éxitos. De los 1.912 pacientes que tuvo a su cargo entre 1997 y 1998, 1.870 fueron curados, y el resto abandonaron el tratamiento. Las cifras fueron corroboradas por el Departamento de Salud estatal.
En la mitad de los 2.000 pueblos en los que trabaja la ONG ya no hay enfermos de tuberculosis.
"Esto no significa que la tuberculosis ya no atacará a los habitantes de esos pueblos, pero podemos afirmar que la enfermedad está bajo control", declaró Wohab. La cantidad de enfermos de la región decreció de 25.000 a 2.500 por año.
El número de muertes también disminuyó de forma significativa. Los logros de la SHIS, en regiones donde el gobierno no había logrado casi nada, atrajo la atención del Banco Mundial, que prometió otorgarle un préstamo de 100.000 dólares para implementar varios proyectos de cuidado de la salud.
El secreto del éxito de la SHIS es que formó grupos de voluntarios que visitan a diario los tugurios en los que viven los pacientes, para prevenir los abandonos del tratamiento que que conducen a su fracaso.
Los trabajadores sociales se ganan la confianza de los pobladores y los convencen de ir a las clínicas acompañados por algún miembro adulto de su familia.
Allí les explican que es esencial que tomen su medicamentos con regularidad, y les advierten sobre las consecuencias fatales que puede tener la negligencia.
"Nuestros voluntarios se convirtieron en parte de la vida de esta gente, y a veces también los ayudan económicamente", comentó Wohab.
Una feria de la salud organizada a comienzos de este año por la SHIS reunió a varios miles de ex tuberculosos.
"Sólo hacíamos una comida completa por día, así que era imposible pagar medicamentos o someterse a un tratamiento prolongado", relató Tamanna Bibi, una paciente agradecida.
"Pero gracias a los voluntarios de la Sociedad, a Dominique y a su esposa, me recuperé y ahora puedo trabajar para ganarme la vida", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/sd/an/ceb/mp/he/99