Las pérdidas económicas causadas por desastres naturales en Africa, América Latina y el Caribe y Asia ascendieron el año pasado a 90.000 millones de dólares, tres veces más que en 1997, informó hoy la ONU.
Los 60.000 millones de dólares que aumentaron las pérdidas responden al "extraordinario incremento del número y la gravedad de los desastres" en 1998, que, además, causaron la muerte de más de 50.000 personas, agregó.
Un estudio del foro mundial difundido este miércoles señala que en los años 90 las pérdidas atribuidas a catástrofes naturales (huracanes, inundaciones e incendios forestales) alcanzaron un promedio anual de 40.000 millones de dólares.
Brasil, Indonesia y el extremo oriente de Rusia sufrieron grandes incendios forestales en 1998, al tiempo que el fenómeno climático de El Niño causó inundaciones sin precedentes en América Latina.
Las lluvias también inundaron grandes extensiones de Bangladesh y China, y los huracanes Georges y Mitch causaron destrucción masiva en América Central y el Caribe.
También hubo inundaciones en Somalia y Sudán, un ciclón mató a 10.000 personas en Gujarat, India, y un maremoto se abatió sobre Papúa-Nueva Guinea.
"Los desastres naturales que afectan a poblaciones que ya están sufriendo emergencias complejas suponen desafíos formidables para la comunidad internacional", según el informe de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
En apenas un año, Afganistán sufrió tres grandes terremotos, pero la asistencia internacional resultó obstaculizada por la guerra civil que se libra en el país, la lejanía de las áreas afectadas de zonas pobladas y las difíciles condiciones climáticas.
Hubo problemas similares en Sudán y Somalia, donde las guerras civiles impidieron el acceso a las zonas que sufrieron sequías e inundaciones, afirmaron los autores del informe.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, procura incrementar la ayuda de emergencia para los años 2000 y 2001. Los desastres han aumentado mientras las contribuciones han disminuido, afirmó.
Del total de los 2.800 milllones de dólares de financiamiento de emergencia pedidos en 1994, los donantes aportaron casi 80 por ciento. Pero en 1997, de los 1.700 millones de dólares solicitados, las contribuciones de los donantes apenas alcanzaron 62 por ciento.
La directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentación, Catherine Bertini, dijo en las vísperas del Consejo Económico y Social de la ONU que la caída de la ayuda de emergencia fue mucho mayor que las expectativas. El año pasado "fue muy triste", dijo.
Bertini dijo que Tajikistán recibió sólo cuatro por ciento de lo solicitado por todas las agencias de la ONU, Guinea-Bissau, 5,5 por ciento, y Burundi, 13,5 por ciento.
La funcionaria alertó que esos países podrían deslizarse otra vez hacia los horrores de la guerra a menos que se les preste ayuda para la reconstrucción.
Margareta Wahlstrom, de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, dijo que la mayoría de los desastres son reiteraciones de otros ya ocurridos en los mismos lugares.
La mayoría de quienes sufren catástrofes las viven como norma, no como excepciones. Un habitante del nordeste de Brasil y otro de las áreas pantanosas del Ganges perciben el desarrollo como la lucha por sobrevivir al desastre de este año y prepararse para el del año próximo, afirmó Wahlstrom.
"De hecho, la construcción de la capacidad para derrotar los desastres debe ser una actividad continua, una parte integral del desarrollo", agregó.
Wahlstrom alertó que el cambio climático, al que se suma la acelerada urbanización y los rápidos vaivenes económicos, parecen aumentar la gravedad y la frecuencia de los desastres naturales más que reducirlas. (FIN/IPS/td/mk/mj/dv/99