/BOLETIN-AMBIENTE/ FILIPINAS: Caballos de mar amenazados por sobrepesca

En una tranquila noche estrellada, Rey Abano se adentra en las cálidas aguas que rodean la isla filipina de Jandayan, en la provincia central de Bohol, en busca de caballitos de mar.

La cabeza del joven de 24 años desaparece bajo el agua, sale de nuevo para tomar aire y vuelve a desaparecer varias veces.

Cuando comenzó a vender las pequeñas criaturas marinas, hace siete años, Abano capturaba al menos 20 por noche. Pescadores más veteranos de la localidad de Handumon, en la isla Jandayan, dicen que hasta 1985 obtenían el doble de ese número.

Pero ahora, cuando se sumergen en el mar en busca de hipocampos, a menudo resurgen con las manos vacías, y se consideran con suerte si logran capturar 10 en una sola noche.

Handumon es el centro del comercio de caballos marinos de Filipinas, del que participan activamente las provincias de Bohol, Cebu, Zamboanga y Palawan, en el centro y el sur de este país- archipiélago.

Sin embargo, cada vez es más difícil hallar hipocampos en esta localidad como consecuencia de la sobrepesca del animal debido a su gran demanda mundial.

Lo que ocurre en Filipinas, uno de los cuatro principales exportadores de hipocampos del mundo junto con India, Vietnam y Tailandia, es reflejo de la reducción mundial de la población de esas criaturas marinas.

La comunidad pesquera de Handumon estima que el número de caballitos de mar en el área y sus alrededores cayó hasta 70 por ciento en los últimos 10 años.

La estimación concuerda con un alarmante descubrimiento realizado por la bióloga Amanda Vincent, de la Universidad McGill de Montreal, Canadá: la población de hipocampos en todo el mundo cayó 50 por ciento desde comienzos de esta década.

Según Vincent, considerada la máxima autoridad en tráfico internacional de caballos de mar, el principal motivo de la disminución fue el rápido crecimiento de los ingresos de China desde mediados de los años 80.

A medida que aumentaban los ingresos de China, crecía también en ese país y en Hong Kong, Taiwan y Singapur la demanda de hipocampos, en particular desecados, afirmó Vincent en su estudio.

Aunque los caballos marinos secos se convierten a menudo en llaveros y souvenirs, la mayoría se emplean en la medicina tradicional china para diversos propósitos, que van desde los afrodisíacos al tratamiento del asma.

También hay una gran demanda de hipocampos vivos de pequeño tamaño para acuarios domésticos. En cambio, la medicina tradicional china requiere caballos de mar grandes y de piel suave.

Sin embargo, dado que la mayoría de los aficionados a los acuarios no se preocupan demasiado por la apariencia de los hipocampos, existe mercado para todas sus variedades, grandes o pequeños, suaves o espinosos.

Hay 39 países involucrados en el lucrativo comercio mundial de caballitos marinos, pero los cuatro exportadores principales se encuentran en Asia.

Según Vincent, Filipinas exporta anualmente unos 5,2 millones de hipocampos (4,7 millones secos y 500.000 vivos), equivalentes a un cuarto de los que se capturan y venden en todo el mundo cada año.

Los pescadores filipinos como Abano ganan apenas el equivalente a 16 centavos de dólar por cada caballito de mar, pero una vez que éstos llegan a comercios de Manila, se venden hasta a dos dólares cada uno.

En el exterior, donde terminan la gran mayoría de los hipocampos de Filipinas, los ejemplares más raros usados en la medicina tradicional china pueden llegar a valer varios cientos de dólares el kilogramo.

La preocupación de los ecologistas no se limita sólo a los caballitos de mar, sino también a sus alrededores.

Como 4viven en los ecosistemas marinos más productivos (manglares, césped marino y arrecifes de coral), los hipocampos son indicadores de la salud del ambiente marino.

La reducción del número de caballos de mar se debe también a la destrucción de su hábitat mediante la contaminación de sus aguas costeras, la tala de manglares, el dragado y desecado de lechos de césped marino y la destrucción de arrecifes con cianuro y mediante la pesca con dinamita, según ambientalistas.

Pero nadie duda que el excesivo entusiasmo por la captura de hipocampos es el mayor responsable por su disminución.

La mayoría de los caballitos de mar que no terminan como medicina o souvenir generalmente sobreviven a su captura y transporte, pero no viven mucho tiempo en cautiverio, porque sólo consumen camarones vivos y zooplancton, y los acuarios no logran reponer continuamente sus reservas.

Los hipocampos son fáciles de capturar, ya que, aunque son peces, no pueden nadar bien. Luego de una tormenta, es común ver a estas criaturas de lentos movimientos arrojadas sobre la arena.

Debido a que son bastante estacionarios y suelen fijarse a corales o manglares con sus colas prensiles, se los puede capturar simplemente con la mano o con pequeñas redes.

Su comportamiento monógamo hace que su reproducción sea lenta. Una vez que la hembra o el macho de una pareja es capturado o muere, es difícil que la parte sobreviviente encuentre un nuevo compañero.

Incluso la forma en que los caballitos de mar se reproducen los hace más vulnerables.

En las otras especies de peces, la hembra pone los huevos y el macho los fertiliza. Por lo tanto, si alguno de ellos es capturado, las crías pueden sobrevivir de todas formas.

Pero en los hipocampos, es el macho el que se embaraza. La hembra deposita sus huevos en una bolsa situada en el abdomen del macho, donde son fertilizados.

Las crías nacen plenamente formadas entre 10 días y seis semanas después de la fertilización, según la especie y la temperatura del agua. En consecuencia, si el macho es capturado, las crías no nacen.

La buena noticia es que desde 1994 existe en Filipinas un proyecto comunitario para la protección del caballito de mar, que reúne los esfuerzos de ambientalistas, expertos marinos y pescadores.

Investigadores de Iloilo, unos 300 kilómetros al noroeste de Handumon, también crían hipocampos en cautiverio.

Pero la población de hipocampos se recupera con mucha lentitud, según investigaciones iniciales.

Casi no hubo aumento en el número de ejemplares desde que comenzaron los esfuerzos de conservación, hace cinco años, concluyó la Fundación Haribon para la Conservación de Recursos Naturales, con sede en Manila.

Así, la reposición de caballos marinos en su ambiente natural podría llevar muchos años, o incluso décadas. (FIN/IPS/tra-en/cij/cb/js/mlm/en/99

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