Yugoslavia parece prepararse para una nueva guerra, esta vez política, luego de que el parlamento de Serbia aceptó hoy el plan de paz presentado por el presidente de Finlandia, Maarti Ahtissari, y el enviado especial de Rusia, Viktor Chernomyrdin.
Diez semanas y un día después de que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) inició sus ataques aéreos contra Yugoslavia, el parlamento serbio tardó apenas dos horas en aceptar el plan de paz por 136 votos a favor, 74 en contra y 39 abstenciones.
Los 74 votos por la negativa procedieron del ultranacionalista Partido Radical Serbio (SRS) del viceprimer ministro Vojislav Seselj, el más duro opositor a cualquier presencia internacional militar o civil en la provincia de Kosovo, cuya población es en su mayoría de la etnia albanesa.
El plan de paz al que tuvo acceso IPS, aún desconocido para la mayoría de los serbios, contiene los puntos básicos del elaborado el mes pasado por el Grupo de los Siete países más industrializados del mundo y Rusia, al que algunos políticos de Belgrado califican de "capitulación".
El documento de 10 puntos prevé el "rápido" retiro de las fuerzas serbias de Kosovo, el establecimiento de una administración a cargo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el territorio, el retorno de los refugiados y el desarme del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK).
El plan establece, además, el despliegue de una fuerza de mantenimiento de la paz de la (ONU) que incluya tropas de la OTAN, el punto más resistido por los serbios en todas las instancias de negociación, en especial las de Ramboullet, cuyo fracaso derivó en el inicio de los bombardeos el 24 de marzo.
La estructura y el comando de la fuerza internacional está aún por definirse, y estará, con seguridad, sujeta a intensas negociaciones dentro del Consejo de Seguridad de la ONU, donde China y Rusia, principales apoyos de Yugoslavia, tienen poder de veto.
El presidente yugoslavo Slobodan Milosevic enfatizó, a través de una breve declaración de su oficina, que el plan "confirma la soberanía e integridad territorial de la República Federal de Yugoslavia y el papel de la ONU".
El documento "confirma la soberanía e integridad territorial de nuestro país, confirma el papel de la ONU y, sobre todo, es la base para la paz", enfatizaron medios oficiales de comunicación yugoslavos.
El ultranacionalista Seselj, socio en la coalición de gobierno encabezada por el Partido Socialista de Milosevic y la Izquierda Yugoslava Unida (JUL) dijo a la prensa que abandonará el gabinete si soldados de la OTAN ingresan a este país.
"No hay modo de que el SRS coopere con las autoridades que admitirán tropas extranjeras en Kosovo. Mantenemos nuestra posición con firmeza. Rechazamos a los extranjeros aquí", agregó.
Pero el propio Seselj afirmó más tarde que su partido, el segundo en magnitud detrás del Socialista de Milosevic, no obstruirá la implementación del plan de paz.
Vuk Draskovic, líder del principal partido de oposición, el Movimiento de Renovación Serbia, dijo que "este es un gran día" debido a que ya se avista la cercanía de la paz.
"Debemos trabajar para la reconciliación con Occidente, con Europa, con Estados Unidos. No miremos hacia atrás, sino hacia el futuro. Una nueva Serbia debe embarcarse en un largo camino, el camino de la reconstrucción, de las reformas y de la democracia", dijo Draskovic.
También los socialistas que lidera Milosevic como el JUL aplaudieron la decisión parlamentaria. "Dos meses de resistencia a la OTAN terminaron confirmando que Kosovo seguirá dentro de Yugoslavia", declararon.
"Este debe ser el comienzo de un nuevo capítulo en la historia de nuestro país, el comienzo del fin de la carrera política de Milosevic", dijo, a su vez, Goran Svilanovic, presidente de la pequeña Alianza Cívica de Serbia.
"No hay argumento para defender el gran error que fue llevar al país a una guerra que nunca pudo haber sido ganada. Este error devastador, que causó muerte y sufrimiento a miles de personas y la destrucción del país, debe conducir a la renuncia de Milosevic, que es políticamente responsable", agregó.
El plan incluye, de hecho, todas las demandas de la OTAN a las que Belgrado se había opuesto con fuerza, pero no prevé el acceso ilimitado de fuerzas militares extranjeras en territorio serbio y descarta la independencia de Kosovo.
Una "fuerza internacional eficiente trabajará de acuerdo con lo que decida la ONU", indica el documento. Esta fuerza deberá contar con "sustancial presencia de la OTAN" bajo un comando y control unido, agrega el documento.
El plan también prevé el establecimiento de una administración temporaria de Kosovo que deberá ser determinada por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Después del retiro de la fuerza internacional, se admitirá el ingreso en Kosovo de soldados yugoslavos y serbios (cientos más que miles), con el fin de mantener contacto con las misiones internacionales, colaborar con la desactivación de minas, custodiar monumentos históricos serbios y controlar la frontera.
Los refugiados retornarán a Kosovo bajo el auspicio del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, según el plan, y prevé también una sustancial autonomía para la provincia como proponían los borradores de Rambouillet, así como ayuda para el desarrollo económico y la reconstrucción.
La suspensión de las operaciones militares de la OPTAN contra Yugoslavia se determinarán sólo después de que se verifique el retiro efectivo de las fuerzas yugoslavas y serbias de Kosovo.
La mayoría de los observadores yugoslavos recibieron las decisiones con un cauteloso optimismo. El retiro de las tropas de Kosovo debe comenzar de inmediato para impedir nuevos ataques aéreos de la OTAN sobre el ya devastado país, alertaron.
Para los analistas también quedó en evidencia que el parlamento serbio y el gobierno yugoslavo no tenían alternativa a la aprobación del plan de paz, porque, de otro modo, la muerte y la devastación iría mucho más allá aun de los límites intolerables que ya se habían sobrepasado con creces. (FIN/IPS/vpz/ak/mj/ip/99