(Arte y Cultura) FILIPINAS: Grupo indígena recupera momia de antepasado

Una tribu indígena de Filipinas recuperó la momia de un antepasado que había sido robada hace 80 años de su cueva sepulcral y adquirida por el Museo Nacional, al igual que tantas otras.

Se trata del legendario Apu Annu, perteneciente a la comunidad ibaloy. La tribu cree que fue hijo de una diosa y un mortal, y antiguos relatos también dan cuenta de que fue un gran cazador que llevaba siempre a su aldea natal todos los animales que cazaba.

La leyenda dice que deambuló durante 250 años por la selva de Buguias, en la provincia de Benguet, a lo largo de la cordillera que se encuentra al norte de la isla de Luzón.

Los relatos señalan que, al presentir su muerte, pidió que sus restos fueran llevados a la cueva donde habitó su madre-hada.

Su cuerpo está tatuado desde la base del cuello hasta los pies, por eso pasó de un coleccionista a otro y fue exhibido en 1922 en un carnaval en Manila, en la época en que Filipinas era una colonia estadounidense.

Posteriormente, lo llevaron a numerosos museos y festivales en Europa y Estados Unidos, según trascendió.

En 1984, el Museo Nacional adquirió sus restos por intermedio de un traficante de antigüedades no identificado en la vecina provincia de Ilocos.

La tribu ibaloy nunca abandonó la esperanza de que un día su venerado antecesor volviera a ellos. Según creían, sólo entonces la maldición provocada por la falta de un lugar de reposo eterno dejaría de pesar sobre su tierra, a la cual una vez bendijo con la prosperidad.

Buguias es un lugar de campesinos que trabajan duramente y viven del cultivo de la zanahoria, coles y otras verduras de las tierras altas.

El suelo está enriquecido por ricos nutrientes y sus campos son regados por ríos cristalinos, pero los habitantes ibulay están sumergidos en la pobreza.

La comunidad estaba convencida de que la pobreza y las tribulaciones eran un llamado de Apu Annu para ser devuelto a su hogar.

Funcionarios locales relataron que, casi por accidente, un descendiente de Apu Annu llamado Darío Copas descubrió que sus preciosos restos se encontraban en el Museo Nacional.

"En 1998, durante un seminario sobre conservación de las momias de Benguet, el director del Museo Nacional discutió sobre la historia de una momia en particular", contó Copas, un funcionario del pueblo de Trinidad, Benguet.

Apu Annu fue identificado por sus tatuajes y su leyenda, y el Museo Nacional decidió renunciar a sus derechos legales por respeto a los sentimientos de los ibaloy.

Finalmente, la momia fue devuelta a su cueva sepulcral el pasado 21 de mayo, con el más solemne de los ritos fúnebres.

Las momias filipinas son un testimonio de la antigua sabiduría de una rica cultura tribal en el norte de este país, donde las comunidades indígenas acostumbraban a embalsamar a sus difuntos como una expresión de amor a los muertos.

A los moribundos se les hacía beber una solución de agua salada antes que dejaran de respirar para limpiar sus órganos internos.

Una vez muerto, el cuerpo era sentado y se le encendía fuego por debajo para fundir la grasa, en un proceso que a veces duraba más de un mes, mientras el cadáver era preservado con hierbas indígenas.

Cuando concluía el proceso, los restos se colocaban en ataúdes que, a su vez, se depositaban en cuevas aisladas para que pudieran descansar en paz.

Se cree que la momificación virtualmente murió como tradición con la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XVI. Las momias filipinas son consideradas tesoros nacionales, cuya protección y cuidado debe estar a cargo del Museo Nacional.

Pero grupos de activistas sostienen que ha llegado el momento de que Filipinas siga el ejemplo de otros países que devolvieron a sus comunidades restos de figuras tribales, en lugar de mantenerlos en museos.

Casi al mismo tiempo que se devolvieron los restos de Apu Annu, los huesos de unos 2.000 indígenas de la tribu Pueblo, en Estados Unidos, comenzaron su viaje de retorno desde el Museo Peabody de Harvard hasta el Valle Pecos, en Nuevo México, de donde fueron excavados de sus sepulturas entre 1915 y 1929.

Igual que los ibaloy de Apu Annu, los descendientes de los nativos Pueblo de Pecos aguardaron el retorno de sus antepasados e inhumaron sus restos en solemnes ceremonias.

Orlando Abinion, director general de tesoros nacionales, anunció que el Consejo Internacional de Museos de la UNESCO ratificará en breve un Código de tica sobre restos humanos y artefactos directamente relacionados. El código prohibiría la exhibición de restos humanos.

Los expertos admiten que la cuestión de exponer los restos de los muertos y su estudio como especímenes para comprender la historia humana crea complicados problemas éticos.

En el caso de Apu Annu, la respuesta parece ser un compromiso. Por ahora, "el museo seguirá estudiando las condiciones ambientales de la cueva sepucral y dará recomendaciones para su mejor preservación", explicó Abinion.

El museo considera la construcción de un ataúd de vidrio para sustituir el cajón de madera que los ibaloy construyeron para el retorno de los restos en mayo, debido al peligro de filtración de bacterias degradantes. (FIN/IPS/tra-en/mg/js/ego-mlm/cr/99

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